Política

La marcha de los camioneros

Por Oscar Díaz Salazar

De buen tamaño (longitud) fue el desfile de camiones, tractocamiones, y vehículos de carga pesada, que recorrieron las calles de Reynosa para protestar por el trato que reciben de los autoridades de tránsito (vialidad), y por la pretensión de aplicarles un cobro por circular en la ciudad. La aplicación de tarifas por transitar en la marcha urbana, para los vehículos de carga, ya fue aprobada por el Cabildo, y esta misma semana se valida (o no) en el Congreso del Estado.

Entiendo que los incentivos (negativos y monetarios) son instrumentos que tiene la autoridad para buscar el bien colectivo, aunque en esa búsqueda del bienestar de las mayorías, se limite a las minorías, en este caso a los transportistas, choferes y propietarios de vehículos de carga pesada que, de autorizarse el cobro, tendrán que limitar su ingreso a la ciudad o pagar por hacerlo.

En defensa de la medida ya aprobada por el Ayuntamiento, puedo recordarles el caso del derrame de hidrocarburos, – diésel o güachicol – que hace un par de años se presentó en las calles de la colonia Virreyes, Country y Ribereña, originada por una fuga de un tanque cisterna (pipa), de las muchas que dejaban abandonadas en la vía pública y que eran propiedad de una empresa que tiene sus oficinas en la colonia Virreyes.

Son frecuentes los casos, y se observan por toda la ciudad, de choferes de trailers, camiones, camiones de volteo, auto tanques, y vehículos diversos de carga, pasaje y usos especiales, que estacionan esos vehículos grandes en las calles de colonias populares, de clase media e incluso residenciales.

Considero que se deben emprender acciones para beneficio colectivo, de las mayorías por encima de las minorías. Repruebo que se dicten instrucciones y se gobierne con propósitos recaudatorios. Repruebo los abusos de la autoridad.

Respeto, valoro y soy consciente de la importancia del transporte de mercancías y personas. Reconozco la valiosa labor de choferes, administrativos, personal de logística y empresarios del autotransporte.

Pero también reconozco las razones del gobierno municipal y su derecho (y obligación) de cuidar el patrimonio colectivo, las calles, las banquetas, la movilidad urbana, la limpieza de las calles.

Cuando se busca modificar el status quo, cuando se pretenden cambiar las cosas, se rompen los equilibrios y se genera malestar en los sectores afectados. Eso es lo que ocurre hoy en Reynosa. Y eso no necesariamente es malo. Esperemos que el proceso termine bien, que en el estira y afloja, prevalezca el interés colectivo.

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