La Comuna
Tamaulipas y su meta Poder legislativo
José Ángel Solorio Martínez
El grupo parlamentario de MORENA en el Congreso local de Tamaulipas, debe tomar su propio rumbo. Ya dejó en manos de los asesores jurídicos de la IV T -Atanasia Contreras y Jorge Beas- por mucho tiempo parte de la agenda del Poder legislativo y toda la dinámica parlamentaria de la mayoritaria bancada guinda.
Y se nota: ha sido un garrafal error.
Las irracionales medidas jurídico-parlamentarias, -la más reciente: la Ley Orgánica de la Administración Pública- han sido rotundos fracasos; ni una sola reforma propuesta por aquella dupla, ha tendido rentabilidad política favorable para la administración estatal y menos para la propuesta parlamentaria de los legisladores morenos.
¿Quién le ha dado tanto poder a las Tachas?
¿Quién es su poderoso padrino?
Es tiempo, de renovar esa estructura jurídica inservible.
(Es hora, de remover a sedicentes miembros de la IV T, que han decepcionado al gobierno y a los ciudadanos. Recientemente, a esa cauda, se ha sumado Jesús Lavín Verástegui quien soslayando sus responsabilidades sueña con la rectoría al costo que se requiera.
Bajo esa idea, metió a la IV T en un berenjenal: sugirió una campaña negra contra el rector Guillermo Mendoza, quién tuvo que acudir a los factores centrales, para sortear el vendaval creado con el soplo del Secretario de Administración del estado).
Contreras y Beas, sólo han lastrado al Poder ejecutivo y al Poder legislativo; los han llevado, a un desgaste político innecesario y acelerado que no abona ni un ápice a la gobernabilidad de la entidad.
Otro actor responsable de la crisis de operatividad en la red jurídica de la IV T, es el joven e inexperto -pero eso sí: plurinominal- Rómulo Pérez. Este funcionario, cobra en la Secretaría General de Gobierno, casi como aviador: tiene la responsabilidad de coordinar las tareas entre los diputados morenistas y el gobierno de Villarreal Anaya.
La verdad: destaca por su ausencia y su inutilidad.
Se desconoce, cual sea el oficio del ciudadano Pérez; lo que se conoce de sobra, es su falta de destreza para desplegar las asignaciones de su jefe superior inmediato. De igual forma, se conoce en corrillos, su interés por ser alcalde de Victoria; este hecho, explica el abandono del trabajo por el cual le pagan en la General de Gobierno y MORENA, donde al mismo tiempo es funcionario.
Ya son muchos los colaboradores de la IV T, que actúan como entes parasitarios: no saben trabajar, pero cobran como si fueran excepcionales en sus labores.
La visión dominante de Atanasia-Beas, está a punto de generar una crisis de legitimidad a los diputados de MORENA. Por una parte, les han secuestrado su agenda y su proyecto legislativo; por la otra, están dejando con la imagen de inoperante, a su grupo parlamentario que hace malabares y milagros para enfrentar a un cabecismo enjabonado y reacio a dejar su protagonismo.
Tanta falla, hace pensar que ni los jurisconsultos del Congreso, ni los de la Secretaría General, participan en las jornadas para articular la ofensiva jurídico-política contra el panismo más rapaz que se recuerde en la región: el capitaneado por Cabeza de Vaca.
No se encuentra -en toda la historia administrativa tamaulipeca-, un área de gobierno tan pequeña y tan dañina para la autoridad que sirve, como la que ocupan los esposos Contreras-Beas.
Jamás existió en Tamaulipas, una entidad gubernamental -fuera del Ejecutivo estatal-, con tanta acumulación de poder político. Casi nada: quitó atribuciones al gobernador y a su Secretario General, para luego transformarse en un meta Poder Legislativo.
Todo ese entramado, será parte de las explicaciones del resultado en la región de la elección del 2024.