Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Como en todas las familias, hay hijos brillantes y talentosos por un lado, y hay mediocres y perversos por el otro; parece ser una ley de la naturaleza, ya que no existen familias perfectas. Lo mismo ocurre en los gobiernos, donde se juntan eminencias al lado de pelusas. En el de Américo Villarreal trabajan personas de alto perfil y amplia experiencia que dan la nota alta en esta administración. Pero también trabajan “patitos feos”, como algunos que han acudido al Congreso del Estado.
Más bien debemos hablar de patitas feas, en sentido figurado desde luego, ya que fueron tres secretarias, durante la ronda de comparecencias en el Congreso Local, las que exhibieron su ineptitud para el puesto que ostentan.
La presentación, en esta misma tribuna, de Jesús Lavín Verástegui, secretario de Administración, no hizo más que resaltar las miserias intelectuales de sus homólogas, ya que él es uno de los funcionarios con mayor currículum y capacidad de la actual administración.
Si ustedes revisan nuestra publicación de octubre de 2022 verán que habíamos presentado un cuadro del gabinete de Américo Villarreal, donde separábamos a los funcionarios de mayor nivel de aquellos “piratas”, esos que rellenan las administraciones a causa de compromisos suscritos más por la cúpula del partido que por el candidato en sí. Bueno, este ha sido el caso.
Por eso resultó una lección de conocimiento, claridad y rigor la comparecencia ante diputados del secretario Lavín Verástegui, y más su conferencia de prensa posterior, ya que debió responder las preguntas de las reporteros sin leer papeles y sin eludirlas. Y lo hizo con profundidad y elocuencia.
Luego vino una lección de equivocaciones y errores garrafales sobre lo que nunca se debe decir delante de un micrófono y en un lugar público.
Pocas veces puede verse una tercia tan incapaz como la que se presentó este martes pasado. Los periodistas no recuerdan haber tratado con funcionarias tan desorientadas y raquíticas.
Y como sucede en estos casos, el nivel de los diputados se igualó al de ellas, y las cosas tomaron el aspecto de un pleito en el mercado entre dos verduleras por un kilo de tomates.
Olga Sosa, secretaria de Trabajo, llegó al Congreso del Estado con la intención de armar un circo si le preguntaban sobre Sergio Carmona, y eso fue exactamente lo que sucedió. En vez de responder puntualmente, bromeó y se burló de los cuestionamientos de las diputadas panistas (quienes, a su vez, tienen su propio Carmona o padrino: Francisco García Cabeza de Vaca).
Nunca olvidarán la voz de Sosa, pero no por sus ideas elevadas o su defensa del derecho, sino por su voz aguda y atiplada, que ella insistía en subir de volumen a pesar de la molestia que causaba.
Sinceramente, causó pena ajena oír como negaba su amistad con el extinto empresario, luego de haber estado pegada a sus costillas hace apenas un año. La escena de Pedro negando a Jesús se sigue repitiendo con otros personajes y en otros ámbitos desde entonces.
Otra que no tiene nada qué hacer en un foro de discusión es Katia Lizeth Saldívar Lartigue, Secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente. Mejor dicho: no tiene nada qué hacer en un gobierno estatal.
No vale la pena comentar su comparecencia porque realmente está en blanco y no sabe nada de la dependencia. A funcionarios así, al menos, se les capacita para nunca aceptar públicamente que no saben algo, y aprenden a encontrar la forma de ofrecer la respuesta más tarde o en privado, o piden tiempo para revisar informes. Lo que sea, menos confesar que se ignora el tema.
Sin embargo, Katia Lizeth está desahuciada como servidora pública y no pudo evitar decir estas frases: “Eso no lo puedo contestar”, “Ese dato ahorita no lo traigo”. Quienquiera verificar esto, ahí está el video en Fecebook todavía.
Otra funcionaria“light”, sin “calorías”, fue Ninfa Cantú Deándar, secretaria de Desarrollo Económico. Desconocimiento, ineptitud, frivolidad y hasta pánico escénico derrochó la exeditora del periódico El Mañana de Nuevo Laredo. Ojalá que la gente no tenga tan mala impresión de los periodistas después de verla a ella como servidora pública. ¡No todos estamos así!
Ninfa ni siquiera sabe leer correctamente las hojas que le redactan sus auxiliares, y hasta dijo al aire que la confundían “tantos papeles”; eran solamente como siete cuartillas. Quién sabe si no está acostumbrada a leer.
Si nos preocupan las tranzas de Cabeza de Vaca y el malgasto que cometió, debería también indignarnos que se invierta en los sueldos de secretarias como Olga, Karla Lizeth y Ninfa. Pagar a alguien incompetente también causa un daño a las finanzas públicas.
La cara talentosa de este gobierno se encuentra en Adriana Lozano, la Tesorera; en Lucía Aimé Castillo, de Educación, y en Tania Contreras, la Jurídica, y es injusto que ellas y las anteriores se encuentren en un mismo nivel cuando objetivamente son más aptas y experimentadas. Hay que gobernar con humanismo… pero no tanto.