Con Urbanidad
Por: Vicente Hernández
“Para definir un lugar como mágico, se necesitan al menos dos personas sentadas juntas”.
‹Fabrizio Caramagna›
Del viejo baúl de mis apuntes, atados con el cordón de los recuerdos, desempolvo las difusas letras escritas en un viejo papel con el título: “entrevista en Lomas del Real” el cual reescribo para quien me lee, conozca un poco de la historia de una de las congregaciones más antigua de Altamira, cuya existencia data desde los tiempos prehispánicos, he aquí mi recuerdo de tan inolvidable visita.
Llegue al poblado Lomas del Real al mediodía, cuando el sol pre- canicular caía a plomo sobre mi cabeza, la cual cubrí con una gorra beisbolera para protegerme de tan abrasador asedio, camine por sus calles empedradas, flanqueadas por viejas casas edificadas con paredes de piedra, grandes vigas de madera, y techos de lamina galvanizada, algunas habitadas y otras en ruinas, mudos testigos de la bonanza de otros tiempos, pero igual de majestuosas que las que todavía existen en Real de Catorce, y que tienen semejanza con los mágicos pueblos de Cómala y Macondo.
Fui a ese pueblo olvidado como Juan Preciado fue a Cómala, para buscar a su padre Pedro Paramo, solo que yo fui en busca de Don Andrés Pedraza Flores, del cual me contaron es una especie de José Arcadio Buendía de la Congregación; no me fue difícil dar con su casa, siguiendo el camino que amablemente me describió un lugareño, que, en pantalón corto y descalzo, descansaba en una sombreada banqueta. Al llegar al lugar señalado, salude recargado en una vieja barda que circunda un extenso solar, al frente del cual está edificada una modesta casa de material -–buenos días, me aventure a gritar –buenos días me responde desde el fondo del terreno un hombre de edad avanzada, con ancho sombrero de palma, pero con un porte muy digno. -–Que se le ofrece me dice, al tiempo que suelta el rastrillo con el que recogía las hojas secas que desprendieron los arboles de mango que abundan en el solar, después de aclararle que se trataba de hacerle una entrevista me dijo. -–Nada más que no sea muy larga porque estoy ocupado.
Sentados a la sombra del corredor de su vivienda, don Andrés me cuenta que nació en Lomas del Real en el año de 1923, lugar donde nacieron sus padres, al igual que sus abuelos, y sus sueños infantiles fueron arrullados por el cadencioso rumor de las olas del mar, siendo en su adolescencia cuando aprendió a amar la sal, y el mar por igual, y el que años mas tarde le proporcionaría el oficio que desempeñaría el resto de su vida: “Charquero”
—Don Andrés; platíqueme de su vida, de la industria de la sal, de su experiencia como cooperativista.
–Te puedo hablar poco de la primera Cooperativa, que fue integrada en 1933 junto con el Sindicato de Trabajadores de las Salinas y Similares de Lomas del Real, porque fueron una Cooperativa, y un Sindicato “blancos” que respondían a los intereses de los patrones de aquel entonces: Daniel Rodríguez Cruz, Guillermo López de Rivera, Compañía Comercial y de Inversiones, S. A. de Tampico, Rodolfo M. Álvarez, Genaro de la Portilla Espier, y otros de los cuales ahorita no me acuerdo, pero que fueron buenos para explotar a sus trabajadores. Aunque el 18 de marzo de 1938, junto con el decreto de la Expropiación Petrolera, el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas del Rio, decreto también la Nacionalización de las salinas, pero de nada sirvió, porque los cabrones propietarios nada mas cambiaron su nombre por el de sus hijos, o como decimos por acá “Siguió la misma lavativa, pero con distinto bitoque”. En 1973, junto con Mauro Balboa Rivera y Porfirio González Ontiveros, fundamos y registramos la Sociedad Cooperativa de Producción Salinera de Lomas del Real, con más de cien agremiados, después que en 1971 cerrara la procesadora de sal “Salinas de San Enrique S. A.” que se ubicaba en el parque industrial de la Isleta Pérez en Tampico, que comercializaba la sal de mesa “Oso Blanco” para cambiarse a Pajaritos Veracruz. En la actualidad, tenemos un recinto social de material, y sigo perteneciendo a la Cooperativa como miembro activo, pero de los tres principales fundadores que fuimos, Mauro ya murió, Porfirio sigue trabajando con sus hijos en las marismas, y yo estoy retirado del trabajo pesado, y figúrate que mis hijos ya no me dejan ir solo para Altamira.
–Como era la vida del trabajador en los charcos de sal.
–Muy dura, porque el sol que se refleja en lo blanco de la sal les acabo la vista a muchos de mis compañeros de jornal, y así teníamos que trabajar con rastrillos de juntar de madera de chijol, pala de rascar de la misma madera, parihuelas, rol y pisón para emparejar los pisos, igualmente de madera de chijol, y para mover una parihuela se necesitaban dos hombres, ya que en esta se acarreaban mas de 150 kilos de granos de sal. También muchos de los que trabajamos en las salinas padecemos reumatismo, y como en ese entonces andábamos descalzos, las plantas de los pies se nos cocían y cortaban con la sal, pero esa vida nos enseñó a curtirnos, tanto en el trabajo como en la vida. El trabajo en las marismas es duro, porque son meses lo que tarda el proceso, regularmente con los primeros nortes de fin de año, que hace subir más el nivel del mar llenando las charcas hasta los meses de marzo, abril, y mayo en que empieza a cristalizar la salina, para este trabajo se forman cuadrillas de entre ocho y diez hombres que empiezan a formar la cuadricula con un pozo alimentador, por donde entra el agua salada, y así esperan a que el sol empiece a evaporar el agua, para que al final quede “cuajada” únicamente la sal, que es reconocida a nivel nacional como la mejor por su sabor y calidad, pero toda está espera, todo este trabajo, se puede perder si llega un aguacero que inunde las marismas, ya que el agua dulce es su enemigo natural, pues esta agua diluye la sal.
—Sin embargo usted fue regidor en el trienio 1955-57 ¿qué experiencia le dejo?
–En dos ocasiones fui regidor, la primera con Don Enrique Tamez Garza, porque siendo yo suplente del regidor Celestino Muñoz, este dejo de asistir a cumplir su trabajo, y yo tuve que asumir la titularidad, y la segunda vez fue en el trienio de Don José B. García Canal, de 1955 al 57, pero en esos años el ayuntamiento se componía de un presidente municipal, un sindico y tres regidores: uno del sector popular, otro del sector obrero y uno más del sector campesino, y a Lomas del Real le correspondía un regidor, el ultimo que ocupo este cargo me parece que fue Plutarco Maya Pedraza.
–Como es la gente de Lomas; a quien recuerda por haber sobresalido en alguna actividad
–Son muchas las personas que recuerdo, pero el numero uno lo ocupa don Dámaso de la Portilla García, que tenía una tienda llamada “La favorita” en la cual vendía abarrotes; leche, pan todo el día, y en la noche vendía alcohol, pero era todo un tipazo muy letrado, por lo que también tenía a su cargo el correo postal, así que don Dámaso se encargaba de enviar y de recibir la correspondencia de todo el pueblo, hasta que un buen día Hacienda le clausuro su negocio, así que el vendió su mercancía pero no lo dio de baja, hasta que años después un inspector de Hacienda de apellido Blanco, y que por ser alto y gordo le conocíamos como “el oso blanco” llego con una orden de embargo, por impuestos atrasados y no sé qué tantas multas mas, y ante el temor de perder su propiedad, Damaso lo envolvió tan astutamente con su plática gran parte de la tarde, que antes del oscurecer el “oso blanco” se fue contento, no sin antes decirle a Dámaso que se olvidara del embargo y de las multas, pero que diera de baja su negocio al día siguiente
Por momentos distraigo el dialogo para detenerme a escuchar el canto de las aves que alegres parecen revolotear arriba de los arboles.
–Son cenzontles –me dice don Andrés- o “chinchos” como los conocemos por aquí, antes abundaban los cotorros de monte, la calandria amarilla, y hasta el pavo real, pero debido a la contaminación que producen las fábricas que tenemos cerca se han ausentado, y solo los cenzontles nos han sido fieles, despertándonos cada día con sus bonitos trinos.
–Hace algún tiempo se le llamo a Lomas del Real “el pulmón económico de Altamira” ¿Por qué?
–Porque como te dije, los impuestos que se pagaban por la exportación de toneladas de sal significaban grandes entradas de dinero a las arcas del Gobierno Federal, que se quedaba con el 50 por ciento, un 25 por ciento el Estatal y el restante 25 por ciento el Gobierno municipal, pero en aquellos años si lucia el dinero, actualmente se cosechan de 10 a 12 toneladas de sal por año, más las que cosechan los productores libres, sin embargo creo que el dinero de los impuestos que pagamos todavía se siguen repartiendo como te dije, y a pesar que el gobierno federal es el que se lleva la mejor parte, todavía se quiere quedar con nuestras tierras para desaparecer las salinas, y hacer muelles para sus barcos, y eso no es nada justo.
Aprovecho que un vecino le viene a dar un recado a don Andrés para ventilar mi memoria con las declaraciones vertidas en diversos medios informativos por habitantes de esta Congregación, en la que reclamaban a Corett la escrituración de sus predios, ante la constante incertidumbre de que API ( hoy Administración del Sistema Portuario Nacional -Asipona-) mediante un decreto les expropiara sus terrenos, sin tomar en cuenta que el asentamiento tiene mas de 5 siglos de existir, ya que cuenta la leyenda que de estas mismas salinas se abastecía el emperador Moctezuma para proveer a Tenochtitlán de tan preciado grano. Y recuerdo la contestación que me diera el entonces director de la Corett ante pregunta expresa sobre la situación legal de la congregación: “Congregación Lomas del real se encuentra en una zona de alto riesgo, por estar rodeada de empresas petroquímicas, motivo primordial para que no se escriture, la única manera en que podrían escriturar es mediante un juicio, ya que existen personas habitando Lomas del Real desde hace mas de 50 años, (¿?) así demostrando la antigüedad que tienen en la comunidad podrían exigir la escrituración”.
–Que futuro piensa usted que le aguarde a Lomas del Real ante la constante expansión del puerto industrial.
–El puerto industrial desde que se termino de construir hace años, se convirtió en nuestra pesadilla, ya que para empezar, nuestras concesiones se vieron disminuidas, perdimos 700 hectáreas de concesión y la producción empezó a bajar, recuerdo que en el año de 1972 tuvimos un auge que duro más de cuatro años, y fue cuando enviamos sal a Guerrero Negro, que no alcanzaba abastecer a sus clientes de Japón, Corea, Estados Unidos, Canadá, Taiwán y Nueva Zelanda, llegando nuestra producción a 70 mil toneladas por año, y esto representaba una bonanza económica que superaba en mucho la que tuvo el ejido Aquiles Serdán cuando abundaba la Lisa, que hasta se formo la Cooperativa Pesquera “Guadalupe Victoria” y los arrieros carboneros que venían de allá, cargados de pescado y hueva, pasaban con sus mulas, aprovechando para cargar sal que utilizaban para salar el pescado, y que de paso comerciaban en Altamira y Tampico, pero aunque digan que no es cierto que nos quieren quitar nuestras tierras, este pueblo está condenado a desaparecer, si la gente joven de aquí no hace nada.
-Hablamos y hablamos de su vida, de sus experiencias, que por ser tan ricas en anécdotas bien se podría escribir un libro, así como de la cantidad de piedra con la que están construidas sus casas, sus bardas, y sus empedradas calles, resultado -me dijo- de las grandes lomas de piedra que existieron en el sitio, y que dio origen al nombre que hasta la actualidad conserva, y así llegamos a la despedida final con la promesa de volver a vernos para platicar, y rememorar las pasadas glorias del auge salinero.
Regreso por las mismas empinadas calles, acompañado de un sol que todavía reverbera sobre el empedrado piso, en este pueblo mágico en el que se respira la humedad del mar, en este pueblo que se fundió en sal hace más de 500 años y que valientemente se resiste a diluirse como las charcas de sal en temporada de lluvias.