La Comuna
La era de Arnulfo
José Ángel Solorio Martínez
En la Sección XXX del Sindicato de Trabajadores de la Educación (SNTE) cuya sede es Tamaulipas, no ganó el pasado, ni el futuro; ganó el presente, el cual, paradójicamente, representaba el porvenir del magisterio.
Eso lo vieron, los grupos profesorales más avezados.
Naif Hamscho, apuntalado por las corrientes que llegaron con el PAN al sistema educativo estatal, representó la entronización del lucro y el saqueo con las cuotas y los recursos de los profesores tamaulipecos. Era público, que este candidato y su principal patrocinador –Ismael García Cabeza de Vaca– tenían en el centro de su interés las instituciones de ahorro del sindicato que pueden tasarse en miles de millones de pesos.
De la misma forma, el candidato, tenía la tarea de operar como contrapeso a la IV T en las áreas educativas gubernamentales, en las cuales instaló con apoyo del entonces gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, toda una red de funcionarios afines al panismo cuya relación más maciza fue la complicidad para el saqueo y el pillaje.
Mario Gómez Monroy, ex secretario de la SEP, también auxilió –con su viejo legado– mucho a este aspirante para lograr una nada desdeñable cantidad de votos.
Todos los cuadros administrativos plantados en la estructura educativa pública, facilitada por Gómez Monroy y el dirigente de la Sección XXX que se va, realizaron escandalosos estropicios que hoy siguen dañando a maestros y alumnos.
Abelardo Ibarra, vendía futuro. Aseguraba que la IV T, lo impulsaba y algunos le creyeron. Quizá su principal error, fue dejarse ayudar por quien se dice el mega secretario de la administración americanista: Fernando Arizpe García. Con esa visión de porro que no le ha abandonado, utilizó amenazas y amagos contra maestros que simpatizaban con Arnulfo.
Arizpe García, ancló en el más oscuro pasado la candidatura de Abelardo. Dio la certeza a los mentores, que este aspirante a liderearlos, no sólo no significaba un buen futuro para la Sección XXX; al contrario: lo remontó a uno de los pasados más ominosos de la vida universitaria tamaulipeca.
Arnulfo Rodríguez, se movió entre la cuestionada candidatura de Hamscho y la engañosa postulación de Abelardo. Le apostó, al pasado glorioso del magisterio regional y a los núcleos de educadores egresados de las escuelas rurales.
Fue esa, su estrategia más certera.
La mayoría de los afluentes sindicales que lo apuntalaron, fueron profesores que trabajan frente a pizarrón; es decir: a los verdaderos operadores del proyecto educativo, vigente que se nutre con lo mejor de la filosofía y la práctica de la Nueva Escuela Mexicana. (¿Qué? Dirán, los educadores de Naif y Abelardo; esos, que lograron a base de malas artes, exorbitantes salarios y envidiables prestaciones, sin saber ni qué pedo con el proceso educativo tamaulipeco).
Resultó contundente la votación de los maestros; el voto a favor de Rodríguez, fue la respuesta a una época de inclemente saqueo bajo el amparo del poder gubernamental y la contundente negativa para que ese negro período se repitiera.
El nuevo líder, ahora tiene una grande responsabilidad: escuchar el mensaje de los miembros del SNTE en la región, en el cual exigen la superación de esos pasados tan vergonzosos y evidencian la saludable demanda de la entrega de cuentas claras de sus ahorros y prestaciones, como urgente prioridad.
¿Y la relación de la Sección XXX con la SEP?
Sin duda: ganó la opción más sana.
Triunfó, el aspirante de mayor colmillo político.
Aparte: ni a la SEP ni al SNTE, conviene un distanciamiento.
Ilustra, un axioma de la sapiencia popular: no hay borracho –ni abstemio– que trague lumbre…