Sin filtros; por Brenda Ramos
El gobernador Américo Villarreal ha demostrado que sabe jugar sus cartas para impulsar el desarrollo de la entidad. Correctamente asesorado, identifica cuáles son las regiones donde más rápido puede atraerse la inversión y generar empleos para los tamaulipecos; a algunos mandatarios esto les toma dos o tres años de la administración, pero él le ha tomado solo uno. Por eso tiene los ojos puestos en Altamira.
Este puerto industrial está considerado entre los favoritos para traer las nuevas inversiones que generará la tendencia llamada nearshoring, en la que los centros de producción, como Estados Unidos, van a migrar sus cadenas de proveedores a lugares cercanos para dejar atrás países como China. Otros municipios en la lista son Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, aunque no únicamente.
Sin embargo, el doctor Villarreal ha notado que la capacidad instalada de Altamira, considerada de las mejores de México, va a captar un flujo importante de inversiones extranjeras. Esto generará un círculo virtuoso de crecimiento, empleos y riqueza.
Sus visitas constantes a la tierra de Cuco Sánchez cumplen con este plan de mejorar las condiciones para la llegada de nuevas empresas. Si ha avanzado mucho en pocos meses se debe también a la buena coordinación que hay entre el gobierno Estatal y la administración municipal de Altamira, que conoce con precisión el terreno que pisan.
Municipios con gran desarrollo industrial requieren aumentar constantemente su infraestructura para mantenerse en un nivel alto de competitividad; esto lo saben tanto el gobierno de Tamaulipas como el de Altamira, por eso caminan juntos en los proyectos de obra pública.
Este miércoles, autoridades estatales y municipales supervisaron el avance de la construcción del nuevo “Puente de la Esperanza”, que sustituirá al “Puente Roto”, monumento a la corrupción y el engaño del gobernador Eugenio Hernández Flores.
Ubicado en el kilómetro 31 de la carretera Tampico Mante, se inauguró en diciembre de 2010 para dar agilidad al tránsito de vehículos que circularan directamente de norte a sur y los que toman el entronque al Puerto Industrial de Altamira. La obra tuvo un costo de 315 millones de pesos, fondeados principalmente por el gobierno federal.
No habían pasado muchos meses cuando se presentaron diversos accidentes fatales en esta vialidad debido a errores de construcción, que nunca se subsanaron ni llevaron a sancionar a la constructora. No se había cumplido el año cuando se ordenó su clausura, y a partir de ahí se le llamo “Puente Roto”.
Ahora, gracias a la colaboración entre estado y municipio, esta obra quedará terminada con las características necesarias para servir a todo tipo de vehículos, especialmente al transporte de carga que entra y sale del Puerto Industrial de Altamira. La construcción tendrá un costo de 283 millones de pesos, y llevará el nombre “Puente de la Esperanza”.
No se trata, entonces, de una obra más, decidida en el escritorio, para mejorar la vialidad. Es un proyecto estratégico de la administración estatal 2022-2028, y aún de la municipal 2021-2024, para fortalecer la vocación industrial de Altamira y aprovechar las nuevas tendencias abiertas por el nearshoring. Américo Villarreal está demostrando que cuenta con visión de desarrollo.
El evento del miércoles también demuestra el cambio favorable que ha traído la alternancia al municipio de Altamira y, en general, a todas las regiones del estado. Con Francisco García Cabeza de Vaca era imposible razonar, como todo mundo sabe; ni que decir de trabajar en coordinación los dos niveles de gobierno; antes solo él decidía qué, cómo y cuándo, incluso quién. Ahora hay cooperación, hay entendimiento y, sobre todo, inversión pública con beneficio social.
En verdad, terminó una era de bajo crecimiento para Tamaulipas, de corrupción y de engaño. El solo hecho de tenerlo fuera de gobierno (y del estado) es un alivio para todos. Literalmente, hay transformación en la entidad.
