Sentido Común/ Mauricio Fernández Díaz
Jugarán en EEUU al gato y al ratón con Morena Tamaulipas
Ciudad Victoria.- Estados Unidos acaba de mostrar que su tolerancia hacia México tiene un límite, y que actuará con la fuerza de sus instituciones contra quien vea como enemigo. La decisión de acusar penalmente a los hijos de Joaquín Guzmán Loera, herederos del Cártel de Sinaloa, fue recibida como un cañonazo en todo el territorio nacional, pues crea inestabilidad y malas reacciones. Y Washington no ha titubeado en hacerlo, a pesar de las repercusiones adversas. Eso es justamente lo que pasará a continuación en Tamaulipas.
Nadie sabe de qué humor anden los hijos del Chapo desde que se dio la noticia, pero seguramente no están de fiesta. Otro tanto, desde luego, ha de ocurrir en Palacio Nacional, especialmente con Adán Augusto López, en cuyos hombros recae la seguridad interna.
Por desgracia, el secretario de Gobernación anda en precampaña electoral los fines de semana y dedica poca atención a los problemas de su competencia. Así que cualquier reacción adversa originada por la persecución de Los Chapitos la tendrá que manejar el ciudadano como dios le dé a entender.
Con eso de que los grupos armados pueden entrar tranquilamente a un balneario, donde conviven padres e hijos, y matar a siete personas sin hallar resistencia, nadie está seguro en ningún lugar y a ninguna hora.
Los criminales pacifican su comportamiento cuando no se les perturba; debajo de esa calma continúan con sus actividades delictivas pero sin recurrir a la violencia. Basta que algo trastorne su rutina para comenzar un baño de sangre, algo como una campaña policiaca de “se busca”, o como lo que acaba de pasar con la acusación a los hijos de Guzmán Loera. No se puede predecir un baño de sangre en este caso, pero definitivamente el ambiente se tornará sospechoso, desconfiado, inseguro, pues los implicados ya no podrán moverse a sus anchas ni llegarán a un lugar sin averiguar quién pudiera verlos.
Todo el Pacífico se sumirá en un ambiente tenso, en el que la tranquilidad se romperá con mucha facilidad cuando ya su característica es ésa debido a las luchas con bandos rivales en Zacatecas y Guanajuato, donde no pasa un mes sin una masacre.
Estados Unidos sabía que eso podría pasar si iniciaba directamente un juicio a Los Chapitos, y no le importó. Se cansaron de jugar al vecino amistoso y paciente que acepta incluso críticas de México. Parecía que a todos los señalamientos en contra responderían siempre con una sonrisa. Ha quedado claro que tienen información y una red de infiltrados para llegar al que sea, por muy poderoso o grande que parezca. Con esa maniobra ha dejado sorprendido al gobierno de la 4T, que está forzado legal y diplomáticamente a respaldar a Washington, cuando regularmente solía pedir respeto a esa familia y hasta le concedía el título de “señor” a Guzmán Loera, cabeza de una de las organizaciones criminales más sanguinarias en la historia del país.
Los morenistas de Tamaulipas deben poner sus barbas a remojar, pues también están en la mira de las autoridades estadounidenses. Ahora que lo pensamos, llamarlos morenistas es incorrecto; son los expanistas y expriistas, en calidad de usurpadores del morenismo, los que deben temer.
Son Maki Ortiz y Carlos Peña, madre e hijo, por sus nexos con empresas acusadas de huachicoleo, como Marvic Petroleum. Son Carmen Lilia Canturosas y Héctor Villegas, relacionados con empresarios que ahora son investigados tanto en México como en Estados Unidos.
Son funcionarios como Olga Sosa y Tomás Gloria Requena, y son figuras nacionales de Morena con influencia en el estado, como Mario Delgado y Erasmo González Robledo. Incluso ha salido el nombre de David Martínez Zapata, hijo del general Audomaro Martínez, en despachos informativos de la Unión Americana, donde lo asocian con negocios a través de entidades públicas.
Todos ellos tienen una historia detrás con personajes de dudosa reputación, incluso con algún ejecutado, como el ya famoso Sergio Carmona. Son justamente estos antecedentes los que los arrastran a las manos de las agencias norteamericanas y los ponen en situación frágil. Estos expanistas y expriistas llegaron a Morena sin cortarse la cola antes de entrar, y ahora no saben cómo quitársela o esconderla para avanzar. Están estancados por este pasado de corrupción y delincuencia.
Nada detendrá a Estados Unidos para llevar a tribunales a cualquiera de los mencionados, por alto que sea su cargo o su cercanía con López Obrador. Expedientes de ellos tiene muchos, pero no ha llevado ninguno ante un juzgado. Lo hará cuando así lo convenga, en el momento adecuado y de forma repentina, en un juego siniestro del gato y el ratón que los dejará locos. Sabemos incluso que algunos de los citados ya no se aventuran a cruzar la frontera para temor a ser detenidos; una buena fuente nos lo confió.
Desde la acción judicial contra los Chapitos, los morenistas tamaulipecos se intercambian mensajes de preocupación, pues ya sienten que no habrá impunidad. “No pasa nada”, se consuelan mutuamente, pero no se pueden engañar: el miedo les oprime el corazón.