Por: Mauricio Fernández Díaz
Cabeza de Vaca se va quedando solo…
Ciudad Victoria.- Si bien lo intentaron con gran cantidad de carpetas y señalamientos, las impugnaciones y recursos de nulidad presentados por el PAN contra la elección del 5 de junio terminaron en fiasco. Américo Villarreal Anaya, de Morena, está más que legitimado como gobernador electo en Tamaulipas. Al mismo tiempo, Acción Nacional ha hecho añicos su imagen como competidor serio y respetable.
Aunque la decisión no sorprenda, ha sido humillante la resolución del Tribunal Estatal Electoral a todas las denuncias panistas contra el resultado. La incompetencia jurídica de Acción Nacional quedó exhibida; incluso, el magistrado Edgar Danés Rojas no pudo ocultar su asombro por la mediocridad de los alegatos panistas, ya que nunca acreditaron la nulidad de los votos que reclamaba en 348 casillas. “Eso llama mucho la atención”, dijo el juzgador.
Fueron 18 recursos de apelación y 21 recursos de inconformidad, toda una avalancha que prometía un hecho histórico como la anulación de los comicios. Pero a todas las carpetas les tocó la misma sentencia: improcedente, ya fuera por falta de pruebas o por inconsistencias.
Incluso el arma secreta del PAN y su flamante asesor Marco Antonio Baños no le causó ni una astilla al triunfo del doctor Villarreal: la supuesta intervención del crimen organizado en favor de Morena. “Se hace alusión a un grupo armado de autodefensas -dijo el magistrado Danés en la sesión virtual- , pero no se acredita esta circunstancia. Se incumple con una carga de individualizar las pruebas”. Para el tribunal, las actas y paquetes sí fueron recibidos por personas acreditadas ante el órgano electoral y nunca se violó la cadena de custodia, como sostenía Acción Nacional en sus recursos de inconformidad.
En suma, de la torre de carpetas y manojo de denuncias que puso el PAN sobre la mesa del Tribunal, solo le dieron la razón en tres casos, aunque resulte cómico; tres, y solo tres, para tanto esfuerzo: se anularon las casillas 620 y 651, de Matamoros; y la 1314 C-4, de Tampico. Sobra decir que el resultado fundamental de la elección no cambió nada.
Con este cierre, cada vez resulta más claro que el partido y el gobernador abandonaron al ingeniero César Verástegui Ostos en los momentos decisivos, como el día de la operación electoral del domingo 5 de junio, y ahora con la estrategia de defensa. En Ciudad Victoria se dice que Francisco García Cabeza de Vaca ya ni piensa en el Truko y menos en la elección, desesperado por hallar una salida sin ser detenido por sus varios juicios.
Hasta el último rincón de Tamaulipas se escucha la fractura que comienza a abrirse dentro del panismo después de la derrota de 2022. La derecha partidista se dividirá en dos bandos: el grupo cabecista y el grupo Verástegui, pero este último agrupará a la mayor cantidad de simpatizantes y figuras históricas. La razón es simple: Cabeza de Vaca ni siquiera reside en el estado y nunca más se le verá por aquí (de hecho, como mandatario se ausentaba demasiado). El ingeniero, en cambio, aquí tiene su casa, su familia y sus amigos; no necesita salir huyendo, y es bien recibido donde quiera que llega. Todos le reconocen su dedicación a Acción Nacional desde los años noventa, y está considerado como figura histórica por méritos propios.
En cambio, el proyecto Francisco García Cabeza de Vaca ha muerto. César Verástegui no le debe nada y es libre de tomar sus propias decisiones. Ni siquiera precisa un cargo como presidente del PAN para movilizar a los militantes comprometidos; es más influyente que Luis Cantú, caricatura de dirigente estatal y enterrador de las esperanzas panistas en Tamaulipas.
Recordemos que los consentidos del reynosense para relevarlo eran Ismael, su hermano, y Gerardo Peña, actual secretario de Gobierno y el candidato más salado que nunca haya habido en la entidad. El Mayelo perdió la oportunidad gracias a las investigaciones de Santiago Nieto sobre desvíos de recursos y Gerardo, el regiomontano, simplemente no cayó bien en México, donde preferían a Chucho Nader. Creyendo actuar salomónicamente, el gobernador sacrificó a los dos, y forzado por la necesidad de designar al abanderado, sin muchas ganas, se inclinó por César Verástegui.
La moraleja de esta fábula es la siguiente: lo que mal empieza, mal acaba.
Y va a empeorar más: muchos de los adefesios legislativos que los panistas aprobaron en el Congreso para extender la influencia de Cabeza de Vaca son igual de malos que sus impugnaciones electorales, y cederán a la primera revisión en un juicio de anticonstitucionalidad.
Es hora de abandonar a Francisco García Cabeza de Vaca, de retirarse de él y dejarlo enfrentar las consecuencias de sus actos. Hacerlo no es traición o fariseísmo; él solo llevó las cosas por ese camino. Él solo deberá responder por qué lo hizo.
Los buenos panistas, los que viven en suelo tamaulipeco, trabajan, se casan y envejecen aquí, han comenzado esta etapa de transición para escribir una nueva historia en Tamaulipas. Les tomará muchos años y trabajo recuperar el apoyo de la gente, pero en política nada es imposible; es de las pocas actividades humanas que da revanchas, como ahora vemos.
César Verástegui quizás perdió la elección de 2022, pero se ganó el aprecio de millones de personas de todas las corrientes políticas. Ya no necesita ser parte del cabecismo para emprender un proyecto estatal. Él mismo representa ya un nuevo grupo panista.
Y seguramente chocará con el cabecismo por la senaduría en 2024. Esta vez, no se dejará.