Política

La Comuna

La diezmada juventud de MORENA-Tamaulipas

José Ángel Solorio Martínez

Las tentaciones del poder, las ambiciones desmedidas, la dura vida partidista interna y sobre todo el poder corruptor del panismo, liquidaron a lo más prometedor de la clase política emergente de MORENA. Muchos miembros, quedaron en el camino. Algunos, que venían desde los días fundacionales de esa agrupación.

Dentro de los militantes que se esperaba más –por su posición y por su empaque de dirigentes– está el ex Coordinador de Programas Sociales de la Presidencia, José Ramón Gómez Leal. Lo tuvo todo: cercanía con los factores de poder nacional –principalmente el presidente, AMLO–, carisma, recursos para autofinanciar su propio proyecto, etc.–, un cargo envidiable y la interlocución directa con lo más granado y relevante del morenismo del país.

¿Qué le falló al JR?

Sus debilidades: amor desproporcionado por el dinero fácil –regenteaba, se dice, a varios administradores de aduanas y a varios delegados puestos por él en la región, para que le rindieran cuentas de pesos y centavos–, rechazo el trabajo de base, en tierra –delegó sus responsabilidades en un grupo de jovencitos que llegaron al cargo con el fin de lucro y no de servicio– y torpe visión y práctica políticas: jugó secretamente con el PAN para la gubernatura y se distanció del candidato, Américo Villarreal Anaya.

Prometía, para más.

No pudo.

(Su futuro político se ve magro; no así, su carrera en la adminstración pública).

Makyito Peña Ortiz, el alcalde de Reynosa, Tamaulipas, es otro ejemplo de lo que pudo haber sido y no fue. Ese cargo, obtenido con una indiscutible cantidad de votos, –más de 100 mil– lo ubicó de golpe y porrazo como el joven con más sólido y claro futuro político, en la entidad. Con porte, educado en escuelas de élite, sin duda, fue el más y mejor equipado de la naciente clase política lopezobradorista.

No tiene un talento político excepcional; a cambio, posee cierta dosis de carisma que le ha ayudado a crecer como alcalde de esa ciudad fronteriza.

Sus titubeos en la campaña a la gubernatura –esperó hasta dos semanas antes de la votación, para decantarse por su candidato Villarreal Anaya–, terminaron por expulsarlo del reducido grupo de cuadros de reemplazo de una clase política priista y panista, en franca declinación.

A ello, hay que sumar la inexplicable conducta de negarse a clarificar compras millonarias con dinero de procedencia dudosa.

Fue una potente promesa.

Ya no lo es.

(Al menos en MORENA, no).

Dos damas que como militantes de MORENA fueron ejemplares, como legisladoras mostraron que la ética no era su fuerte ni la honestidad su distintiva prenda. Leticia Vargas y Nancy Ruiz –la primera representante de los intereses del alcalde, Armando Martínez Manríquez y del diputado Erasmo González, y la segunda, personera de Héctor Garza González– vendieron su alma al diablo y se pasaron de la bancada lopezobradorista al grupo parlamentario del PAN, trastocando la correlación de fuerzas al interior de la Legislatura, convirtiendo con la resta de sus dos votos a MORENA, en una patética minoría.

Su condición de mujer, les ofertaba un luminoso futuro en las filas de su partido. Al mismo tiempo, eran dos elementos indispensables en la mecánica de desplazamiento de la añeja clase política. Las perdió su vulgar ambición. En corrillos, se manejan los jugosos estipendios por abandonar a sus compañeros de partido y de bando parlamentario.

Aunque no se cuecen al primer hervor, la diputada Olga Juliana y Olga Sosa, eran otros personajes que apuntaban para ser actores protagónicos en el futuro inmediato de la comarca. Les quitó impulso, su vínculo con los fondos de inversión de los hermanos Carmona.

Grande la tarea de MORENA: crear las condiciones, para la germinación de una nueva clase política guinda.

Han cambiado los tiempos: hace décadas, la represión obstruyó la emergencia de una clase política de nueva contextura…

…hoy, los cañonazos obregonistas, han provocado la autoinmolación de buena parte de los bisoños políticos de MORENA en Tamaulipas.

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