Sentido Común
Mauricio Fernández Díaz
Al Secretario de Seguridad se le contrato para trabajar, no para dar consejos.
Una dura prueba será el primer año de gobierno para Américo
Ciudad Victoria.- Bajo los mejores augurios, el doctor Américo Villarreal derrotó al candidato del PAN y a todo el aparato cabecista que se propuso frenarlo; tuvo la paciencia de luchar hasta el último momento contra los procesos judiciales que le lanzaron sus rivales. Pero la gente ya tenía decidido que Villarreal Anaya fuera su siguiente gobernador. Con gran euforia, los tamaulipecos dieron la bienvenida a Morena y expulsaron de Palacio a Francisco García Cabeza de Vaca, un mentiroso patológico.
Y como todo se debe a esa misma gente, el gobierno de Américo Villarreal Anaya tiene la difícil empresa de convencer desde el primer año de gobierno, en medio del desfalco panista y de una lentísima recuperación económica que no da oportunidades a todos.
Los tamaulipecos tienen prisa de salir de la crisis del agua, del desempleo, de los alimentos caros y de la inseguridad. Por eso mismo, ha llegado en el mejor momento el Plan Estatal de Desarrollo 2022-2028, que debe dar conducción al gobierno del doctor Villarreal y puede verse como el pacto por escrito para mejorar el nivel de vida de los tamaulipecos. Está forzado a hacer realidad lo que estableció ahí si no quiere oír las protestas de la gente.
Una imagen de la mala etapa por la que atraviesan los tamaulipecos, y de la que esperan ayuda del gobernador, es el registro para tramitar la beca a niños de educación básica. De acuerdo con el ITABEC, entraron 80 mil solicitudes, ¡pero solo apoyarán a 20 mil!
La llamada “Becas Avanza por las niñas y los niños de Tamaulipas” tiene un presupuesto de 100 millones de pesos. Parece poco dinero, y si lo comparamos con los datos de las becas “Propósito y Virtud”, del gobierno pasado, quedamos asustados. Los panistas declararon ejercer 132 millones 900 mil pesos para beneficiar a 20 mil 88 estudiantes de primaria y secundaria en el estado.
Presentamos estos datos sin el afán de comparar a un gobierno con el otro; todavía no es el momento de hacerlo. Mencionamos a esos solicitantes de becas para tener una idea del reto colosal que enfrenta Américo Villarreal desde los primerísimos meses.
Por eso, la actual administración no debe meterse tanto en jolgorios y festejos aunque las intenciones sean buenas y se quiera dar un mensaje optimista. El estado padece varios problemas, muchos de los cuales fueron provocados por los panistas, como ya quedaba dicho, y dar la impresión de que todo está en orden resulta odioso.
Pero causar pavor en los ciudadanos tampoco es saludable, como el desatino que cometió el secretario de Seguridad, Sergio Chávez García, el pasado 29 de abril. El funcionario recomendó a los tamaulipecos no circular de noche por carreteras del estado. Algunos dirán que hizo bien debido a los difíciles acontecimientos que se viven en la frontera por la inseguridad; sin embargo, no se le paga por darnos consejos o rutas de paso, ¡sino para prevenir y responder ante situaciones de riesgo, precisamente!
La seguridad está agarrada con alfileres; no pasa una semana entera sin incidentes violentos, y esa debe ser la prioridad de la administración 2022-2028, como señalamos en un análisis publicado durante el cambio de mando. Tamaulipas es un estado difícil y nadie, en lo concerniente a inseguridad, lo ha podido domar desde Manuel Cavazos hasta Francisco García Cabeza de Vaca. Pero eso no le quita la carga al régimen actual; al contrario, lo presiona más por ser un problema eternamente pospuesto.
Es mentira que Tamaulipas esté ardiendo o que haya caído de nuevo en manos de la delincuencia. Hay inestabilidad en la frontera del estado, esto es inocultable, pues no se sabe cuándo sí o cuándo no estalle la violencia. Es la propia gente la que llena el vacío de información oficial, y esta situación tampoco es la más deseable.
En estos seis meses, parece evidente que los acontecimientos han rebasado ya la capacidad de respuesta de algunos funcionarios. Si no pueden con el paquete, que se hagan a un lado. Su ineptitud le hace daño a la población, a la imagen del estado y, de modo particular, al doctor Américo Villarreal, porque socava su liderazgo moral.
La legitimidad política es la cualidad de ser aceptado por los ciudadanos como un poder eficiente y honesto, que no necesita recurrir a la fuerza o la coacción para obtener obediencia. Un gobernante se legitima ante los ciudadanos cuando cumple con los requisitos de validez, justicia y eficacia de las normas jurídicas que emite o aplica, y cuando cuenta con el consenso y el reconocimiento de la mayoría de la población.
Los riesgos de la pérdida de legitimidad para el gobernante son graves, pues pueden provocar la desobediencia, el descontento, la protesta o la rebelión de los ciudadanos, que cuestionan su autoridad y su capacidad para resolver los problemas sociales, económicos y políticos.
La pérdida de legitimidad también puede debilitar las instituciones democráticas, favorecer el surgimiento de actores o movimientos alternativos o radicales, o generar conflictos internos o externos que amenacen la estabilidad y la paz del país.
La legitimidad de la autoridad no es algo fijo o inmutable, sino que depende de la aceptación y el reconocimiento que tenga el gobernante de parte de los ciudadanos. Por eso, es importante que el gobernante actúe con transparencia, responsabilidad y resultados, y que se someta al escrutinio público. Así podrá generar confianza y credibilidad en su ejercicio en el poder.
Américo Villarreal tiene hoy la simpatía de la gente. Punto por punto, su trayectoria profesional es muy superior a la de Francisco García Cabeza de Vaca, pues el primero asienta su reputación en la medicina de alta especialidad, y el segundo en el mundillo político. Esto pasa ahora a segundo plano porque el doctor aceptó el cargo de gobernador. Lo que haga en este primer año trazará la imagen preliminar que la gente tenga de él y condicionará la de los años siguientes.