‘Arboles de basura’
El último recurso de los habitantes de la capital, es adornar los postes con desechos para evitar que los perros se los agandallen
Cuando Gonzalo pudo por fin acceder a un crédito para comprar su propia casa, sintió que un sueño de toda la vida se hacía realidad.
Luego de instalarse en su nuevo hogar, Chalo, mejor conocido entre sus amistades como ‘el abuelo’ por su canosa cabellera, preguntó a uno de sus vecinos por el punto de recolección de basura.
– El camión pasa martes, jueves y sábado mi amigo – le informó el tendero – y es en ese poste de la esquina donde ponemos los tambos y las bolsas.
– ¿Y como a qué hora pasa? – preguntó Gonzalo. – Ahí si le voy a quedar mal, fíjese, porque a veces pasa bien tempranito, como antes de las siete de la mañana, pero a veces un poco después – dijo el hombre.
‘El abuelo’ se preparó entonces para sacar la basura al siguiente día (sábado) por la mañana. Colocó todos los desechos en tres bolsas con jareta a la mano para no batallar y puso la alarma del despertador a las 6:45 a.m.
Al amanecer saltó de la cama como impulsado por un resorte y estuvo a la espera de escuchar el camión para ir corriendo al punto de recolección, que queda a 70 metros de distancia de su casa, a dejar su basura.
Se dieron las siete, siete y media, las ocho, nueve y diez de la mañana y nunca escuchó la famosa campana del camión recolector. Serían alrededor de las 10:30 cuando su esposa le pidió que fuera a comprar tortillas para el almuerzo.
Grande fue su sorpresa al ver que el camión sí había pasado a recoger la basura, pero en ningún momento sonó la mentada campana.
A su regreso de comprar tortillas, Chalo llegó echando chispas a su casa y le contó a su esposa, Laura, lo sucedido. – No te preocupes gordo, ya pasará – lo intentaba tranquilizar ella.
– Pues si pero ahora hasta el martes, imagínate, la basura que ya hay y todavía la de sábado, domingo y lunes, ¡es casi una semana de mugrero acumulado! – estalló ‘el abuelo’.
El martes, muy tempranito, Gonzalo estaba muy atento, ahora con seis bolsas de basura, listo para entregarlas al camión recolector. Pero la unidad no pasó ni temprano no tarde. “…Ahora hasta el jueves ¡chingao!” pensó Chalo.
El jueves por la mañana Gonzalo estuvo al asecho, esperando ver el camión o escuchar la campana. Finalmente vió cómo el enorme vehículo se estacionaba en el punto de recolección, pero en ningún momento se escuchó la campana.
Dando de chanclazos al correr, Chalo llevó sus ahora nueve bolsas de basura hasta el camión. – Oye carnal – le preguntó al chofer de la unidad – ¿Porqué no suenas la campana al llegar? El empleado del municipio simplemente ignoró a Chalo.
El siguiente lunes, Gonzalo intercambió unas palabras con otra vecina, quien le aconsejó que llevara sus bolsas de basura desde la noche anterior al punto de recolección, para ahorrarse la desmañanada.
El hombre siguió el consejo de la vecina y esa misma noche llevó sus bolsas al poste de la esquina. Contrario a lo que esperaba, su ‘jugada’ resultó contraproducente: el camión no solo no pasó el martes, sino que los perros callejeros se dieron un festín con las bolsas de basura, las cuales destrozaron y dejaron ‘regados’ los desechos en tres metros a la redonda.
Curiosamente, más tarde otro vecino fue y recogió la basura tirada y la puso en uno de los tambos. Chalo se sintió apenado por su acción.
El jueves siguiente ‘el abuelo’ decidió ‘hacer guardia’ desde temprano en la esquina con sus bolsas de basura en la mano. Lo chistoso del asunto es que esta vez sí se escuchó sonar la campana que anunciaba la llegada del camión recolector que puntualmente llegó a ese punto a las 7 de la mañana.
Chalo estuvo ‘a milímetros’ de picudearse con el chofer del camión por la ausencia del martes pasado, pero se dio cuenta de que era otro empleado el que conducía el vehículo.
– Oye mano, ¡gracias por venir a la hora y sonar la campana como debe ser! – le agradeció Gonzalo al chofer. – Es todo un relajo con la basura compi – relataba el abuelo a el Caminante.
– ¿Y ya pasa el camión los días que son y suena la campana? – le preguntó el vago reportero. – Nombre, lo que hicieron es ponerle ganchos al poste, para colgar las bolsas donde no las alcancen los perros, se ve bien feo eso parecen ‘arboles de basura’ pero pues ni cómo decirles nada, no me quiero meter en pedos con ellos – concluyó Chalo.
Total que sacar la basura una noche antes no es recomendable por los perros callejeros, pero al día siguiente puede pasar el camión sin sonar la campana o no sonarla, y mientras eso no se arregle seguiremos viendo los desechos desbordarse o en ‘árboles de basura’ adornando las esquinas. Demasiada para de perro por esta semana.