Por:Mauricio Fernández Díaz
Visitantes en Nuevo Laredo corren el riesgo de desaparecer para siempre
Ciudad Victoria.- La noticia de la desaparición y rescate de funcionarios coahuilenses, en Nuevo Laredo, dio alivio a sus familias y una sensación de triunfo al Gobierno de Tamaulipas, que difundió esta historia con final feliz. Sin embargo, esto parece ser más bien la excepción que la regla, ya que la mayoría de las denuncias de este tipo no se resuelven a satisfacción. Para muchas personas, viajar a Nuevo Laredo significa no volver jamás a su hogar.
Hace tiempo que suceden desapariciones siniestras en las carreteras o en el territorio de Nuevo Laredo sin que nadie busque remediarlo. Es un problema añejo que lleva varios gobiernos sin ser revertido pero que revela una realidad funesta que no debe obviarse. Si las autoridades del lugar fingen ignorarla, es un mensaje de que no piensan actuar. Los secuestros en carretera continúan, han aumentado en las últimas semanas, y Carmen Lilia Canturosas, alcaldesa de Nuevo Laredo, se queda callada como las piedras.
Entre las razones de la alternancia política en esa ciudad fronteriza, que abandonó a Acción Nacional para elegir a Morena, está precisamente la anarquía que priva en materia de seguridad. Un ejemplo del poder de la delincuencia sobre la autoridad local ocurrió el 25 de enero del 2018, en el parque Sialo, de Nuevo Laredo, donde el alcalde Enrique Rivas atinó a correr debido a una balacera que se desarrollaba en sus narices, dejando a su suerte a los invitados.
Ya habíamos advertido que el reto mayor de cualquier político que quiera gobernar Tamaulipas es la inseguridad, y que por esa razón partidos van y partidos vienen en el poder, reemplazados en cada elección. Y lo mismo que le pedían a Enrique Rivas, se lo piden ahora a Carmen Lilia Canturosas: respuestas. Nadie espera que persiga a la delincuencia organizada; se le exige que proteja a los ciudadanos (que emita alertas, que abra refugios, que comunique situaciones de riesgo), en suma, que se interese en los indefensos.
El rescate del alcalde de Guerrero, Coahuila, Mario Cedillo, y otros siete funcionarios, el sábado 14, ni siquiera merece tal nombre. Los delincuentes decidieron liberarlos después de la sensación causada en la prensa nacional. En lo esencial, hay respiro; en lo general, deja al descubierto el poder que ejercen los delincuentes sobre territorio tamaulipeco. “Quedó claro quién manda en esa zona… y no son los gobiernos estatales”, publicó el diario Reforma este domingo.
Desde el año pasado, Sentido Común advirtió sobre el crimen grave que acontece en las carreteras de Nuevo Laredo. Ha señalado que el gobierno de Cabeza de Vaca sesgó la información del tema de seguridad para destacar los indicadores que le convenían y callar la crisis de desaparecidos en esta ciudad fronteriza. A nuestro juicio, esta autocensura solo expuso a la gente a mayores peligros, y los datos sobre personas no localizadas lo confirman.
De 2016 a 2022, en el gobierno del panista, 1000 personas desaparecieron en las carreteras que comunican a Nuevo Laredo o al entrar a la ciudad. Es la localidad de Tamaulipas con el mayor número de gente no localizada. La mayoría de los incidentes han ocurrido en los kilómetros 26 y 100 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, en territorio neoladerense. Este punto ha sido como el Triángulo de las Bermudas para tráileres, automóviles, autobuses y transporte de personal; se adentran y jamás vuelve a saberse de ellos.
Pasar por ese tramo ha sido un infierno para familias regiomontanas, especialmente. Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León, una asociación dedicada a buscar personas, ha contabilizado 162 nuevoleoneses que se perdieron por ese camino. Estos datos, sin embargo, corresponden al periodo 2017-2021, y faltaría agregar los casos de este año, en el que se reporta una fuerte actividad criminal ahí.
Bastaría con este delito fuera de control, aunque hay otros, para cambiar a Irving Barrios Mojica de la Fiscalía General del Estado; si no funcionó con García Cabeza de Vaca, con quien coincidía, ¿cómo lo va a lograr con Américo Villarreal, con quien comparte poco?
Urge renovar la Fiscalía General y urge implementar una estrategia que comience a disminuir estos secuestros. El Gobierno de Tamaulipas ha improvisado operativos solo cuando se requieren, como en el caso de los funcionarios de Coahuila, retenidos por la fuerza durante 15 horas y liberados milagrosamente. Justamente, por improvisados, dieron la impresión de discriminar a otros desaparecidos, a quienes nadie busca por ser humildes y carentes de importancia política. Y eso que ha sido constante la descalificación de “clasistas” que hace la 4T de sus opositores.
Clasista ha sido el rescate de funcionarios públicos mientras permanecen ilocalizables siete trabajadores originarios de Tampico, Ciudad Madero y Río Bravo, que viajaron hace un mes para trabajar en la construcción de unas aulas universitarias en Nuevo Laredo. Sus familiares reportaron la desaparición el 11 de septiembre, en el último mes del gobierno cabecista, y continuaron exigiendo ayuda en la administración de Américo Villarreal. Hasta ahora, no hay avances. Por eso, desesperados, esposas e hijos aguardaron en la puerta de la refinería Francisco I. Madero para hablar con el presidente López Obrador, en su visita del pasado 9 de octubre, pero no los atendió.
“Nunca estaremos de acuerdo con el gobierno en su forma de proceder, existe un mundo de diferencia de cuando desaparece un ciudadano común a un servidor público, es abismal la diferencia”, postearon los familiares de los desaparecido ayer, domingo.
Es grande la ruina que ha entregado Francisco García Cabeza de Vaca a Américo Villarreal en términos económicos, sociales y de seguridad, pero aquí se trata de escuchar y responder a la población. Se ha prometido transformar a Tamaulipas y esta es la oportunidad.
Mientras falte la estrategia de vigilancia en Nuevo Laredo, algunas personas no volverán a reunirse con sus seres queridos.