Por: Mauricio Fernández Díaz
Falta unidad entre alcaldes morenistas y el gobernador Américo Villarreal
Ciudad Victoria.- El hecho de que el mismo partido ostente la gubernatura y las principales ciudades del estado debería ser motivo de fortaleza y tranquilidad para ese grupo político, pero en la realidad no siempre sucede así. Aunque algunos sientan deseos de reformar al país, de trabajar en su transformación, lo cierto es que también los mueve el interés personal, que es muy lícito. Sin embargo, alguien tiene que poner las miras a mayor altura, sobre todo en Morena, donde parece que los alcaldes y el gobernador van por caminos distintos aunque representen, en teoría, lo mismo.
Son varios los analistas que ven un trato frío y reservado entre el doctor Américo Villarreal y los ediles de Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros e incluso Victoria. Pero, ¿qué se reservan si todos forman parte del movimiento de López Obrador? Hay muchas intenciones, en efecto, que conviene reservarse, ya que el grupo Victoria ha cobrado protagonismo nuevamente en la política estatal y las otras regiones quieren disputarle espacios de poder. Aunque todo es Tamaulipas, Ciudad Victoria no es Nuevo Laredo, ni Reynosa es Tampico.
Es necesario explicar de dónde viene cada uno para entender el contexto de esta relación y su desarrollo futuro, pues no se trata propiamente de una crisis, pero tampoco los une a todos la misma finalidad, ni se comportan como seguidores que vayan detrás de uno de ellos.
En Tamaulipas se repiten las mismas circunstancias del fenómeno López Obrador, en el que el carisma personal arrolla la imagen de un partido. Millones de personas apoyan al tabasqueño, pero son incapaces de decir qué significa Morena. Por otra parte, las figuras del instituto actúan igual que los fanáticos y, en vez de buscar el favor del partido, van tras el favor del Presidente.
En el estado solo hay una persona verdaderamente cercana y apreciada por el Presidente, y es el doctor Américo Villarreal. El tabasqueño decidió apadrinarlo desde la elección del 2018 y lo ratificó en 2022, con la candidatura de gobernador y en su lucha contra Francisco García Cabeza de Vaca, enemigo común de ambos.
En 2021, para las elecciones municipales y las diputaciones locales, se negociaron candidaturas a través de Mario Delgado, dirigente nacional e interlocutor designado por el Presidente para asuntos partidistas. Cuenta la leyenda que Delgado puso precio a estas designaciones o condiciones económicas para merecerlas. Lo cierto es que los nominados debieron arriesgar su dinero y su prestigio para ganar la elección.
Los ganadores del 2021 se convirtieron de manera natural en los operadores de la elección estatal de 2022. Como todos saben, los alcaldes manejan la estructura de promotores del voto y su papel es decisivo en el resultado, tanto por su colaboración directa como por la percepción ciudadana hacia el partido gobernante. De este modo, el doctor Américo Villarreal salió vencedor en los comicios, pero quedaron algunas insatisfacciones en los presidentes municipales.
En este punto se presenta la primera malinterpretación entre morenistas estatales: los acuerdos suscritos con Mario Delgado son de Mario Delgado; el doctor Villarreal no tiene por qué cargar con ellos. De hecho, apoyar en las procesos electorales que les correspondiera fue también parte de los acuerdos con el líder nacional, no con los alcaldes. El gobernador no les debe nada, ya que su verdadero compromiso es con los ciudadanos, a quienes debe cumplir lo más pronto posible.
En cambio, los alcaldes morenistas ya cumplieron un año en el poder y casi todos han sido reprobados por sus gobernados. Para conocer sus más sinceras opiniones basta con leer los comentarios que publican en las redes de sus ciudades de origen, en vez de fiarse de los sondeos arreglados que los ediles mandan a hacer a Monterrey o a la Ciudad de México, donde aparecen en primer lugar de aprobación por turnos, un mes este y al siguiente aquel, revelándose la estafa.
Exactamente: una estafa de gigantes proporciones ha resultado Carmen Lilia Canturosas, electa gracias a una campaña costosa que no ha traído paz ni prosperidad a los neoladerenses, ya que la inseguridad sigue frenando la economía de la ciudad y ha rebasado a la alcaldesa y a sus novatos colaboradores. Estafa ha sido también la administración municipal de Reynosa, con problemas de agua, limpieza y ahora de crisis humanitaria con los migrantes. Y de Lalo Gattas, de Ciudad Victoria, ¿qué fiasco no podría decirse si prácticamente ha fallado en todo: seguridad, economía, servicios públicos? Es como si estuviera todavía en 2021: no ha empezado a gobernar, pero ha sabido como derrochar, al grado que wl Ayuntamiento está en plena paralisis económica debido a la pesima administración y el derroche del erario.
Los únicos que pasan con buenos resultados son Mario López, la Borrega, de Matamoros, y Adrian Oseguera Kernion, de Ciudad Madero. Escuelas, infraestructura urbana, pavimentación, plazas y parques renovados, todo se ve. A ellos los respalda incluso el presidente López Obrador, ya que ha hecho como cuatro o cinco visitas a Matamoros y otras tantas a Ciudad Madero.
Fuera de estos ejemplos, los demás son un lastre para el gobernador Américo Villarreal Anaya, quien tiene que soportar no solo sus malos resultados sino también sus desplantes y poses ridículas para llamar su atención. Pues lo han logrado: ya los ha visto y los recuerda, pero no con agrado.
Sale a la luz, entonces, que no es el mandatario sino los alcaldes los causantes de la dispersión de la 4T en Tamaulipas, de la falta de unidad en torno al proyecto. Están a tiempo de recapacitar antes de encender la ira del presidente López Obrador. Si no quieren creer en su desprecio, que le pregunten a Ricardo Monreal.