Política

Un guiño del embajador y una selfie incómoda

Salvador García Soto

«Un guiño del embajador y una selfie incómoda», escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras

Entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard se hace cada vez más evidente que, si bien los dos corren en la carrera presidencial en la calidad de «corcholatas» que les otorgó el presidente López Obrador, a la Jefa de Gobierno le están pavimentando la pista para que cada vez sus pasos sean más firmes y contundentes, mientras que al canciller, si bien lo dejan acelerar el paso, no le están poniendo el suelo tan parejo y, aunque avanza decidido, a veces se le ve rezagarse o tener trompicones que no le dejan agarrar el ritmo en la carrera.

Este fin de semana y ayer lunes fueron un buen ejemplo de cómo las condiciones, que en apariencia son las mismas, en realidad se le acomodan mejor a la doctora que avanza casi sin sudar ni despeinarse y —junto con ella, pero un paso atrás, a Adán Augusto López— mientras que a Marcelo se le ve esforzarse demasiado para mantener el paso y no quedarse atrás, aprovechando los temas y encomiendas internacionales que le hace el presidente. Para decirlo con toda claridad: pareciera que, en la punta, haciendo un 1-2 en el que ella siempre será primera y el segundo o plan B, se mueven Sheinbaum y Adán Augusto, y unos pasos atrás, en un aparente segundo lugar que cada vez parece más tercero, avanza Ebrard.

Ayer lunes, por ejemplo, en medio de las complicaciones y el tremendo susto que significó el tercer sismo que se registra en 19 de septiembre en la Ciudad de México, a Claudia Sheinbaum no le fue nada mal no sólo en el manejo de la crisis, de la que salió avante sin despeinarse ni mancharse el impecable saco blanco que lucía la Jefa de Gobierno mientras informaba del también «saldo blanco» que registró la capital ante el movimiento telúrico de 7.7 de intensidad con epicentro en las costas de Michoacán. Más allá de las crisis nerviosas, las escenas de pánico y los dolorosos recuerdos que asaltaron a los capitalinos, el reporte de daños que dio ayer desde el C5, junto a su equipo de seguridad y emergencias, terminó siendo positivo para la ciudad.

Y es que antes de que el suelo se sacudiera, justo 35 minutos después del Simulacro Nacional que había tenido lugar en la ciudad como en el resto del país, Sheinbaum había tenido un momento fulgurante, en el que su cara con sonrisa casi de éxtasis lo dijo todo. En la que será la nueva sede de la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México, por los rumbos de la zona conocida como Nuevo Polanco, la jefa de Gobierno acompañó al embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, para explicar cómo se construye la nueva sede diplomática que recientemente generó polémica por la tala indiscriminada de árboles en el lugar. Y ahí, mientras el representante de Washington hablaba y agradecía el apoyo de la administración capitalina, surgieron las palabras que en voz del diplomático sonaron lo mismo a guiño, espaldarazo o bendición, aunque quizás sólo fue un error lingüístico:

«Y esta embajada todavía no tenemos el día fijo de cuando se vaya a abrir, pero ojalá con la ayuda de la presidenta Claudia Sheinbaum, y el gobierno aquí y los vecinos, vamos a llegar a un tiempo donde sí se pueda abrir, no les voy a dar el día, pero luego quién sabe qué pasa», dijo Ken Salazar con su infaltable texana blanca, mientras a su lado sonreía satisfecha y sin corregirlo la jefa de Gobierno a la que debió sonarle a gloria el «presidenta» del embajador estadunidense.

Porque no es lo mismo que en el Consejo Nacional de Morena, el sábado le hayan gritado mil veces «presidenta» a que se lo diga una sola vez, sea intencional o por una confusión lingüística, el embajador de Washington en México. Ayer en las redes sociales el video de Ken Salazar haciendo futurismo sin querer queriendo se volvió viral, mientras el embajador trataba de aclarar después a los reporteros que no se refería a las aspiraciones presidenciales de la doctora: «No, no, no yo no me meto en eso. A veces a las alcaldesas les dicen Presidentas Municipales, pues porque en la ciudad de México tiene lugar único que es gobernadora, es Jefa, yo nada más le digo Jefa, en política de México no me voy a meter», aclaraba el diplomático.

Y mientras Sheinbaum se dejaba llamar «presidenta» por el representante de Washington, al canciller Marcelo Ebrard lo tundían en las redes sociales por haberse tomado una selfie con su esposa en el funeral de despedida de la Reina Isabel II en Londres y haberla subido a sus redes sociales. Más allá de los memes y las críticas que cuestionaron la insensibilidad o el protagonismo del representante de México en los funerales de la monarca británica, lo que se evidenció fue que, en su necesidad de reflectores y de no dejar que en su ausencia del país le coman el mandado, el secretario de Relaciones Exteriores abusa de las redes sociales con fines de imagen y propaganda de su proyecto político.

En fin, que si bien el refrán de la sabiduría popular pregunta que «para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo», en la carrera por la sucesión presidencial en Morena cada vez es más claro que el piso no es igual de parejo para todos y que mientras algunas se deslizan con naturalidad, a otros les salen baches y piedras en el camino.

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