Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victorial.- Por sus métodos antidemocráticos y oscuros, Morena siempre deja descontentos en sus procesos internos. Para ser un partido joven, cultiva vicios muy viejos. Se cuentan por cientos sus víctimas en elección de candidatos, consejeros, dirigentes y representantes. Cuando salen los resultados, el perdedor es un militante, y el ganador, un priista, un panista o un funcionario público con todo el poder para promoverse. Y no desdeñan las campañas de odio internas, campañas de Caín, para eliminarse. Esta desigualdad, en un partido supuestamente democrático, ya comienza a cansar, y el primero que ha dicho “¡Basta!” es Ricardo Monreal Ávila.
En Tamaulipas, desde hace un tiempo ya se rechaza a los dirigentes que arman procesos amañados o que no respetan acuerdos. La interna misma que designó a Américo Villarreal como candidato fue objeto de acciones legales para revertirla, aunque finalmente decayeron. Por cierto, en 2021 también se impugnaron las candidaturas y una de las más repudiadas fue la de Olga Sosa, actual secretaria del Trabajo. Por lo tanto, hay condiciones en el estado para dividir más a la Cuarta Transformación a causa de su autoritarismo.
Con la denuncia a Layda Sansores, gobernadora de Chiapas, el senador Ricardo Monreal ha enviado un mensaje a los morenistas maltratados o relegados por su partido: “Nunca te dejes”. Estas sencillas palabras se convierten rápidamente en un barril de pólvora para la 4T, ya que suele pedir la resignación a los miembros que concursan por una candidatura y quedan eliminados. El monrealismo se declara fundador del partido, leal al proyecto de izquierda y eminentemente lopezodradorista, pero insumiso, rebelde e inconforme con los dictados de sus dirigentes. A quienes sientan culpa por denunciar a su partido o criticar sus métodos, Monreal les dice “Defenderte del engaño no es atentar contra la 4T”.
La idea más peligrosa que ha sembrado el senador en la militancia vejada es que ningún directivo es el dueño del instituto: “Morena es de todos”.
En efecto, el partido parece llamar a la unión cuando hay que votar, cuando hay que repudiar al neoliberalismo, pero en asuntos de candidaturas y promociones, una pequeña camarilla toma las decisiones. La peor sospecha que pesa sobre la Cuarta Transformación es que simula elegir democráticamente para ocultar su preferencia por un precandidato. Es el caso, en la actualidad, de Claudia Sheinbaum, según todas las señales (incluidos costosos panorámicos esparcidos por todo el país y pagados por una asociación desconocida). Sin embargo, en cada proceso interno, ocurra en Sinaloa, Nuevo León o San Luis Potosí, siempre hay un favorito de la cúpula que termina imponiéndose “haiga sido como haiga sido”. Los tres mencionados, por cierto, no eran de Morena, sino dos del PRI y uno del Partido Verde.
El problema actual no es de precandidatos despechados sino de quién manda en el partido y a quién sirve. Esto último es de la mayor importancia ya que Ricardo Monreal es blanco de ataques arteros con uso de métodos prohibidos, como la grabación de conversaciones telefónicas. Decir que quieren domesticarlo es poco: lo quieren destruir.
Para Monreal no hay duda de que el propósito de estas descalificaciones es impedirle competir por la candidatura presidencial; sin embargo, no descarta incluso que lo quieran expulsar. Layda Sansores se ha prestado abyectamente a hacer el trabajo sucio, ya que ella, en lo personal, no gana ni pierde nada con las aspiraciones de Monreal. No son, pues, los planes de la campechana sino del círculo radical que apoya a Claudia Sheinbam. Como se ve, no hay igualdad de competencia en Morena (¡como siempre!), sino la fachada de elecciones libres.
Ante esto, el zacatecano, doctor en derecho constitucional, ha sacado la espada para repeler a Layda y dar ejemplo a los morenistas que se sientan reflejados en él. “No hay forma de que se escape”, dijo el senador. “No voy a ceder hasta que se cumpla con la ley”.
Conforme se acerca 2024, crece la rivalidad entre miembros de la 4T por las candidaturas que vendrán. No ha habido forma de pacificar el humor de los contendientes, y con razón: el partido los engaña porque impone a sus consentidos. Y Tamaulipas enfrentará pronto otro proceso áspero cuando se reúnan los morenistas para nombrar al candidato a la senaduría que está vacante. Monreal les ha indicado la ruta a quienes se sienten defraudados: denuncia, encarpeta y manda a tribunales a tus dirigentes.
Se habla que los alcaldes Mario López, Carlos Peña y Carmen Lilia Canturosas quedaron descontentos con el gabinete de Américo Villarreal; casi ninguno de sus operadores encontró cabida, no obstante que esos municipios ganaron por amplio margen, mientras que Victoria, con menor diferencia, obtuvo muchos nombramientos. El centro poder se está reduciendo inequitativamente a la capital, donde los últimos gobiernos victorenses se encuentran entre los más endeudados y más inseguros de los últimos 20 años.
No vemos una militancia sumisa ni obediente en Tamaulipas en los próximos años, ni siquiera en los próximos meses. Van a defender sus derechos, quizás con más vigor, si los quieren infantilizar otra vez con esas comparsas llamadas método de encuestas. Ya no será como antes, de agachar la cabeza. Y Ricardo Monreal les ha dado el ejemplo.