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«RR», las siglas de la impunidad

Ricardo Ruiz Velasco, identificado por el gobierno como líder regional del CJNG y cuya detención intentaron fuerzas federales y estatales el pasado martes 9, acumula decenas de detenciones por faltas administrativas, varias capturas por delitos penales y una larga lista de órdenes de aprehensión.

Por Gloria Reza M.

Ricardo Ruiz Velasco, el RR, cuya detención intentaron fuerzas federales y estatales el martes 9, suele refugiarse en Ixtlahuacán del Río, donde la gente lo ubica como intocable para los uniformados locales. Testimonios de pobladores y una ficha policiaca indican que el jefe regional del CJNG ha sido detenido otras ocasiones en diversos municipios jaliscienses e incluso una vez enviado a la entonces PGR, pero siempre sale libre a los pocos días. 

GUADALAJARA, Jal. (Proceso).— Ricardo Ruiz Velasco, alias El RR, El Doble R, El Tripa o El Tripas, es identificado por el gobierno federal como líder regional del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Aguascalientes, Michoacán, Guanajuato y San Luis Potosí, y en Ixtlahuacán del Río, Jalisco, acumula decenas de detenciones por faltas administrativas, varias capturas por delitos penales y una larga lista de órdenes de aprehensión.

Tiene registro de por lo menos ocho detenciones por delitos contra la salud y robo en Jalisco y Aguascalientes, pero en ninguno de los casos las autoridades lograron mantenerlo tras las rejas. Antes de su fallida captura el martes 9 ya había sido aprehendido en octubre de 2018 por agentes federales en San Pedro Tlaquepaque, sin que se sepa cómo fue liberado y regresó a sus actividades delictivas.

La suerte del Doble R pareció terminar la tarde del martes 9, cuando elementos de la Sedena llegaron a Ixtlahuacán mientras aquél sostenía una reunión con el capo identificado como Gerardo González Ramírez, El Apá. Su presunta detención desató un enfrentamiento que derivó en quemas de vehículos y tiendas Oxxo en Jalisco y Guanajuato.

Los desmanes, considerados por las autoridades federales y estatales como actos de terrorismo, fueron un desafío del CJNG mediante operaciones orquestadas minuciosamente y que mostraron el músculo macrocriminal del grupo ante corporaciones y gobiernos pasmados, que literalmente llegaron sólo a apagar los incendios.

Doce ciudades de Guanajuato, las más grandes en población, industria y turismo, vieron cómo poco antes de las 21:00 horas del martes 9 y hasta antes de las 06:00 del miércoles 10, se desplegaron células armadas en camionetas que se movieron sin problemas hasta avenidas, calles y plazas comerciales para incendiar vehículos y disparar o lanzar bombas molotov a tiendas Oxxo.

El impacto se multiplicó cuando, mediante llamadas al 911, redes sociales y mensajes, se corrió la voz, incluso antes de llevar a cabo los ataques. 

Sólo en el estado de Guanajuato se pudieron contar cerca de 60 puntos en los que se registraron tiroteos o incendios de tiendas Oxxo (25 en total) y otros negocios, así como vehículos compactos, camiones de personal o de carga incendiados y dos choferes asesinados, aunque oficialmente se ha negado el vínculo de estos homicidios con los atentados.

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