Por: Mauricio Fernández Dìaz
Ciudad Victoria.- Cuando Francisco García Cabeza de Vaca ganó la gubernatura en 2016, se apropió de todos los espacios de poder y dejó completamente fuera a militantes y figuras históricas del PAN. Al partido lo convirtió en su propia casa, hasta el extremo de darle las llaves y el mando a su hermano, Ismael. Los panistas, junto con ciudadanos frustrados, se lo cobraron en 2021 y lo remataron en 2022. Ahora, en la era del gobernador electo Américo Villarreal Anaya, hay algunas señales de conflicto que también se originan por malas decisiones políticas; de no subsanarlas podrían convertirse en una pesadilla.
En eso se vuelve un poder legislativo dominado por la oposición, en un muro que impide avanzar pero, también, en un alacrán metido en la camisa. El cambio de Nancy Ruiz de la fracción de Morena a la del PAN pone en manos del cabecismo las armas idóneas para someter al doctor Villarreal. Si las usan correctamente pueden incluso hacerlo bailar al son que ellos le toquen.
Este es un nuevo atraco de Cabeza de Vaca a los tamaulipecos (por sumar una mayoría legislativa distinta a la voluntad ciudadana). Sin embargo, solo sigue las reglas del juego político, y cualquiera en su lugar haría algo parecido. Hay una mezcla de acierto y error en este tablero. El del cabecismo es el acierto (ganar “a la fuerza” una diputada más). El error, oneroso en lo político, es para el morenismo en la era Américo Villarreal, por la indolencia para no agrupar a todos sus integrantes en una misma causa.
Esa unidad no se logra con saliva ni con discursos empalagosos. Se confirma con posiciones, con espacios, con cargos. Es el privilegio del poder público, y lo único que pueden hacer los ciudadanos es exigir a gente preparada en dichos cargos, pero a veces ni siquiera ocurre eso. Si Cabeza de Vaca acabó con la unidad de los panistas fue precisamente porque se negó a oírlos y a darles cabida. Ingenuamente, convertido en gobernador, pensó que no los necesitaba. Ahora somos testigos de una fractura grave en el frente morenista debido, seguramente, a la falta de negociación con los diversos grupos de la 4T.
De hecho, el doctor Américo Villarreal mantuvo siempre distancia entre él y los diputados de su partido. Hizo su mundo aparte desde que se desempeñaba como senador. Con militantes históricos se mantuvo igualmente reservado. Alguien de su grupo cercano, que son escasísimos, se ufanaba de que Villarreal Anaya no tenía compromisos con nadie, y que solo acordaba con Mario Delgado y Palacio Nacional. Pongamos en duda la veracidad de estas palabras, pero los hechos, en cambio, parecen acusar al doctor de desinteresarse de los miembros activos de Morena, sobre todo de los legisladores locales, que son los más importantes.
Por la manera de actuar de Lidia Martínez López, Leticia Sánchez Guillermo, Leticia Vargas Álvarez y Nancy Ruiz Martínez, se nota que no tenían ningún compromiso con el doctor Villarreal. Seguramente, algo recibieron del PAN para unírsele y renunciar a Morena. Más allá de traiciones, que son imposibles de predecir cuando se planean en secreto, se percibe un trato frío, lejano y seco en la convivencia de Villarreal Anaya con ellas, incluso con otros que aún siguen en el grupo parlamentario. Si bien nada lo obliga a cederles puestos o favores, era deseable que las tratara amistosamente y con cercanía, y no lo hizo. No hubo simpatía ni antipatía, sino indiferencia.
Y si ellas hubieran querido puestos para sus equipos, ¿qué habría tenido de malo? Absolutamente nada. Todos, cuando están en una campaña competida, lo hacen, suman en vez de restar. Por no hacerlo desde 2019, el panismo comenzó a perder elecciones, a dividirse y a canibalizarse.
Y es justo lo que ahora se ve en el grupo morenista. No se satisfacen con renunciar al partido, a lo que tendrían el libre derecho, sino que se proponen reforzar políticamente a los enemigos del gobernador electo y la 4T. Solo a un tonto se le escaparía este significado evidente: “Como nos despreciaste, ahora verás de qué somos capaces”. Y no aplaudimos estos ejemplos de incongruencia y ambición abominables; desechamos únicamente la idea de que hayan ocurrido por azar.
Han estado sucediendo tantos sabotajes contra la nueva administración que hace poco el doctor Villarreal pegó un grito de auxilio a propósito del saqueo cometido presuntamente por funcionarios de Cabeza de Vaca : “Hago una atenta invitación a toda la sociedad y a la burocracia misma a que permanezcan vigilantes… (a) denunciarlo a los medios de comunicación, a quienes les pedimos apoyo en esta causa”. Este es el Américo Villarreal Anaya que conocemos, una persona en contacto con la gente, que escucha y que une voluntades, no una aislada, distante y autosuficiente. ¿Por qué no se alió con las diputadas de su partido?
Sospechamos que algún seudoasesor ha estado engañando al doctor Villarreal con ideas inútiles y antipolíticas, por absurdo que esto suene. Algunos falsos amigos abusan de la confianza de los líderes con tal de ganarse su atención, y no ahorran en aconsejarles disparates sin medir las consecuencias.
Lo bueno de esta situación es que su gobierno apenas iniciará, y tiene la oportunidad de hacer los ajustes necesarios para asegurar la gobernabilidad y el éxito de la administración. Pero el único que ha avanzado en el equilibrio de poderes es el PAN, concretamente en el Congreso del Estado, mientras pone patas arriba a la administración estatal, oculta información y se apodera de los organismos autónomos.
Sin gobernar aún, Américo Villarreal ya sufre severos dolores de cabeza debido a los panistas.