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Felipe Garza, el “nuevo rostro” de Morena en la Segob de Tamaulipas.
Por: Mauricio Fernández Díaz

Ya es imparable invasión de priistas en la 4T Tamaulipas

Ciudad Victoria.- Una de las principales razones del éxito de Morena y la 4T es el rechazo de la gente a los gobiernos del PRI y el PAN, a la decepción causada por la corrupción y la indiferencia de estos partidos. El pueblo piensa con el corazón, se puede decir, y no se equivoca, pues hechos son amores y poco o nada recibieron de ambos. Por sus 80 años de autoritarismo, se puede llamar al tricolor el enemigo de la democracia. Pero Morena se contradice y causa confusión a sus seguidores cuándo incorpora a priistas del más rancio pasado al gobierno transformador. ¿De qué sirve el voto de castigo contra estos si Morena los premia con puestos? Ahí están Felipe Garza y Ricardo Rodríguez como ejemplos.

A la gente que sigue de buena fe a Morena esto la ofende y la enfurece, ya que los viejos priistas son responsables, en parte, del rezago y la pobreza actual. Los consideran deshonestos, pues muchos de ellos ahora son ricos y dueños de ranchos. ¿Dónde está aquello de que «no somos iguales»? Son prácticamente los mismos.

Estas contradicciones del movimiento son oxígeno puro para la oposición y consiguen poner en duda las verdaderas intenciones de Morena. Si el movimiento se ha convertido en refugio de los peores priistas, entonces no busca un cambio verdadero. Quizás no sean muchos los arrepentidos del morenismo, pero cada vez son más los que siguen al PAN y sus aliados.

Y así, les guste o no los militantes de izquierda, los viejos priistas entran porque entran, como lo acaba de hacer Felipe Garza Narváez.

Expresidente estatal del PRI, exlíder del Congreso del Estado, Garza Narváez no necesita presentación para los conocedores de la política tamaulipeca. Le debe todo al Revolucionario Institucional, particularmente al exgobernador Eugenio Hernández, preso por corrupción y con pedido de extradición a Estados Unidos. Don Felipe renunció en 2017, un año antes de la victoria histórica de López Obrador en la elección presidencial, y alcanzó a tomarse foto con el tabasqueño, vestido con chaleco guinda y la palabra MORENA al frente y a la espalda. Pasó 43 años como priista, pero no le tomó ni cinco minutos trasverstirse de 4T con una casaca.

Fiel a su cantinflismo, a no pasar de las palabras a los hechos, afirmó en una carta pública que con su renuncia no buscaba entrar a otro partido. Mentía: iba corriendo al movimiento lopezobradorista, donde ya lo esperaban. Decir la verdad le habría acarreado el encono de miles de seguidores, que ya crecían como la espuma para apoyar al tabasqueño. Le recomendaron, pues, no anticipar anuncios, aunque muchos analistas y observadores, como nosotros, ya sabíamos lo que pasaría.

Calladito, en noviembre de 2019, Felipe Garza asumió como delegado de la Segob en Tamaulipas. Los morenistas debieron tragarse su orgullo al ver a un integrante del viejo régimen en un cargo del gobierno construido por ellos; nacía en ese momento el vicio de la 4T: invitar al pueblo a sacar al PRIAN del poder, pero integrar a estos últimos en la administración, ya perdonados y redimidos, a despecho de la militancia y de los luchadores sociales.

Garza Narváez dejó la delegación en octubre de 2020 para dedicarse a asuntos personales. Era otra de sus mentiras: un año después, en octubre de 2021, levantó la mano para contender por la candidatura de Morena al gobierno de Tamaulipas.

Como el chiste se cuenta solo, don Felipe no pasó del primer filtro en la etapa de preselección, claramente repudiado por las bases, y de nuevo sacó una excusa para hacerse a un lado: dedicarse a su ranchito y a su familia.

Y por último, el pasado 15 de febrero, Ricardo Rodríguez Martínez renuncia como delegado de la Segob, solo pasa cederle el cargo a Felipe Garza 24 horas después, el 16 de febrero. Un priista por otro priista.

La 4T debió recurrir nuevamente a Garza Narváez para resolver diversos asuntos en la delegación, ya que Ricardo resultó un fiasco y el puesto le quedó grande, o eso fue lo que trascendió en las mismas oficinas.

Ricardo Rodríguez Martínez, bastante más joven, llegó a ser diputado local del tricolor y presidente del Comité Municipal del partido en Ciudad Victoria. Este victorense apostaba a la continuidad del grupo político de Egidio Torre, pero era un espejismo, ya que el exgobernador jamás tuvo uno y su llegada al poder fue ocasionada por la trágica muerte de su hermano, Rodolfo Torre, el candidato en 2010.

“El día de hoy concluye una etapa más de mi vida. Concluyo muy contento, muy satisfecho y gradecido con mi jefe, el secretario Adán Augusto López Hernández”, con estas palabras publicadas en redes sociales, se despidió Rodríguez Martínez.

¿Qué resultados entregó Ricardo Martínez a la Segob? ¿Qué cambios se sintieron en Tamaulipas debido a su labor? ¿Qué informe rindió? Nadie sabe, nadie supo. Llegó como se fue, sorpresivamente, sin conmover a la clase política, a tal punto que algunos se enteraron de que había sido delegado federal hasta ese momento.

Mientras estos sean los “nuevos rostros” de la Cuarta Transformación, continuarán las luchas internas en Morena, las impugnaciones y el ‘fuego amigo’, porque la militancia sigue marginada de las invitaciones de gobierno, pero la explotan como operadores de campaña.

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