Gaby se arrojó y Ariadna apareció muerta: viajar en taxi ahora es una pesadilla para las mujeres
Aunque las mujeres son las que más ocupan los servicios de taxi, la violencia ejercida por los conductores ha dejado repercusiones psicológicas en las mexicanas.
Con medio cuerpo fuera de la ventana, una joven de 25 años pedía a gritos que la ayudaran escapar de un taxi con cromática de la Ciudad de México que la había secuestrado. Lidia Gabriela murió tras arrojarse del auto que circulaba a alta velocidad sobre Ermita Iztapalapa, luego de que el conductor se negara a dejarla en el Metro Constitución de 1917 el pasado 3 de noviembre.
La pesadilla del taxi se ha repetido bajo diferentes matices con el rostro de mujeres como Mara Fernanda Castilla Miranda (19 años), Debanhi Susana Escobar Baldazúa (18 años), Cinthya Gabriela Moreno Hernandez (25 años), y, el más reciente, Ariadna Fernanda López Díaz (27 años). Ellas, y muchas otras, comparten esa historia, todas jóvenes víctimas de la violencia, negligencia e injusticia de un país que se encuentra entre los 20 más peligrosos para ser mujer en el mundo, según el ranking US News & World Report.
El caso de Ariadna Fernanda aún se encuentra en proceso de investigación. Su familia ha negado que saliera en taxi de un bar de la Condesa, pero su muerte despertó la indignación de cientos de mujeres que día a día abordan estos servicios con la percepción de sentirse más seguras. Además, revivió uno de los extremos más crudos de la realidad mexicana: viajar en taxi privado o de aplicación se ha convertido en una actividad de alto riesgo para las mujeres.
Tan solo en 2021, una solicitud de transparencia de la periodista Blanca Cortés dio a conocer que en la Ciudad de México se abrieron 69 carpetas de investigación por delitos sexuales en estos servicios, ocho fueron por acoso y 61 por violación.
“No te va a pasar nada”
Las mexicanas en todo tipo de espacios han sido alcanzadas por la violencia. Algunas han sobrevivido a estas experiencias como la actriz Paulina Goto, quien denunció que tuvo que arrojarse de un taxi de aplicación cuando el conductor con el que viajaba se negó a quitar lo seguros y bajar las ventanas con el argumento de que “no le iba a pasar nada”.
Bombardeadas por este tipo de experiencias, las mujeres mexicanas salen a trabajar, estudiar y vivir sin perder de vista que en su país asesinan a más de 10 de ellas al día, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
El propio Inegi ha dado a conocer en sus encuestas que son las mujeres quienes más usan los servicios de taxis (privado o de aplicación). La psicóloga Bianca Pérez, de Soerce, la Asociación de Psicólogas Feministas AC, señala al Heraldo Digital que esto se debe a que «en el transporte público se vive acoso sexual de manera constante y el transporte a través de aplicaciones cuenta con otras políticas para prevenir este tipo de violencias«, mientras que el uso de taxis públicos suele ser una opción cuando las mujeres buscan trasladarse de manera más rápida a sus destinos o cuando el transporte público ya no da servicio.
«El mundo está lleno de personas muy malas»
Una famosa tiktoker también vivió la pesadilla del taxi. Antonella, una modelo venezolana denunció que un conductor de aplicación la drogó mientras tomaba su viaje en CDMX. «Me empecé a sentir muy mal, se me empezaron a dormir las manos y no sabía qué hacer«, contó al detallar que el carro olía como acetona o tiner antes de que el hombre se negara a bajarla.
Tras escapar por sus propios medios, la modelo se acercó a un local comercial, pero las personas no le brindaron apoyo. «Cuídense mucho. Queremos que todas lleguen sanas y salvas a casa«, les pidió a sus seguidoras.
La denuncia se viralizó y llegó a miles de mujeres que viven en contacto constante con la violencia. Las noticias de este tipo, acompañadas de las propias experiencia de acoso y violencia sexual, pueden tener repercusiones psicológicas en las mujeres. La feminista Rita Segato interpretaba las noticias de esta naturaleza como una amenaza latente para generar miedo y mantener la estructura patriarcal.
«El hecho de percibirnos como posibles víctimas, dado que las mujeres víctimas de feminicidio o violencia sexual era mujeres comunes haciendo actividades con las que nos podemos identificar todas, activa todas nuestras alertas» dice la especialista, quien coincide con la psicóloga Julia Ulianique Moll de la Universitat de Barcelona al señalar que estos contextos se despiertan experiencias traumáticas, flashbacks o incluso puede desencadenarse síntomas de Trastorno de Estrés Postraumático.