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El triunfo de Armando es irreversible

Sin Filtros; por Brenda Ramos

La contienda electoral en Altamira está atravesando un momento decisivo, los ciudadanos se preparan para dar su veredicto en las urnas. Armando Martínez Manríquez se posiciona 44.6 puntos arriba de la oposición, y como los números no mienten, el nombre de Armando ya está resonando como el próximo alcalde de la ciudad, con un triunfo que será irreversible.

Una reciente encuesta de Massive Caller coloca a Martínez, candidato de la coalición MORENA-PT-PVEM, al frente con una impresionante intención de voto del 59.8%. Con un margen de error de apenas +/- 4.3%, y un distante 15.2% para su más cercano rival, la pregunta ya no parece ser si ganará, sino por cuánto.

Esto no es sorpresa, pues en el contexto político actual, las secuelas que dejaron las administraciones anteriores a las de Armando son imposibles de borrar, dejando un escenario donde la figura del alcalde morenista con licencia es la antítesis del clima de desconfianza que envuelve a su oponente Miguel Gómez Orta de la coalición PAN-PRI, cuyo pasado y presente están envueltos en acusaciones de corrupción y mala gestión, convirtiéndose en una sombra que oscurece aún más cualquier posibilidad de avanzar.

Los votantes de Altamira han sido testigos de cómo el legado de corrupción y prácticas políticas cuestionables se han entrelazado con el nombre de Gómez Orta. Su asociación con el exgobernador Cabeza de Vaca, cuyo mandato fue desastroso para Tamaulipas, es una mancha que no se disipa con promesas electorales ni actos de campaña. La memoria de los votantes guarda el recuerdo de los escándalos, los fraudes millonarios, las detenciones evitadas por intervenciones políticas y una trayectoria de sobornos y traiciones.

Frente a este panorama, la figura de Armando Martínez es abrazada por la necesidad de cerrar la página oscura de la corrupción y continuar el capítulo del gobierno de Armando por medio de su reelección. Los ciudadanos ansían una gestión transparente, lejos de las prácticas del «clan cabecista» y los «moches» que han minado la confianza en sus instituciones.

Por otro lado, el porcentaje de indecisos, que asciende a un 12%, podría inclinarse mayoritariamente hacia Martínez ante la cercanía de las elecciones, consolidando aún más su posición. En el juego de probabilidades y tendencias políticas, la figura de Gómez Orta parece demasiado desgastada por su propio pasado para representar una amenaza significativa al avance de Martínez.

Los números, el contexto político y la voluntad popular convergen en un punto: la victoria de Armando Martínez se vislumbra no solo como probable, sino como irreversible.

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