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Desaparecidos en CDMX | Aprendimos que hay que gritar

Iniciar una búsqueda en solitario es ponerse en riesgo, por eso las familias de desaparecidos se unen a los colectivos que las ayudan a exigir sus derechos

En la glorieta del ahuehuete y de las personas desaparecidas 

Claudia Mendoza | El Sol de México

“En Guanajuato hemos visto el caso de que las familias los están encontrando, pero en el Estado de México y en la Ciudad de México no hemos encontrado ni uno. En el Estado de México nadie nos dice dónde están, ojalá hubiera alguien que nos diga de forma anónima”, señala Laura Curiel, mamá de Daniela Sánchez Curiel -quien desapareció hace siete años- y fundadora junto con otras siete mujeres de la organización Mariposas buscando corazones y justicia.

El 11 de marzo de 2015 Daniela fue vista por última vez en Tlalnepantla, Estado de México, en ese entonces tenía 20 años. De ahí a la fecha Laura se ha dedicado a buscarla, más de siete años que le han dado la experiencia de andar en agencias del Ministerio Público, de hablar con fiscales, de caminar por hospitales y morgues. Experiencia misma que comparte con 108 familias de desaparecidos en los estados de Guanajuato, Nayarit, México y Ciudad de México.

“Cuando empiezas, piensas que la Fiscalía, que van a salir a buscar, que van a generar acciones, que van a generar coordinación entre las demás instituciones, las comisiones de búsqueda, las comisiones locales de víctimas, y te encuentras con instituciones que no sirven, te dicen ‘ya fueron los policías a investigar’, y cuando ves la carpeta, nada.

“(…)Cuando nos enfrentamos a esto es devastador para todos, no hay una madre, una esposa que me diga que es fácil, es devastador encontrarse con las fiscalías ineficientes, que te dicen ‘sí, ya estamos investigando, ya tenemos tal línea’, y son puras mentiras porque la carpeta (de investigación) dice otra cosa.

“Te encuentras con Ministerios Públicos que te dicen ‘qué me traes, qué datos me traes’, y dices: ‘pero si tú eres el investigador, no yo’, te encuentras con ese problema, y ¿qué te queda?, unirte y aprender de al lado y ver por qué sabe tanto, por qué habla así, cuáles son mis derechos, cuáles son sus obligaciones, necesitas aprender, pero lamentablemente el aprendizaje lleva tiempo y cuando sabes para tu propio caso ya no sirve”.

Además de buscar a Daniela, Laura apoya a mujeres en este proceso de tratar con autoridades. “Muchas compañeras tienen miedo, no saben cómo enfrentarse a una autoridad, se quedan calladas, por eso vamos con algunas personas, porque con el tiempo aprendimos que se debe gritar, y las aventamos y les decimos: habla, grita, exige. Y gritan de dolor, de coraje, de impotencia y de miedo, porque muchas familias se enfrentan a amenazas y piensan que ya las tienen ubicadas.

En la glorieta en donde sembraron recientemente el Ahuehuete, familiares de desaparecidos develarán una placa con el fin de reconocer al lugar como la Glorieta de las y los Desaparecidos.

“El amor nos une, y aquí nos tienen y nos van a tener, si en este país las cosas no cambian y somos las mujeres las que queremos hacer un cambio para que este país encuentre a los nuestros, a los de todos, eso queremos”.

Cuando las familias enfrentan en solitario, la búsqueda llegan a ser extorsionadas. Es el caso de la mamá de Carlos Geovanni -desaparecido en marzo pasado-, que en un primer impulso subió el caso de su hijo a las redes sociales y la respuesta que obtuvo fue de extorsionadores que le exigieron dinero para pagar el rescate de un secuestro que nunca existió. Carlos Geovanni fue de trabajo a Tamaulipas y ya no regresó a la Ciudad de México.

Gabriela no ha cejado en la búsqueda desde el 27 de abril de 2018,que desapareció su hermana Mariela Vanessa Díaz Valverde. Lo único que la familia sabe es que fue un viernes el día que no regresa a casa. Ese día la estudiante de Letras Hispánicas de la UNAM lo utilizaba para ir a la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria o a la José Vasconcelos, en Lindavista.

No hay pistas, no hay línea de investigación, nada, nada que dé con el paradero de su hermana. Pero eso no imposibilita que Gabriela y su madre sigan buscando a Mariela. El mundo, su vida se detuvo desde ese momento, ahora el único objetivo es encontrarla.

En el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, el pasado 30 de agosto, se juntaron colectivos en el ahuehuete de paseo de la Reforma, lugar al que llamaron la Glorieta de las y los desaparecidos. Ahí colocaron un tendedero con los rostros de desaparecidos. El objetivo, visibilizar el drama de las 100 mil personas que ya no regresaron a sus casas en diferentes partes del país.

Bajo el corazón de ese ahuehuete de hojas secas se encontraba Janet Piña Montelongo, tiene 19 años y desde hace tres meses acompaña a los colectivos que buscan a desaparecidos. Su papá Rafael Piña Castro, de 52 años, ya no regresó a casa el 9 de junio de 2021 en Ecatepec de Morelos, Estado de México.

Su papá trabajaba con un regidor de Ecatepec, “para este regidor mi papá era como su mano derecha, estaba trabajando en una obra. En un principio las autoridades como que tomaron el caso, que lo iban a buscar, pero ya después de un tiempo, ya que se dieron cuenta quién era la persona involucrada, el regidor, pues ya no hicieron nada, se hicieron a un lado, pues se dieron cuenta quién era esta persona. Ya no hicieron ninguna búsqueda de campo, ya no se han movido a buscar en el lugar donde trabajaba mi papá”

Comenta que está en un colectivo porque en solitario las autoridades no les hacen caso, porque gracias a que este colectivo presionó, se va a realizar un cateo en el lugar donde su papá trabajaba.

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