La noche de Iguala: Cien balazos en 10 minutos contra el autobús de Los Avispones
El camión de club de futbol Los Avispones fue confundido por policías municipales y sicarios durante la noche de Iguala. Lo atacaron de frente y por los flancos. Uno de los sobrevivientes, Carlos Adame Flores, “El Pañañas”, porrista del equipo, ofrece su testimonio.
“¡Abran la puerta cabrones!”, gritaron desde afuera, golpeando con las culatas de las armas.
El conductor recibió un disparo en la cabeza y había perdido el control, la unidad cayó en una zanja y la puerta quedó sellada.
El camión de la empresa Castro Tours fue confundido por policías municipales y sicarios en la cacería contra estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala.
Murieron el chofer Víctor Manuel Lugo Ortiz, de 50 años, y el jugador David Josué García Evangelista, “El Zurdito”, un muchacho de 15 años. Otras 16 personas resultaron heridas, entre ellas el entrenador Jorge León Sáenz; el director de Cultura Física y del Deporte del ayuntamiento de Chilpancingo, Facundo Serrano Urióstegui; el director técnico, Pedro Rentería Lujano y Carlos Adame Flores, “El Pañañas”, quien viajaba como parte de la porra.
“El Pañañas”
A sus 39 años, “El Pañañas” es un personaje popular en Chilpancingo. Es reconocido como el fan número uno de Los Avispones, pero a partir del ataque de Iguala en 2014 dejó de viajar con el club por no estar acreditado ante la Federación Mexicana de Futbol.
Ahora ayuda a locatarios en el mercado, visita en su base a los conductores de las combis de su colonia y los fines de semana acude a las canchas de futbol.
Los jueves tiene una rutina. Baja de su colonia Renacimiento en la parte alta del sur de la ciudad y recorre las pozolerías para hacer mandados o saludar a sus amigos. Donde entra le ofrecen de comer y hasta unas copas con mezcal.
La entrevista es la pozolería Val Can, en el barrio de San Antonio. De baja estatura, “El Pañañas” viste un pantalón color café oscuro a rayas, unas chanclas azules de pata de gallo y una holgada playera blanca de la Delegación de Árbitros de Guerrero.
El recuerdo de la noche de Iguala lo trae marcado, así como la cicatriz en su brazo izquierdo.
En el 2014 El Pañañas, dice, estaba en la porra del equipo y también la hacía de balonero y brindaba agua a los jugadores.
“Te mientan la madre, pero es parte del show”, dice.
“Nos balacearon, pero no supimos por qué”
Ese día, cuenta, salieron de Chilpancingo para ir a jugar a las 8 de la noche contra el equipo de Iguala, en la unidad deportiva de esa ciudad. Era el arranque de la temporada de la Tercera División profesional. El partido terminó a las 10. Lo ganó Chilpancingo 3 a 1.
Se disponían a ir a cenar cuando al entrenador Pedro Salado le avisaron que había un mitin de los estudiantes de Ayotzinapa y una balacera. La recomendación fue que salieran de la ciudad lo más pronto posible.
“Después de las 11 íbamos saliendo de Iguala. Tomamos la carretera federal hacía Chilpancingo. Veníamos bien y llegando al crucero de Santa Teresa, a unos 10 minutos de la ciudad, fue que nos balacearon, pero no supimos por qué”.
Los disparos, recuerda, venían de frente y por ambos lados. Fueron unos 10 minutos en los que escuchó unas 100 detonaciones. Los rafaguearon con armas de alto poder R-15 y AK 47.
“Todos se agacharon. Antes se volteó el autobús, quedamos en un bache y esos amigos se querían subir al camión, que les abriéramos la puerta”.
“¡Abran la puerta cabrones!”, gritaban.
“Pero no se pudo porque la puerta del camión se atoró. Les dijimos con desesperación que éramos un equipo de futbol, los Avispones de Chilpancingo.
“Estábamos asustados, el autobús se metió en la cuneta y con los disparos ya no se pudo abrir.
“Esos amigos se fueron, esperamos 20 minutos para que se calmara la bronca. Desgraciadamente falleció el chofer que nos llevó y un jugador del equipo, ‘El Zurdito’”.
Cuando se acabó, dice, fueron saliendo por una ventanilla y se fueron a refugiar a las orillas de la carretera, entre la maleza.
Por el lugar pasaron policías federales de caminos que les negaron la ayuda. Cuatro heridos de los Avispones lograron llegar al batallón de Infantería, donde también fueron ignorados. La atención médica la recibieron cerca de las dos de la mañana cuando una ambulancia que el mismo equipo solicitó llegó por ellos.
A “El Pañañas” le extrajeron esquirlas de la espalda y el brazo. Durante el siguiente año tuvo sueños y pesadillas de esa trágica noche.
La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (Ceav) rehabilitó su vivienda.
Fue indemnizado por el gobierno federal con una casa donde vive con su mamá.
Hace tres años ‘El Pañañas’ terminó la etapa de viajar con Los Avispones, pero cuando juegan en Chilpancingo acude como su principal aficionado.
“Ojalá que no nos pase otro caso como estos y que ese equipo pueda dar muchos más éxitos porque ya está en la segunda división”.
A nueve años de la noche de Iguala, El Pañañas agrega una reflexión de la inseguridad en su natal Chilpancingo:
“Es un caos aquí. Aquí era tranquilo, en la noche podías salir a los bares, a las taquerías, no como ahorita que ya casi te matan. Está feo”.
Las víctimas de Los Avispones, sin apoyo
El equipo de futbol Los Avispones, que el año pasado ascendió a la segunda división profesional, tiene 35 años de historia marcada por tragedias como la de la noche de Iguala, la falta de apoyo, pero también de triunfos.
Dos años después del atentado, la Ceav anunció la reparación integral del daño a 31 víctimas del equipo, pero hay un litigio por los montos por violación a derechos y no los han recibido desde 2018.
Roberta Evangelista Hernández, mamá de David Josué García Evangelista “El Zurdito”, jugador que falleció, consideró que desafortunadamente los montos no fueron justos ni correctos. “Como víctima no exijo algo más que no sea lo justo”, dijo.
Las víctimas tuvieron derecho a una beca educativa hasta nivel licenciatura de 2 mil pesos mensuales.
En cuanto al daño patrimonial fueron incluidos en el programa de viviendas para damnificados del huracán Ingrid y Manuel en la colonia El Nuevo Mirador, pero no cuentan con escrituras.
En un primer momento las comisiones estatal y ejecutiva de atención a víctimas brindaron apoyo sociológico, luego se alejaron.
Desde 2018, con el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no han tenido ningún acercamiento. “Con el actual gobierno federal no tenemos contacto, nunca nos han recibido, ni nos conocen”, lamentó Roberta Evangelista.
Pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador que no se olviden de las víctimas de Los Avispones.
“No se olviden de nosotros, nos lastimó como familia, a mí como madre, a mis hijos les pegó muy duro; es algo que llevamos arrastrando”, expresó.
Club en riesgo
El club de futbol tuvo su sede en Acapulco y en 1988 la franquicia fue adquirida por el gobierno de Alejandro Cervantes Delgado, quien se la entregó al municipio de Chilpancingo para que la capital contara con un equipo y asumiera su mantenimiento.
Por el ataque que sufrió el plantel en 2014, la FMF dio de plazo un año para que el equipo se convirtiera en Asociación Civil, ya que el reglamento establece que gobiernos municipales o estatales no puede tener un club en la liga.
En 2015 se conformó la asociación civil Club Deportivo Avispones de Chilpancingo. Su presidente es Sergio Alcaraz Soberanis, dueño del grupo Also.
Cinco años después vino otra tragedia: el presidente del club, Mario Iván Rodríguez Navarrete fue desaparecido y dos días después, el 22 de mayo de 2019, su cuerpo fue hallado en la carretera Chilpancingo–Tixtla.
En junio de 2022, el equipo logró el ascenso a la Segunda División Profesional con el respaldo de la afición y empresarios locales.
Consultado acerca del apoyo hacía el club a nueve años de la tragedia y en su nueva faceta profesional, Gabriel Morlet Maciel, director operativo desde 2015, asegura que lo que han brindado el gobierno municipal y el estatal a Los Avispones han sido “paliativos”.
De entrada, dice, el autobús que después del ataque de Iguala entregó el entonces gobernador interino, Rogelio Ortega, aún lo siguen usando. “Contamos con un camión de ruta que el gobernador Rogelio Ortega dijo que era momentáneo. Ya tiene nueve años y por naturaleza el camión empieza a tener problemas mecánicos y los interiores no están en el mejor estado”.
“Requerimos de un autobús con las condiciones necesarias para hacer viajes largos, que sea cómodo para los jugadores”, expresa.
El equipo, asegura, se mantiene de las entradas a sus partidos, de la venta de productos y del apoyo de su patrocinador Grupo Also.
Para jugar en la Serie B de la Liga Premier o segunda división Los Avispones gastan 8 millones de pesos al año. Son para ir a sus partidos como visitantes, alimentación, hidratación, arbitrajes, uniformes, medicinas y el sostenimiento de casa club para nueve jugadores de fuera.
“Es un dinero que no tiene el club, pero se ha hecho hasta lo imposible por mantener el equipo. Un gasto muy fuerte si necesita el apoyo del gobierno municipal y estatal”.
Y advierte: “de lo contrario se vería afectado el club para el siguiente año y pudiera no tener participación en la liga premier. Corre el riesgo de perder la franquicia”.
El equipo no ha recibido apoyo de ninguna índole por parte de la FMF, afirma.
“Dejaron abandonada y perjudicada a la institución. Eso es lamentable porque el club sigue y es importante en niños, adolescentes y jóvenes para alejarlos de males y vicios que hoy aquejan a todo el estado”, agrega.