Reclaman jesuitas: prevalece impunidad
*A un mes de asesinato de sacerdotes en Sierra Tarahumara, la Compañía de Jesús señaló que en el caso prevalece impunidad
Cd. de México.-A un mes del asesinato de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora en su parroquia del pueblo de Cerocahui, en el Municipio chihuahuense de Urique, la Compañía de Jesús señaló que si prevalece la impunidad, no será posible avanzar hacia la reconciliación y la paz.
«Durante este mes, hemos manifestado a las autoridades de los diferentes niveles de Gobierno que para la Compañía de Jesús es prioritario que se garanticen los derechos de las comunidades rarámuri. La atención que sobre la región ha generado este lamentable hecho que sacudió al país no puede ser coyuntural: se deben revertir las causas estructurales de la violencia en la Sierra, que prevalecen desde hace décadas», señaló la congregación en un comunicado.
La Compañía consideró indispensable que continúen presentes las fuerzas armadas en la zona dada la «ausencia de Estado en la región».
«Con los protocolos adecuados para interactuar con culturas indígenas y asegurando el respeto irrestricto de los derechos humanos, hasta que se reconstruyan las condiciones de paz en las comunidades de la Tarahumara«, detalló.
«El intempestivo asesinato de nuestros hermanos jesuitas nos remite a la vivencia de tantas víctimas de la violencia que siguen esperando justicia y verdad en nuestro México adolorido».
- La congregación reiteró su llamado a abrir espacios de diálogo para revisar la actual política de seguridad.
«La memoria de nuestros queridos Joaquín y Javier, de las demás víctimas de Cerocahui, y de tantos dolientes que en México no reciben la misma atención, nos llaman a no consentir la impunidad y a trabajar por la reconstrucción del tejido social».
El pasado 20 de junio, Javier Campos, de 79 años, y Joaquín Mora, de 80, asentados por décadas en la Sierra Tarahumara, fueron asesinados por un grupo criminal -encabezado por José Noriel, «El Chueco«- que también ejecutó al guía de turistas Pedro Heliodoro Palma.
Los hechos desataron una gran indignación, no sólo entre comunidades religiosas sino en el ámbito político y académico.