Por :Mauricio Fernández Díaz
Tamaulipecos pagarán la factura de Olga Sosa como Secretaria del Trabajo
Ciudad Victoria.- Además de los sufrimientos causados por la pobreza, las personas de bajos ingresos soportan maltratos de la gente debido a prejuicios de clase. En un país con millones de acomplejados e inseguros, son comunes, por desgracia, los casos de discriminación. Urge entonces formar gobiernos de funcionarios cultos, comprometidos con el principio de la dignidad humana, pero a veces llegan incompetentes como Olga Sosa Ruiz.
La tampiqueña ha publicado historias nuevas en su Facebook desde que recibió el nombramiento como Secretaria del Trabajo. En esas fotografías hay una que ha causado disgusto a muchos internautas sin que ella lo note.
Es una imagen llena de luz y color: están un bolero, un cliente y Olga Sosa. En su banquillo, el lustrador saluda a la cámara y sostiene sobre sus rodillas un trapo manchado; el cliente posa desde la silla y sonríe mientras Sosa Ruiz se recarga en su costado y también sonríe. En la fotografía, el único ocupado es el bolero.
Entonces aparece una frase sobre la cabeza de los tres: “Es posible ser feliz trabajando honradamente”. ¿Alguien lo duda? Seguramente, ni ustedes ni yo, estimados lectores. Pero el mensaje de Olga insinúa algunas falacias sobre el oficio de bolero. A él va dirigido el mensaje, pues es el único que se esfuerza. Ha de ganar algo de dinero pero no lo suficiente como para comprar autos, iPhones o condominios en Velamar. Se cree que la gente feliz tiene esos lujos. Por eso la nueva secretaria le predica: “Es posible ser feliz trabajando honradamente (de bolero)”.
Pudo decir algo sobre la precariedad laboral, sobre empleo informal o sobre el trabajo de los adultos mayores, pero eligió adoctrinar o inspirar. En su red social abundan otras frases huecas como la mencionada. “La risa es el sol que aleja el invierno de nuestros rostros”, se lee.
Y si fuéramos como ella, escribiríamos una crítica chusca utilizando el álbum de sus proverbios ridículos, ante los cuales uno siente oír al Chapulín Colorado.
Pero la vida es seria, como sus problemas y pruebas a los que nos somete a todos, y eso nos obliga a tocar los temas fundamentales, en este caso, los del derecho y la seguridad laboral. Mientras la secretaria del Trabajo se toma selfies con excelente humor, aumentan los accidentes mortales en empresas del Corredor Industrial de Altamira.
En un lapso de 31 días, fallecieron dos empleados en instalaciones portuarias mientras cumplían sus deberes. Es un desenlace catastrófico para las familias y las empresas, el más grave de los accidentes laborales, y existen programas institucionales pare prevenirlos. Alguien ha dejado de supervisar los Comités de Seguridad y Salud de esos centros de trabajo, como lo demuestran los siguientes casos.
6 de septiembre. Un operador de carga y descarga se encaminó al área de vías para apoyar en las maniobras del ferrocarril.
Prensado entre las muelas de dos vagones, como un muñeco de trapo, colgaba uno de sus compañeros, muerto. Había quedado atrapado cuando agrupaban el convoy.
La Fiscalía verificó que el hombre había fallecido en el centro de trabajo. Fue identificado como Luis Ángel N, pero los datos de la compañía, extrañamente, se los reservaron.
Paramédicos del Puerto Industrial atendieron la llamada de emergencia para auxiliar a la víctima, pero todo fue inútil; había muerto en el acto, comprimido por las juntas de los vagones.
17 de octubre. Elfego N subió a una torre de comunicación ubicada en la azotea de una empresa del Puerto Industrial. Era parte de una cuadrilla que retiraba secciones de esa estructura.
Eran las 2 de la tarde de un domingo soleado. En piso, el resto del personal llamó a Elfego a comer, y éste comenzó el descenso, pues se hallaba a 8 metros de altura.
A media bajada, el hombre se precipitó repentinamente a pesar de utilizar el arnés y el cable de vida, según informaron los testigo. Elfego cayó sobre el techo de la empresa y quedó inerte.
De nuevo llegó la ambulancia del Puerto Industrial y levantó el cuerpo, pero ya no tenía signos vitales. Elfego N. fue trasladado a Servicios Periciales para determinar la causa de muerte. Sin embargo, la prensa informaba que traía puesto su arnés de seguridad.
En ambos accidentes, las Fiscalía General del Estado, los servicios de emergencia y API Altamira ocultaron el nombre de los empleadores cuando no existe razón legal para eso.
Dos accidentes mortales en empresas con una diferencia de 31 días exigen la rápida intervención de la Secretaría del Trabajo. El Puerto Industrial no tiene fuero especial para evitar el cumplimiento de las leyes laborales ni los derechos de los trabajadores.
También merece atención el cierre de la planta Lanex, dedicada a la producción de petroquímicos, que fue liquidada en septiembre y dejó sin empleo a casi 200 personas. Son jefes de familia que aumentarán la presión social en el municipio.
Otro tema fundamental es el fin del año fiscal y el periodo de revisión de los contratos colectivos de trabajo. Tamaulipas ha disfrutado de paz social en los últimos diez años, pero la inflación trae desesperada a la clase trabajadora y reclama mayores aumentos bajo amenaza de huelgas.
Se nota que Olga Sosa, como secretaria del Trabajo, es una magnífica arquitecta, su verdadera formación. Trágicamente, ella no lo padecerá sino los tamaulipecos.