PolíticaPrincipal

Políticos piensan que somos una turba ignorante

Por: Mauricio Fernández Díaz

Terminan campañas de bajo nivel en Tamaulipas

Ciudad Victoria.- La falta de propuestas y la guerra sucia moldearon de tal manera las campañas en Tamaulipas que nadie tiene una idea clara de qué tipo de gobierno ofrecen los distintos candidatos para los próximos seis años. Una base, un programa político y social como tal, no hay, salvo frasecitas y lugares comunes para el olvido. Los ciudadanos se basarán principalmente en sus simpatías, en quién le cae bien y quién le cae mal, para votar o no votar por un candidato.

El populismo como estilo o tendencia política es una realidad en Tamaulipas, el ansia de halagar a la multitud para obtener su apoyo, sin comprometerse con los problemas de fondo, dominó las campañas de los tres contendientes, quienes no se guardaron siquiera el uso de palabras altisonantes y vulgares para ganar simpatías. Qué lejos parecían los excesos de Donald Trump y sus discursos de odio. Ahora los tenemos a las puertas de la casa y, en buena medida, hasta por televisión, en las conferencias matutinas de López Obrador.

Lo de hoy es polarizar, dividir, criminalizar. Los ciudadanos ya no son tratados como seres pensantes sino como una turba rencorosa con deseos de acabar con “los malos” de la política.

La idea de gobernar, en el populismo, es dar dinero por todo, por ser viejo, por ser joven o por ser mujer, y a eso se entregaron los candidatos a ver quien apilaba la torre más alta de promesas disparatadas: hasta uniformes escolares gratis. En esa vorágine, ninguno se preocupó de explicar de dónde saldrían los fondos para financiar sus fantásticos regalos.

El debate entre candidatos, instrumento joven de la democracia mexicana, fue un fracaso en esta campaña; se programaron dos pero se verificó solamente uno. En ese único ejercicio se dijeron hasta apodos y se acusaron mutuamente, a la ligera, de relacionarse con el crimen organizado. Por no convenirle, uno de los candidatos renunció participar en el segundo encuentro, y esto no puede permitirse. Los debates no son para aumentar la popularidad de los competidores; son para provecho de los electores, para mostrarles cómo actúan los aspirantes en un ambiente real y no en uno controlado.

Pero quizás en ningún otro aspecto es más notoria la decadencia de la campaña que en el discurso. El chiste estúpido, la broma burda, el lenguaje arcaico, contaminaron los mensajes de los candidatos a lo largo de esta campaña. O no tuvieron asesores o solo les alcanzó para los baratos y desechables. Uno que se hundía en las preferencias no ideaba más concepto que los juegos de palabras y las referencias a su apellido; otro arengaba a la gente con la antigua retórica de los años setenta, a la usanza de Luis Echeverría. Los tres aburrían en sus actos públicos al usar la voz, y no hubo un solo discurso digno de ser recordado.

Quizás lo mejor fueron las publicaciones en redes sociales, pero no por su contenido, vacíos como ellos, sino por la buena producción que mostraron. El PAN presentó videoclips bien grabados, de excelente edición, mientras Morena se destacaba por la calidad de sus fotografías, de gran valor testimonial y persuasivas. Movimiento Ciudadano, en tanto, tuvo el mejor equipo de diseño gráfico, con post y flyers muy profesionales. Pero en cuestión de mensaje, todos quedaron a deber.

Lo más lamentable de la campaña que termina fue la guerra sucia, llamada también campaña negra, orquestada criminalmente entre los principales contendientes. Esposas, hijos, parientes, a nadie respetaron; no les importó pasar por el lodo a quien estuviera de parte de su rival, y en este abismo cayeron los tres candidatos. Las calumnias y falsedades, abundantes, enrarecieron más el ambiente político y la polarización.

En medio del frenesí de agresiones, el árbitro electoral, el IETAM, se vio completamente rebasado e impotente para contener tantos ataques y acciones contrarias a la ley. El pacto de civilidad que firmaron los partidos ante el instituto fue letra muerta. Dejó pasar toda la guerra sucia y el financiamiento ilícito que claramente alguien sostenía para beneficio de uno de los candidatos,

Una profunda reflexión deben hacer el PRI, Morena, PAN y Movimiento Ciudadano, los institutos con más simpatizantes, ahora que viene el día de la elección. No estuvieron a la altura de las circunstancias y se olvidaron egoístamente de las personas, aquellas que los sostienen con su voto.

Gane quien gane, debe tener la seguridad de que los ciudadanos harán con él lo que antes hizo con estos. Si les habló con honestidad, si se interesó en sus problemas, lo mismo le darán. Pero si solo dedicó su tiempo a reuniones con amigos, acuerdos cupulares y luchas de poder, no esperen obediencia y mansedumbre de su parte.

Notas relacionadas

Botón volver arriba