El dinero o la vida
*Los asaltantes ya agarraron de clientes a las gasolineras y no se ve que esta situación vaya a mejorar
VICTORIA, TAM.- El deslumbrante sol de verano empieza a postrarse tras la silueta de la sierra madre oriental, y poco a poco la temperatura va descendiendo, en la cuadrícula de asfalto y árboles llamada Ciudad Victoria.
El transporte público luce repleto en cada microbús qué ruge sobre el boulevard Praxedis Balboa.
Cientos de empleados con playeras tipo polo de diversos colores, van y vienen por las aceras: su jornada laboral ha concluido.
En el cruce de “la calzada tamatán” y el eje vial, una silueta esbelta a bordo de una bici tipo montaña espera el cambio de luces del semáforo.
“Güero” le dice la raza desde que eran mozalbetes, en una famosa colonia al poniente de la ciudad, muy pocos recuerdan cómo se llama. Pero eso al Güero no le importa.
Sin embargo, a esta hora de la tarde en que todo mundo regresa a casa, Güero apenas ha salido de la suya, pues este día le toca laborar en el turno nocturno, en una estación de servicio ubicada precisamente en el eje vial. Apenas hace unos años, trabajar en el fresco de la noche era hasta cierto punto cómodo y tranquilo, pero la vida ha dado un giro inesperado y lo que ayer se consideraba apacible hoy significa literalmente un peligro de muerte. La gasolinera en la que labora el Güero, está siendo asaltada hasta un vez cada semana.
El Caminante suele transitar por esa arteria a medianoche al salir del trabajo, y en más de una ocasión noto que ninguna de las bombas estaba disponible para cargar combustible, lo cual le hacía refunfuñar, pues a esa hora es difícil hallar una gasolinera abierta .
Siempre le causó curiosidad saber porque el establecimiento estaba con las luces prendidas pero sin empleados que proporcionen el servicio.
-Nombre ‘mai’ no es que no queramos atenderlo, o que nos quedemos dormidos en la oficina, lo que pasa es que ya estamos bien ciscados con tanto asalto – contaba Güero al Caminante. – ¿Les caen muy seguido? – Hasta dos veces por semana – ¿Y llegan en carro o cómo? – Nombre llegan a patín por ese solar baldío que está aquí a un lado. – ¿Cuántos llegan? –
De primero caían dos, unos morrillos bien flaquillos, bien huercos, uno trae una navaja y el otro trae una pistolilla pedorra, pero ni modo de ponerse el brinco. – ¿Se ponen muy locos o que? –
Las primeras veces llegaron mentando madres amenazando luego luego, apuntando con la pistola, pero pues ahora nos aplican esa de “ya se la saben”. –
¿Y tu cómo reaccionaste la primera vez? – Me dio chingos de miedo, porque el morro ponía la mano en el gatillo, ¡capaz que se le salia un tiro! ¡y no dejaba de apuntarme! – ¿Y les diste toda la lana? – Pos si, desde entonces mejor dejo una parte adentro de la oficina por si me vuelve a tocar – ¿Cuánto es lo más que te han quitado? – Poco mas de cuatro mil pesos.
-¿ Y siempre vienen los mismos? – Al principio si, pero ahora ya empezaron a venir otros vatos, ya son como cinco diferentes. – ¿Y que rollo con el dinero que les quitan, tienen que pagarlos ustedes? – La empresa nomás nos respalda con dos mil pesos, lo demás lo pagamos de nuestra bolsa.
– Oye pero veo que tienen cámaras, ¿no les ha pedido la policía las grabaciones para dar con los asaltantes? – Nombre la policía nomas se hace guaje, se pone la denuncia pero pues nomás no le rascan los batos siguen viniendo. Ya nomás nos encomendamos a Dios para que no se le vaya a salir un plomazo al asaltante, porque el dinero lo repones, de tu bolsa pero lo repones, pero la vida …pues cómo. –
¿Y que procede cuando te asaltan? – Pa’ empezar ya no puedo vender más gasolina porque se bloquean las bombas, después hay que llamarle al patrón y avisarle de la situación para que venga la policía y tome nota. Por por eso es que a veces laa luces están prendidas pero no hay servicio, no crea que es porque estoy dormido en el aire acondicionado. –
No conviene trabajar en el turno nocturno ¿verdad Güero? – imagínese, con eso del regreso a clases y los uniformes y los útiles escolares una lanota que tuve que aflojarle mi señora, y si todavía tuviera que pagar dos mil o tres mil pesos cada que me asalten.
Y no crea que somos la única gasolinera que está viviendo esto, yo he platicado con muchos camaradas y así como está hay muchas estaciones de servicio que visitan cada semana, ¡de plano está de la chingada!
Ojalá que no tenga que ocurrirle una tragedia al Güero o a todos quienes trabajan en gasolineras, para que la autoridad se ponga las pilas y atrape a estos delincuentes. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA