Política

Vaga Morena sin liderazgo en Tamaulipas

Por: Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- La reciente actividad política en Tamaulipas ha desnudado la falta de un líder real en Morena, de un mando que ejerza influencia, encauce el movimiento y dirija a alcaldes y diputados militantes a un objetivo específico. Justamente, no hay un objetivo único sino varios, tantos como morenistas son, ya que todos tienen uno propio y ven por el suyo. Esta actitud ha sido evidente en la elección del candidato a senador, en la designación de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso del Estado, y en el aislamiento de los alcaldes morenistas en asuntos del partido. A este paso, la 4T podría debilitarse en la entidad y propiciar escenarios desastrosos en 2024.

Afirmar la ausencia de autoridad en Morena Tamaulipas y reconocer las preferencias a su favor no implican ninguna contradicción. Todo mundo sabe que el respaldo ciudadano está condicionado a los apoyos federales, y que son estos, en realidad, los causantes de los triunfos electorales. El otro elemento que pesa es el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el político más carismático del país, a pesar de sus pifias y desatinos. A los tamaulipecos les basta con eso para apoyar a la 4T sin seguir a ningún líder local.

En cuanto al papel que juega Yuriria Iturbe Vázquez, presidenta de Morena en Tamaulipas, valga decir que es la nueva Enrique Torres del partido: un cero, un florero, un objeto decorativo para aparentar equipo e institucionalidad. En los hechos, nadie la consulta ni para preguntarle la hora, ya que se la saltan y hacen acuerdos directamente con Mario Delgado o aún más arriba.

De haber una auténtica presidenta estatal nunca hubieran ocurrido las disputas que hoy dividen al Grupo Parlamentario de Morena por el control del Congreso del Estado. Es atribución de los presidentes del partido proponer o indicar al jefe de la diputación, y más aún al responsable de la Junta de Coordinación Política. Ninguno de los legisladores, ni de chiste, la ha consultado para dirimir un tema tan serio.

Por este motivo, la llegada de Úrsula Salazar Mojica a la presidencia de la Jucopo no solo molestó al PAN sino también a varios de sus compañeros morenistas. Se esperaba ese cambio después del triunfo de Américo Villarreal en la gubernatura, y al fin sucedió el viernes pasado. Pero la 4T carece de una jerarquía real que organice al grupo, y Ursula madrugó a sus correligionarios para ocupar el cargo.

El descontento dentro de la diputación morenista es evidente, por más que lo quieran camuflar de convivencia pacifica. Dijo ella: “De momento, nadie me ha manifestado la intención de querer la Jucopo… así que seguimos igual como estamos. Yo, de momento, estoy al frente”. En el fondo de su corazón, quiere serlo permanentemente.

Ante esto, le preguntaron al diputado Eliphalet Gómez Lozano si apoyaría la permanencia de Úrsula. “No lo hemos pensado hasta que se haga la plenaria. Tiene que ser una decisión consensuada. No sabemos si va a ser ella o alguien más”. ¿Es este un ejemplo de unidad o de equipo?

Como esas gallinas que corren de un lado a otro sin cabeza, así se mueve Morena Tamaulipas, topando a unos con otros, sin dirección, sin guía y sin brújula.

Úrsula Salazar, de cierto modo, ha querido apoderarse del grupo morenista en el Congreso del Estado, pero la falta todo para convencer : conocimientos, respaldo e imagen. Deslumbró al principio por su parentesco con el Presidente, pero eso ya se superó y nadie le teme, si bien la respetan como a cualquiera otro.

Imaginen a Úrsula, líder del Poder Legislativo en Tamaulipas. Ahora entendemos aquella frase de Jesús: “¿Desde cuándo un ciego guía a otro ciego?”.

El otro incidente que exhibió el hueco en Morena por la falta de liderazgo es la designación de José Ramón Gómez Leal como candidato a la elección extraordinaria de senador. El anuncio se pareció más a un funeral que a una fiesta a la unidad del partido. Los perdedores de la contienda, sin decirlo, se sintieron traicionados por la opacidad del proceso de selección.

Después de la interna, cada quien ha tomado una ruta distinta: JR, con su grupo y los Siervos de la Nación; los otros precandidatos, el suyo, sin voltear a ver Gómez Leal ni desearle buena suerte. No hubo quien soldara las voluntades, quien tranquilizara los ánimos; no. Cada quien tomó su propio camino en vez de sin sumarse a una causa común.

Los alcaldes morenistas también se notan aislados del partido y sus procesos, como que nadie los toma en cuenta. ¿Morena no los considera más líderes en sus municipios, impulsores de las victorias, referentes obligados? Es muy raro lo que pasa en este movimiento. Quiere reescribir las reglas de la política pero las retrocede a tiempos autoritarios.

Morena ya controla el Gobierno del Estado, el Poder Legislativo y las preferencias electorales, pero se debilita internamente por la falta de un conductor, de un visionario, de un líder. Si no opera políticamente estos descontentos puede perder lo avanzado. Basta un día para derrumbar el edificio que se construyó en años. Eso le ocurrió al PAN, gran dominador del 2019, con 21 de 22 distritos ganados, que luego se desfondó con la llegada del imberbe Luis “Cachorro” Cantú.

Por lo pronto, lo veremos correr de un lado a otro, sin tino ni dirección, como gallina decapitada.

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