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Llenan de mediocres la Secretaría de Medio Ambiente de Tamaulipas

Sentido Común
Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Hay una secretaría integrada expresamente por los más incompetentes de la administración estatal, lo que ya es mucho decir, pues esa clase de elementos abunda en todas las áreas. Nadie los quiere cerca, como aquellos niños del barrio que nadie quería en sus equipos cuando se armaba la cascarita de futbol. Ese equipo de perdedores existe en gobierno del estado y su nombre es Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente.

Nunca, con otro gobierno, hubiera llegado a secretaria Karina Lizeth Saldívar Lartigue, a pesar de que en la administración panista hubo mucho funcionario chatarra; ella venía de una jefatura de departamento en el Ayuntamiento de Victoria y anteriormente había sido proyectista de escuelas. Por su escaso perfil, se le considera instrumento de alguien más poderoso.

Probablemente ni Karina se esperaba el nombramiento o su padrino la eligió de última hora (por eso rellenan dicha secretaría de bultos), ya que la foto que entregaron de ella, el día que se anunció el gabinete, era de su credencial de elector.

El delicado objetivo de cuidar la naturaleza recae tanto en ella como en Karl Héinz Bécker Hernández, Subsecretario de Medio Ambiente, sobrino del corruptísimo Eugenio Hernández, el exgobernador preso a solicitud de Estados Unidos.

De Medio Ambiente, Karl Héinz Bécker sabe lo que nosotros del bosón de Higgs; quizás nunca ha hecho germinar ni un frijolito en un frasco con algodones húmedos, como hacen los niños en el preescolar.

Cambio climático, incendios forestales, sequía, altas temperaturas, meter a Karina Lizeth Saldívar Lartigue y a Karl Héinz Bécker Hernández en estos temas es encerrarlos en un laberinto sin salida. No tienen la capacidad de abordar estos problemas por sí mismos ni de hacer propuestas, aunque las características del puesto los obligaría a ello. La sequía pude ser una crisis cuya atención dependa de la Comisión Estatal del Agua, pero sólo una visión de conjunto, basada en el equilibrio ecológico y el manejo responsable de los recursos naturales, puede remediar de fondo la falta del agua, del que surgen otros males catastróficos.

Estas cuestiones rebasan claramente la capacidad de ambos funcionarios, y sus cargos representan una inversión desperdiciada por Tamaulipas, ya que el gasto destinado a esta área no retorna en beneficio alguno a los ciudadanos.

Darles resultados ya no es una opción sino una urgencia. El estado ha caído en algunos indicadores sobre protección ambiental, de acuerdo con reportes recientes.

La calidad de vida de los tamaulipecos, desde el punto de vista ecológico, se ha deteriorado. En el Índice de Competitividad Estatal (ICE 2023), Tamaulipas cayó cinco lugares en el subíndice Medio Ambiente, y se ubicó en el lugar 25 nivel nacional.

Este indicador “mide la capacidad de los estados para relacionarse de manera sostenible y responsable con los recursos naturales y su entorno. Este provee información sobre la disponibilidad y administración del agua, el uso eficiente de los recursos, así como el impacto de la contaminación en la salud de los habitantes”.

Para el ICE 2023, el buen manejo de los recursos naturales y la sustentabilidad podrían tener un efecto considerable en la inversión y la atracción de talento en el mediano y largo plazo. En efecto, sin agua en algunas de las principales ciudades del estado, ¿a qué inversionista le interesaría arriesgar su capital en ellas?

Con el estado en esta situación, se requerían ambientalistas de nivel ingeniería, investigadores calificados , que fueran capaces de presentar soluciones innovadoras a la problemática ambiental, y no Karina Lizeth Saldívar Lartigue, ni mucho menos el sobrino de Geño, quien abandera estos temas por motivos políticos.

Causa preocupación cuál será la suerte de las 9 áreas naturales protegidas (ANP’s) en el estado, entre las que destaca El Cielo, una de las biosferas más importantes del país, si su protección depende de un grupo de improvisados e incapaces. Bastan unos minutos para desaparecer un bosque, pero se necesitan miles de años para tener uno.

Otro motivo de preocupación, tal vez mayor, son comentarios de algunos desarrolladores de bienes raíces que especulan sobre ciertos negocios impulsados por esta secretaría. En efecto, hay reservas territoriales que requieren de cambios en el uso de sueño para poder fraccionar. Al parecer, la Secretaría de Desarrollo Urbano apoyaría a cierto grupo con información privilegiada para obtener pingües ganancias.

Esta es una práctica muy común en gobiernos corruptos o prianistas, pero no en la Cuarta Transformación, al menos no como política pública, ya que siempre se filtran intereses particulares hasta en las mejores administraciones.

Ya se notan las consecuencias de tener una secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente como Karina Lizeth Saldívar Lartigue: estancamiento, deterioro y rezago. Y todavía pueden venir las peores.

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