Sentido Común/ Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Desde hace cinco años Tampico vive un periodo de paz, crecimiento y bienestar que lo ha hecho merecedor de reconocimientos. El más reciente ha sido declararlo una de las seis ciudades más seguras del país, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del INEGI. Solo 24 por ciento de los tampiqueños se sienten inseguros. En Reynosa, por ejemplo, la percepción de inseguridad es del 72.7 por ciento de la población.
Esta paz estable se refleja en todos los aspectos de Tampico y lo beneficia; del bienestar social se pasa al bienestar económico de manera lógica. Por ello, el segundo supermercado con los precios más baratos del país se ubica en Tampico. La competencia funciona, y los ciudadanos quedan satisfechos.
El responsable de este bienestar no es otro que Chucho Nader Nasrrallah, quien asumió la presidencia municipal en 2018 y ha sido reelegido en 2021 para un segundo periodo.
Mientras otros alcaldes sustentan su imagen en encuestas dudosas, Chucho Nader no tiene que decir nada de sí mismo: solo mostrar resultados.
Los empresarios le creen, los vecinos le creen, los trabajadores le creen, y la razón es muy simple: porque cumple.
Cuando uno cumple, cuando paga con hechos sus promesas, las personas lo reconocen como líder. No necesita pedírselos; ellas mismas lo identifican como tal.
El alcalde de Tampico es el líder panista más destacado por esa razón.
En opinión de muchos, Nader Nasrrallah era el candidato natural del PAN para la gubernatura de Tamaulipas el año pasado, pero la envidia de los cabecistas y su enanismo político lo alejaron de esa posibilidad. El perjudicado, finalmente, no fue él sino Acción Nacional.
Las elecciones de 2024 en Tamaulipas se presentan como una batalla casi perdida para el PAN mientras persistan generales como Ismael García Cabeza de Vaca y Luis Cantú Galván. Lo más deplorable es que el partido tiene miles de fieles seguidores, gente ansiosa de trabajar políticamente, pero que rechaza a la actual dirigencia panista.
Luis Cantú Galván ha prestado únicamente su nombre para permitir a Francisco García Cabeza de Vaca controlar al partido. La militancia percibe el fraude y por eso le da la espalda al Comité Directivo Estatal. Oír a Luis Cantú, ver o hablar con él es fortalecer el cabecismo, y los verdaderos panistas están cansados de eso.
El PAN no está acabado en Tamaulipas, como lo demuestran las cifras de votación de 2022. Acabado está Cabeza de Vaca; por eso urge devolver el partido a alguien con credibilidad y liderazgo.
Los grupos independientes, hasta donde cabe ser independiente en la autocracia panista, las bases que siempre van con el partido en cada elección, han vuelto a proponer a Chucho Nader como dirigente estatal para enfrentar al morenismo en 2024.
Saben que Chucho da resultados, tiene respaldo ciudadano y sabe de administración pública, cosa que los moresnitas de Tamaulipas están apenas por demostrar y sienten la presión social de no fallar.
Chucho ya pasó por esas presiones y las ha sorteado todas. Es el único panista que puede hablar de gobiernos eficientes delante de cualquier morenista.
Pero si el alcalde de Tampico declinara la invitación, son buenos prospectos el diputado local Mon Marón o el Secretario de Obras Públicas José Schekaibán, personas que comparten con Chucho la misma ética de trabajo y de resultados.
Dentro de la desgracia panista, la buena noticia es que no tiene que recurrir a personajes externos o trasplantados de México a Tamaulipas para remediar sus males. La solución está dentro del mismo panismo, en un líder competente y eficaz como Chucho Nader o en alguno de sus colaboradores cercanos.
Pero si todo sigue como ahora, se hundirá junto con los nefastos Ismael y Francisco García Cabeza de Vaca; entonces, Morena no tendrá contrapesos en Tamaulipas.