Política

La Comuna

Las simpatías presidenciales

José Ángel Solorio Martínez

Durante años, muchos ciudadanos desesperados, pedían a gritos la intervención del gobierno federal, para echar al PAN del gobierno estatal tamaulipeco. Pretendían, y así lo externaban, que el presidente de la república, definiera el destino político-administrativo de la entidad. El tabasqueño, fiel a la legalidad, y no caer en la fácil definición de la derecha que lo considera dictador, esperó el momento para meter su sello y mandar un mensaje a la ciudadanía de la región.

Hoy martes, AMLO mostró su mano –su notable influencia en la comarca, se había visto con los 850 mil votos obtenidos en el proceso de revocación de mandato– y su interés por la estratégica y relevante porción del país; no sólo por su importancia económica, también por su trascendencia geopolítica.

–Américo es lo mejor que le pudo pasar a Tamaulipas–dijo en la Mañanera.

“Es un hombre bueno; honesto”, subrayó.

Experto en los tiempos de la política y sus instituciones, mandó unos no tan encriptados mensajes al pueblo de “la región que dormita en la margen del río”.

¿Qué se puede inferir de la potente postura de López Obrador, a favor del gobernador electo, Américo Villarreal Anaya?

1.- La Federación, no dejará solo al cardiólogo en su encargo. Esa actitud, suavizaría la polarización que algunos segmentos de la sociedad local, habían construido al calor de la contienda electoral; algunos empresarios, jugaron fuerte con el candidato panista y se habían quedado con ese vuelo: hoy la vibra presidencial, atemperaría diversas crispaciones entre los capitanes de negocios e inversionistas, que habían recibido promesas del oro y el moro para ponerse al lado azul del horizonte.

2.- Podría abrir espacios para la negociación con la mayoría de los alcaldes panistas. Los más de treinta jefes edilicios, ante la carga energética guinda transferida al gobernador electo, se tornarán más institucionales. Esto facilitaría la expansión de la IV T, toda vez que las recientes reformas legislativas, atribuyeron poderes legislativos a los Ayuntamientos.

3.- Podría aterciopelarse la relación entre los polos –PAN, MORENA– en el Congreso local. La nueva legitimidad, obtenida por Villarreal Anaya, pavimentará el camino de la negociación en el pleno del Poder legislativo. No se debe descartar, que incluso algunas parlamentarias que abandonaron las filas guindas, regresen a las posiciones lopezobradoristas.

4.- El escenario de ingobernabilidad, que tomó su más alta cresta con el asesinato del periodista Antonio de la Cruz, y de la persecución –justificada o injustificadamente– penal contra los alcaldes morenistas, empieza a conjurarse. Se sabe de algunos Magistrados del Poder Judicial de Tamaulipas, ya tienen su renuncia redactada para presentársela a Villarreal Anaya; eso habla, de la desarticulación –voluntaria o no– de algunos segmentos de instituciones transexenales construidas desde el Congreso del estado.

El apuntalamiento de López Obrador, con el gobernador electo, podría acelerar la transición e inyectar tersura a un proceso que tuvo momentos álgidos y alarmantes.

5.- El proceso de elección de consejeros morenistas en la entidad, podría enfriarse. Un gobernador fuerte, cuya legitimidad a nivel de cancha es evidente, tendrá un inicio como pocos gobernadores lo han tenido en la historia tamaulipeca.

Después de Emilio Portes Gil –apoyado por Álvaro Obregón– y Enrique Cárdenas González –patrocinado por Luis Echeverría–, tendríamos que ubicar a Américo, como el gobernador que ha iniciado su administración, con los mejores augurios y las incuestionables simpatías presidenciales –AMLO–.

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