La Comuna
El laberinto de Américo Villarreal
José Ángel Solorio Martínez
¿Dónde comienza lo político y dónde termina lo penal, en el caso del líder de la Columna Pedro José Méndez, Octavio Leal Moncada?
Difícil establecerlo con precisión.
Ambos ingredientes se traslapan y se funden.
De igual forma: ambos elementos se conjugan para exhibir un asunto que requiere para desatarse, tanto de las herramientas de la política, como de los instrumentos jurídicos.
Tan nebulosa es la aprehensión de Leal Moncada –un asesinato que se presume cometió hace diez años–, como penumbroso es el escenario político sobre el cual se despliegan los hechos: el triunfo de MORENA en Tamaulipas y la arrolladora victoria en la microrregión cuyo epicentro es el municipio de Hidalgo, Tamaulipas.
Decir, que Octavio está preso por asesino, es una exageración.
Igualmente: afirmar que es un preso político, es un despropósito.
Tan lleno de aristas está la detención del dirigente de la Columna, que hasta su compañero de viaje, Américo Villarreal Anaya, queda en situación incómoda. Ello plantea al gobernador electo, el manejo con guante de seda del acontecimiento. No puede dejar que se hunda un aliado; así como no puede permitir, su vinculación a un transgresor de la ley.
Villarreal Anaya, tiene una papa caliente en su terreno.
Parece tener tres salidas:
1.- Salir abiertamente desagraviando al acusado. Opción de alto riesgo: sería alimento para las campañas negras de las cuales están ávidos los grupos nacionales anti AMLO y anti MORENA. El consenso que adquiriría en la zona bajo control de la Columna, se ampliaría; lo contrario: erosionaría su proyecto en otras regiones del estado, que visualizan como políticamente incorrecto su cercanía con esos actores del centro de Tamaulipas.
2.- Hacerse el desentendido. Esta actitud, lo dejaría a merced de los dirigentes de la Columna, que podrían ver esa postura silenciosa, como una señal de ruptura. Este elemento, abonaría en profundizar la ingobernabilidad del micro-cosmos hidalguense.
3.- Solicitar que las instituciones encargadas de procurar y administrar Justicia, actúen en apego a la ley y los derechos humanos del dirigente cívico. Esa salida, daría tiempo a que la nueva administración estatal, tome el control de los aparatos justicieros de la entidad, para resolver en apego a derecho en tiempos ajenas a la lucha poselectoral.
4.- El Grupo Parlamentario de MORENA en el Congreso, debe externar su postura ante los hechos. No sólo porque representa un contrapeso a un Poder Judicial que podría estar actuando facciosamente, sino porque quitaría presión al Ejecutivo estatal recién electo. No se puede abandonar a su suerte, a un actor que abiertamente, públicamente, se la jugó con la IV T para desplazar de la administración estatal al panismo. No se buscaría regalar impunidad a un aliado; se intentaría, acotar a los jueces tamaulipecos para que ejerzan en apego al estado de derecho que los tamaulipecos merecemos.
5.- MORENA, tiene la obligación de movilizarse en torno Villarreal Anaya. Debe articular, una respuesta coherente sobre ese acontecimiento, para evitar se contamine el escenario de la entidad. Apremia, que el partido del gobernador, dé muestras de vitalidad y de visión estratégica. A parecer no lo comprenden: en tiempos de crisis, crecen los verdaderos liderazgos.
Villarreal Anaya, ya mostró dotes de político eficaz: sumó a Santiago Nieto a su equipo de transición. Enfrenta un nuevo desafío con la detención de Leal Moncada. Sus estrategias, para moverse en torno a este viscoso y venenoso laberinto, podrían darle el necesario perfil de gobernador que todos esperamos.