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Enfrenta solo gobernador Américo Villarreal crisis humanitaria

Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Ganar la elección del 5 de junio ha cambiado radicalmente la vida de Américo Villarreal Anaya; ahora trabaja el doble, pasa menos tiempo con su familia y debe resolver problemas de otros. Pero, a diferencia de los gobernantes pasados, ha asumido estas tareas con dedicación y entrega, pues se preparó mentalmente para este momento. Sin embargo, la carga de responsabilidades se la han hecho más pesada sus propios aliados, como el alcalde de Ciudad Victoria, quién desató el conflicto con los trabajadores del Ayuntamiento y se lo traspasó al doctor Villarreal, o como el gobierno central de la 4T, que lo ha dejado solo en un asunto difícil como la crisis de migrantes en la frontera.

Son conflictos de repercusiones ciertamente desiguales, pues el sindical es una protesta permanente que puede subsanarse con una negociación eficaz. El de los migrantes, en cambio, adquiere tonos dramáticos por la gran cantidad de familias varadas en ciudades fronterizas casi sin nada y expuestas a las temperaturas congelantes de estos días.

Todo ha sido cuesta arriba para Américo Villarreal desde que inició el camino a la gubernatura. Nosotros, los ciudadanos, debemos sentirnos afortunados de que sea él y no otro quien maneje los asuntos del estado; alguien impulsivo como Cabeza de Vaca hubiese resuelto crisis como esta a golpe de procesos judiciales y arrestos. Es decir, a golpe de represión. El doctor Villarreal se muestra paciente y comprensivo con estos temas. Esto y más lo empeña en la crisis actual de migrantes pero, por desgracia, no es suficiente.

Se requieren recursos económicos, fondos para atender a las personas, a los niños y a los adultos mayores que se amontonan a unos pasos de los puentes fronterizos; no importa que provengan de Centroamérica, del sur o del otro extremo del mundo. Son migrantes que huyen de amenazas de muerte, de dictaduras y de lugares peligrosos para vivir. Algunos incluso son mexicanos que también buscan asilo en Estados Unidos por las mismas razones.

El asilo es un derecho que reconoce Estados Unidos a las personas que proceden de países con las condiciones descritas, pero todo cambió a raíz del Titulo 42, promulgado por el presidente racista Donald Trump.

Antes, estos migrantes podían permanecer en suelo americano mientras tramitaban su visa de asilado. Con el título 42 esto se perdió. Ahora debían esperar fuera de Estados Unidos hasta resolverse su solicitud, lo que podía ocurrir en cualquier momento o meses después. La consecuencia de esa incertidumbre es el actual hacinamiento en ciudades mexicanas con cruces a la Unión Americana.

El Título contiene además una orden inmediata de expulsión a los solicitantes de asilo que ya estaban avecindados en Estados Unidos, y todo empeoró más. Miles de personas fueron dejadas en el lado mexicano en pocos días.

México aceptó recibir a esta población desterrada por un acuerdo entre gobiernos nacionales que implicaba varios temas de cooperación. Al hacerlo, se creyó que apoyaría a los estados que atendieran a estos refugiados, como Tamaulipas, pero eso nunca sucedió.

La situación en Matamoros y Reynosa, particularmente, es dolorosa. Representantes de derechos humanos la califican ya de crisis humanitaria. “No tienen ni cómo cubrir sus necesidades básicas y hasta sus necesidades fisiológicas”, dijo recientemente Julio Almanza Armas, dirigente de la Confederación de Cámaras de Comercio.

En Matamoros, las plazas, calles y arboledas de la colonia Jardín, cerca del puente internacional, están ocupadas por estos migrantes, quienes simplemente se tienden en el suelo a esperar su llamado para entrar a Estados Unidos. Y como eso es lo único que desean, no se mueven ni un centímetro de ahí.

Antes esta calamidad, el gobernador Américo Villarreal ha ordenado atender a los expulsados y gestionar la crisis de la mejor forma. Pero es demasiado. Se necesitan recursos para abrir albergues, para brindar servicios médicos, para ofrecer alimentos y para limpieza e higiene personal. Sin embargo, el Gobierno Federal de la 4T no ha enviado nada.

Los tamaulipecos se han conmovido más de esta gente que los creadores de “La esperanza de México”. Es el caso de la ex Casa del Adulto Mayor, en Reynosa, donde los ciudadanos apoyan a más de 200 extranjeros. Su esfuerzo, no obstante, se queda corto, pues faltan alimentos y ropa para bebé. El municipio no puede solventar ni un vaso de agua extra, ya que apenas se sostiene con lo que recibe.

No es la primera vez que el gobierno central se desentiende de Tamaulipas. En octubre, prometió adelantar 2,000 millones de pesos para cubrir gastos de nómina y maestros. Pero a sus palabras se las llevó el viento, y el gobernador Américo Villarreal debió solicitar al menos dos préstamos bancarios para tener liquidez.

Así, se le ve al doctor Villarreal activo e interesado en el conflicto laboral con el Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento, y lo mismo con la crisis de migrantes. Se le ve al pie del cañón, como se dice. Y también, se le ve solo. La 4T, desde el corazón del país, se nota lenta, ajena y distraída.

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