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Egidio, Cabeza; ladraron, no mordieron. ¿La misma película este sexenio?

Por: Mauricio Fernández Díaz

Exhiben pillerías del PAN como antes se exhibieron las del PRI

Ciudad Victoria.- Los tamaulipecos recibieron con satisfacción el reclamo del gobernador Américo Villarreal por el uso de una nómina secreta en la SET. Se trata de al menos 652 contratos, de los cuales casi la mitad no están justificados. Con estas investigaciones, vemos que el combate a la corrupción de Cabeza de Vaca va en serio, pero aquí no hay novedad. De hecho, se trata de la misma película repetida cada seis años, pues el gobernador panista también auditó a los priistas y los exhibió de idéntica forma.

Gobiernos van, gobiernos vienen, pero los daños siempre los paga el pueblo. Si los jóvenes no encuentran lugares en el bachillerato público, si los ancianos no reciben medicamentos cuando lo necesitan, si las familias humildes no pueden alimentar a sus hijos por la crisis, aquí están las primeras causas.

Hoy es Américo Villarreal quien presenta pruebas de los desfalcos del PAN, pero en 2016 fue Francisco García Cabeza de Vaca quien denunció los desfalcos del PRI. Y cada sexenio viene el mismo desenlace: de 100 denuncias, un detenido, e incluso éste sale libre un par de años después por “falta de pruebas”.

(Solo hay un caso excepcional de un servidor público que aún sigue prisión después de cinco años, acusado de corrupción: Eugenio Hernández Flores, y lo encerró precisamente Cabeza de Vaca).

Ahora, muchos empleados de gobierno dan fe de los desvíos, abusos y malos manejos que campearon en el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca; también hay cientos de pruebas y se han iniciado las carpetas de investigación contra 22 titulares y subsecretarios.

La 4T aparece como la medicina, y el PAN, como el cáncer. Suben los bonos de Américo Villarreal y bajan los de Cabeza de Vaca.

Sin embargo, hace seis años era al revés. Recién llegado al cargo en 2016, 15 días después de la toma de protesta, el reynosense presentó un informe de los desvíos y faltantes cometidos por el gobernador priista Egidio Torre Cantú, que se extendió hasta Eugenio Hernández Flores. Por cierto, qué sorpresas da la vida: con Hernández Flores laboraban Lucía Aimee Castillo, Gabriel de la Garza y el mismo Américo Villarreal, hoy los tres nuevamente en el poder.

En el arranque del cabecismo, también se declaró la guerra a la corrupción. Se abrieron 90 carpetas de investigación por “peculado y operaciones con recursos de procedencia ilícita”. En el informe, Cabeza de Vaca afirmó que el 35 por ciento de los empleados sindicalizados de confianza “pertenecían al PRI”; aunque ese no es concretamente un delito, el panista se guardó las explicaciones. Quizás se refería a operadores políticos y funcionarios partidistas, pero no se supo más.

La entonces Dirección de Responsabilidades y Situación Patrimonial de la Contraloría destacó las indagatorias a 9 funcionarios egidistas, entre los cuales dijo haber secretarios, subsecretarios y personal operativo.

El dictamen entregado por la dependencia panista es casi idéntico al que acaba de presentar el morenista por irregularidades en la Secretaría de Educación de Tamaulipas, tales como maestros y administrativos comisionados sin justificación alguna, becas entregadas a hijos de políticos, servicios especializados pagados sin testimonio documental y obras pagadas que quedaron inconclusas.

Horrorizado por la corrupción priista, el PAN andaba tras la pista de 293 millones 924 mil 348 pesos pagados a contratistas por el Instituto Tamaulipecos de Infraestructura Física Educativa. Era el viejo problema de siempre; contratos pagados a obras inconclusas.

El gobierno olía otro desfalco por 5 millones 401 mil pesos cometido en la Universidad Tecnológica de Tamaulipas Norte (UTTN). Según las investigaciones, la escuela gastó más de 4 millones de pesos en sueldos a “personas dudosas” y en cursos fantasmas. El cabecismo aumentaba el acoso contra la directora: María Esther Camargo, esposa de Óscar Luebbert, quien después del cargo se convirtió en diputada federal.

La administración de Cabeza de Vaca reclamaba a la Secretaria de Obras Públicas 394 millones 630 mil 331 pesos de 25 contratos pagados por trabajos mal entregados o inexistentes. Dejó exhibido a Sergio Villarreal Brictson, delegado de la Sedatu, presidente del PRI en Tampico y figura del tricolor, por haber recibido supuestamente 13 millones 750 mil pesos a través de su empresa, Grupo Manamaca.

Todos mundo quedaba asqueado de los latrocinios y enjuagues que los priistas habían cometido, y casi le daban las gracias a Cabeza de Vaca por haber buscado y ganado la gubernatura. Y ciertamente, la administración de Egidio Torre se caracterizó por su actitud elitista y antipopular, encerrado en unas cuántas familias victorenses que han amasado fortunas gracias al servicio público. A partir de ahí, los capitalinos le dieron la espalda al PRI.

Si no se repite la historia, por lo menos estamos ante un calco de los acontecimientos generales, que consiste en “castigar” la corrupción de los funcionarios salientes y someterlos al escarnio. La coincidencia no debe pasar de ahí, y hoy se exige marcar una diferencia real, un antes y un después, para que la gente recupere la confianza y se subsanen algunos daños.

También los funcionarios victorenses que han vuelto deberán demostrar que las épocas de Geño y Egidio están superadas.

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