“El chambitas”; de Senador a mandadero
Sin Filtros; por Brenda Ramos
En la política, como en el teatro, cada actor tiene su papel. Algunos asumen roles protagónicos con dignidad y otros, lamentablemente, terminan siendo meros comparsas de sus propias tragedias. Este último parece ser el caso de Alejandro Rojas Díaz Durán, cuya carrera política es digna de una tragicomedia shakespeariana.
Rojas Díaz Durán, quien alguna vez ostentó el título de Senador de la República y se erigió como paladín de la lucha contra el panismo en Tamaulipas, ahora parece haber descendido varios peldaños en la escala de la relevancia política. Fue botado de la Cámara Alta cuando Ricardo Monreal regresó a su escaño, para venir a morder el polvo en Altamira, para alquilarse como golpeador al servicio de Acción Nacional.
Este descenso no es sólo físico, sino también moral y político. Alejandro, quien en su apogeo criticaba a los opositores de MORENA con vehemencia, ahora es visto criticando a sus anteriores aliados junto con camorristas de poca monta como Manny Segura, un alborotador que se autoproclama activista, con escuela y camino de pillo, nada que ver con un verdadero líder social. Juntos, hacen el juego sucio no por la ciudadanía, sino por intereses oscuros.
¿Cómo confiar en alguien cuya brújula moral apunta siempre hacia el mejor postor? Lo que no suena lógico, suena metálico, suena a que la estructura financiera de Cabeza de Vaca y de Miguel Gómez Orta le endulzaron el oído y le llegaron al precio, mucho se rumora vía Claudio Castillo.
Rojas ha mostrado que su fidelidad es tan fluctuante como las mareas, capaz de aliarse con quien sea, incluso con antiguos rivales, si eso le significa mantenerse a flote en el mar turbulento de la política, a pesar de sacrificar su propia credibilidad.
El caso de Rojas es un espejo de las traiciones que corroen los cimientos del sistema político. Traicionó a su partido y sus “supuestos” ideales y sin guardar alguna especie de “luto” luego de renunciar a MORENA, se fue a entrevistar con el presidente nacional del PRI Alito Moreno y luego se unió a Santiago Taboada quien contiende por el PAN contra Clara Brugada por gobernar la CDMX.
En Tamaulipas a Rojas Díaz Durán, no se le recuerda por sus logros o su integridad, sino por su nueva función como un simple «chambitas», al servicio del PAN. Y mientras Alejandro continúa su descenso, no podemos evitar preguntarnos, si este es el destino final de aquellos que juegan a la política sin principios: terminar siendo simples peones en un juego que una vez pretendieron dirigir.
Y aunque el actuar del exsenador de MORENA no nos sorprende, puesto que en la política las traiciones son el pan de cada día y las ambiciones hacen que hasta el más radical venda su alma al mejor postor, lo verdaderamente impactante es ver hasta qué profundidades puede llegar alguien que una vez se presentó como paladín de la justicia social. En este nuevo capítulo de su carrera, Rojas no solo traicionó sus propios ideales, sino que además pretende insultar la inteligencia de aquellos que alguna vez creyeron en él.