Políticos alfa y políticos beta
Sin Filtros; por Brenda Ramos
Es innegable la ola de violencia que ha azotado las últimas semanas a las ciudades fronterizas de Río Bravo y Reynosa, como también es cierto que mantener la seguridad en estos lugares no les compete a los gobiernos municipales, sino que es responsabilidad primeramente del gobierno federal y después del gobierno estatal. Pero lo que si pueden hacer los ediles es demostrar de lo que están hechos, mediante su conducta y la manera de manejar estas crisis en sus ciudades, es mantener la gobernabilidad y darles certidumbre a los ciudadanos mientras los eventos desafortunados suceden. Pero mientras ambos se encuentran en el mismo rango de edad, uno demuestra ser un político Alfa y el otro un simple político Beta. La capacidad de liderazgo y la toma de decisiones efectivas en momentos críticos son aspectos cruciales que distinguen a un líder político exitoso de uno que carece de la determinación y la visión necesarias para enfrentar desafíos de tal envergadura.
Lalo Yáñez, quien hasta ahora ha sido el alcalde más joven de Río Bravo, le está dando cátedra a Carlos Peña el también alcalde más joven de Reynosa, respecto a cómo enfrentar las adversidades en su municipio. Yáñez ha demostrado ser un político Alfa, mostrando liderazgo, actuando con prudencia y respeto, trabajando 24/7 en las actividades propias de su cargo, supervisando los servicios básicos, gestionando obras de infraestructura para la ciudad, etc.
Por el contrario, Carlos Peña, ha mostrado ser un político Beta al no asumir un papel protagónico en la gestión de la crisis. Se le ha visto en conciertos en el Valle de Texas mientras asesinaban a un abogado en su ciudad, o carente de materia gris y raciocinio a bombardeado sus redes sociales de un positivismo tóxico con mensajes que a la ciudadanía les parecen ridículos y ofensivos, tipo preguntando los planes del fin de semana de los reynosenses mientras la ciudad vive los estragos de la guerra entre los grupos del crimen organizado.
Mientras Lalo que es un hombre sencillo y que no fue a la prestigiosa universidad de Harvard, le atora a asistir a trabajar dentro y fuera del ayuntamiento y ha mantenido una comunicación directa y transparente con la ciudadanía con un enfoque proactivo que ha logrado generar aceptación entre los habitantes de Río Bravo y de acuerdo con la encuesta de enero de Demoscopía Digital, es el alcalde con mayor aprobación de Tamaulipas.
En contraste, Carlos Peña ha parecido indeciso y ha evitado asumir un liderazgo claro durante esta crisis. La falta de acciones concretas y la ausencia de un mensaje contundente han dejado a los ciudadanos de Reynosa inseguros y desinformados. La pasividad en tiempos críticos refleja la falta de características propias de un político Alfa.
Carlos sigue tras las enaguas de su madre, que ha puesto su escudo protector de fantasía conformado por bots y trabajadores obligados que le comentan a Peña Ortiz positivamente en sus redes y comparten sus post. El egresado de “Harvard” es un cobarducho que no da la cara a la ciudadanía y ni siquiera se presenta a trabajar como fue puesto en evidencia el día de ayer 5 de febrero al no asistir al 107 aniversario de nuestra constitución que intuimos no le interesa porque él vive en Estados Unidos y se rige por las leyes de este vecino país.
Por cierto, que no importa la edad para actuar con madurez y sentido de servicio al pueblo, puesto que mientras en Reynosa los ciudadanos están hartos de la estupidez que acompaña a la juventud de Carlos Peña lo cual afecta a los demás aspirantes quienes también se encuentran en sus 30/40s en Río Bravo la juventud de Lalo Yáñez ha dejado un buen sabor de boca pues ha utilizado sus energías para servir al pueblo y no para andar de parranda.
Así pues, mientras Reynosa necesita un break de la juventud de Carlos y darle la oportunidad a un experimentado político, sobrio, preparado y comprometido como lo es Armando Zertuche Zuani, en Río Bravo, Miguel Angel Almaraz Maldonado, el contrincante de Lalo Yáñez y de quien se esperaba una conducta ejemplar al aspirar por la alcaldía y que convenciera a los votantes de que en realidad el tiempo en prisión reformó su andar, se la pasa en la peda y parranda un fin de semana sí y el otro también con otros chavo rucos con los que se junta y maquina adueñarse de las arcas de la ciudad. A pesar de que Miguel, en sus sesentas, debería representar la experiencia y madurez en la política local, lamentablemente, su comportamiento desenfrenado contrasta con la juventud y energía que Lalo, en sus treintas, podría aportar a la alcaldía, destacando la necesidad de una liderazgo fresco y comprometido con el bienestar de la comunidad.
La actual crisis en las ciudades fronterizas ha puesto de manifiesto la diferencia entre un político Alfa, como Lalo Yáñez, y un político Beta, como Carlos Peña. La capacidad de liderazgo, la toma de decisiones rápidas y efectivas, así como la comunicación transparente, son atributos que distinguen a un verdadero líder en tiempos difíciles. Mientras Yáñez se destaca por su valentía y determinación, Peña parece quedarse rezagado y escondido en las faldas de su madre.