Proceso interno de Morena: Entre impugnaciones, se fortalecen Delgado, Sheinbaum y Adán Augusto
El partido fundado por AMLO realizó un proceso que culminó la madrugada del domingo 18 con el endurecimiento de medidas que anulan la disidencia, una renovación de sus órganos internos y la ampliación hasta 2024 del periodo del dirigente nacional.
La renovación de la estructura nacional de Morena, atropellada y aún sujeta a las resoluciones del tribunal electoral sobre la validez del proceso, mejoró sustancialmente la posición de su dirigente nacional, Mario Delgado, al ampliar su periodo hasta 2024 y dejar a sus incondicionales en cargos clave. Además, se integraron al Consejo Nacional del partido colaboradores de varios gobernadores, señaladamente de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y del secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Durante tres meses Morena, el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, realizó un proceso que culminó la madrugada del domingo 18 con el endurecimiento de medidas que anulan la disidencia, una renovación de sus órganos internos y la ampliación hasta 2024 del periodo del dirigente nacional, Mario Delgado Carrillo, y su secretaria general, Citlali Hernández Mora.
En el fondo, desde el arranque del proceso interno, gravita la sucesión presidencial de 2024 y en ese contexto aumentó el poder de Delgado Carrillo, especialmente luego de su visita, el lunes 12, a Palacio Nacional donde fue recibido por el presidente de la República y líder moral de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Delgado organizó el proceso que se inició con la elección de congresistas, siguió con la organización del encuentro y, finalmente, con el resultado que concentra en el dirigente tanto el dinero como la operación política: la reforma estatutaria dejó en sus manos el manejo de los millonarios recursos del partido, sobre los cuales tenía voz el Consejo Nacional.
En tanto, al renovar el comité nacional, Delgado colocó en las posiciones clave a personajes identificados con su grupo político, empezando con el secretario de Finanzas, Javier Cabiedes, quien repitió en el cargo, y luego con el nuevo secretario de Organización, Alejandro Peña, otrora brazo derecho de Gabriel García Hernández y conocido como uno de los padroneros de la “4T”, cercanísimo a Delgado.
No fue el único ganón del proceso. Los gobernadores consiguieron posicionarse acaparando espacios en el Consejo Nacional, órgano deliberativo que, por principio de cuentas, quedó en manos del mandatario sonorense Alfonso Durazo, aunque con una composición apabullantemente favorable a la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum Pardo.
Sheinbaum fue una de las “corcholatas” asistentes al Congreso Nacional, donde fue recibida con vítores y aplausos de los congresistas presentes. El otro fue el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, cuya aclamación fue más modesta. Ausentes, sin embargo, el canciller Marcelo Ebrard y el líder de los senadores, Ricardo Monreal, quedaron subrepresentados en el reparto.
A ocho años de obtener su registro como partido, la reforma fue mayor. Y, en los hechos, el característico debate asambleísta de las izquierdas históricas quedó anulado en la modificación de las normas internas, donde se evitó a toda costa la discusión pormenorizada de cada cambio, para someter a votación un nuevo cuerpo estatutario elaborado por el comunicador Pedro Miguel y el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón.
Aun con la advertencia de la presidenta saliente del Consejo, Bertha Luján, así como pese a los reclamos de un grupo liderado por el académico John Ackerman (llamado Convención Nacional Morenista, que judicializó la integración del Congreso Nacional en el que se consumaron las reformas), el proceso dejó a Mario Delgado en su mejor momento.