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Exigen desaparecer CDE del PAN

Por Mauricio Fernandez Diaz

Ciudad Victoria.- La nueva humillación sufrida por Acción Nacional puede traer un beneficio a su militancia, aunque no lo parezca a primera vista. Como en todo, se premia o castiga a personas e instituciones según sus resultados y, en este caso, Luis Cantú merece ya un correctivo ejemplar. Todo lo ha hecho mal: los procesos de selección interna, la comunicación social con las bases y ciudadanos y, por último, las campañas electorales mismas. La derrota del pasado domingo, en la elección extraordinaria de senador, abre las puertas de par en par para su destitución.

Lo que está ocurriendo en el PAN Tamaulipas es realmente serio, ya que se trata de un instituto político de amplia representación local, y que en otras épocas encabezó el cambio democrático y la defensa de la legalidad en el estado.

Estos elevados fines son la contradicción misma de los personajes que actualmente lo controlan: Francisco García Cabeza de Vaca, Ismael García Cabeza de Vaca y Luis Cantú Galván, alias el «Cachorro».

Es sabido de todos que los auténticos jefes del partido son los hermanos García Cabeza de Vaca, y que Luis Cantú está ahí solamente para poner su firma en actas y su rostro en las fotografías. Pues bien; aunque haya perdido la dignidad por complacer a esa familia, debe presentar cuentas de lo que ha hecho con el PAN y asumir las consecuencias él solo.

Con profundo desprecio, descartó a figuras de buen perfil para ser el candidato en la reciente elección. Los militantes leales supieron desde el principio que tenían la derrota asegurada como Imelda Sanmiguel como propuesta para la senaduría. Fuera del grupo de Gerardo Peña, Francisco García e Ismael García, nadie la conoce. Nunca se ha acercado a las bases ni maneja una agenda pública relevante. Hace lo que le ordenan, igual que Félix el “Moyo García.

En mala hora la comisión electoral la nominó como candidata, pero el Cachorro avaló ese desatino como dirigente estatal; pudo antes analizar cuadros, convocar a la unidad o hacer acuerdos con los diferentes liderazgos, pero quizás es pedirle demasiado. Su sabiduría política consiste en obedecer a Francisco e Ismael, y olvidarse del resto del mundo, aunque signifique la derrota del panismo.

En resumen, Imelda, el Cachorro, y los fracasos electorales, los tres tienen una raíz común: el secuestro de Acción Nacional en poder de los García Cabeza de Vaca. Mientras persista esa influencia, continuará la desintegración del PAN Tamaulipas, partido que llegó a ser la primera fuerza política en 2016, y que ahora sirve de tapete a Morena en el estado.

Sin embargo, se ha encendido una luz para echar a los actuales dueños del partido, y lo ha hecho un panista de larga carrera, José Julián Sacramento. Y lo que recomienda no tiene nada de conciliador ni de amistoso.
A Sacramento le han colmado su celular con cientos de mensajes en los que le preguntan cómo recuperar al partido. Su respuesta ha sido categórica: con una protesta callejera en la sede panista.

“Cuando hay una manifestación masiva de miembros activos del PAN con derecho a voz y a voto, ellos (los del Comité Ejecutivo Nacional) tomarían la opción de poner una delegación y designar a un hombre o una mujer al frente del partido”.

Imponer a un delegado tampoco es la salida más democrática a la crisis del PAN en Tamaulipas, pero es preferible, en opinión de Sacramento, a dejar un día más en el cargo a alguien tan nulo y antipanista como el Cachorro.

Porque la crisis es absoluta: electoral, política y de legitimidad. Panistas hay, pero nadie quiere trabajar con Luis Cantú, ni con Ismael ni con Sanmiguel.

“Necesita irse todo el Comité Directivo Estatal, que son los mismos; es la misma pandilla. El Cachorro no trabaja para el PAN, él obedece instrucciones superiores de los hermanos Cabeza de Vaca, y él hace lo que le ordenan”.

José Julián Sacramento concedió una entrevista exclusiva a Sentido Común, y reveló que ya se agita un movimiento en contra de los dirigentes actuales. Este es el momento adecuado, ya que se acerca el año electoral siguiente y después no habría forma de nombrar a un delegado. Se descarta una elección interna porque los Cabeza de Vaca dominan los órganos. Simplemente hay que destituirlos y dejar a un encargado.

Sin embargo, el proceso debe comenzar con una manifestación. “Es la única forma en que el Comité Ejecutivo Nacional volteé a ver a Tamaulipas”.

La intención de los cabecistas, sostiene José Julián, es apropiarse de las candidaturas del 2024, principalmente de la senaduría plurinominal, ya que los números del PAN son tan bajos en la entidad que quedará otra vez en segundo lugar, pero eso le daría derecho a una senaduría, como primera mayoría.

Incluso, los Cabeza de Vaca ya tienen a ese candidato, o más bien candidata: Imelda Sanmiguel Sánchez, la perdedora de 2023.

Son tan obvias y groseras sus intenciones que cada vez se sumarán más panistas en su contra, entre los que hay que contar a los simpatizantes de Chucho Nader Nasrrallah, el mejor alcalde de México y el panista más aprobado en la entidad, sacrificado absurdamente por la neoladerense.

A esos conservadores que gustan tanto de las marchas, agréguense al bloque que protestará contra Luis Cantú Galván.

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