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Degenera crisis de Reynosa en lucha de mafias

Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Los audios de Luis Alejandro Espino Acosta y la fuga de Carlos Peña a la Ciudad de México en busca de “refuerzos” nos hacen recordar la historia de la mafia italoamericana en la ciudad de Chicago durante los años veinte del siglo pasado.

A fin de enriquecerse ilícitamente, un jefe del crimen organizado sobornaba a jefes de la policía, inspectores, jueces y políticos locales de aquella urbe. Hasta se daba el gusto de financiar un comedor para pobres, donde se ofrecía comida gratis a 3500 personas diariamente.

Alphonse Capone usó el dinero para corromper a las autoridades y adueñarse de la ciudad. No en balde National Geographic tituló un reportaje: “Cuando Al Capone gobernaba en Chicago”.

Usando los mismos métodos, como el soborno y la extorsión, secuaces del PAN intentan, aprovechando los delitos cometidos por Carlos Peña que lo tienen con un pie en la cárcel, adueñarse de la alcaldía de Reynosa. Y ahora conocemos a los integrantes de esa mafia, si nos atenemos a la información revelada en las grabaciones difundidas: se trata de Gerardo Peña, secretario general del gobierno de Tamaulipas; Jorge Espino Ascanio, Auditor Superior del estado y papá de Luis Alejandro, el exhibido en la grabación; Héctor el “Moyo” García como líder de la 65 Legislatura, y el mayor de todos, Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador.

En los audios, Luis Alejandro Espino le pide a su interlocutor, presuntamente un regidor, que vote por él en la terna para sustituir a Carlos Peña como alcalde de Reynosa, a cambio de cinco millones de pesos, pagaderos hasta que asuma el cargo. Y le advierte que no hay alternativa: es decisión de sus “padrinos” que él sea el nuevo edil. No le conviene negarse, dice, porque los tienen a todos “agarrados de los huevos”; expresión política que significa “Puedo meterte en prisión cuando me plazca”.

Señoras y señores, ¿no les parece escuchar a los mismos gángsters de Chicago, por la forma de intimidar a las autoridades para hacer su voluntad, pero ahora en voz del hijo de un funcionario del cabecismo? Estamos asistiendo, literalmente, a un choque de mafias que desean apoderarse de la ciudad de Reynosa.

La otra organización la encabeza una mujer, Maki Ortiz, quien tuvo las agallas para imponer a su hijo Carlos Peña como candidato de Morena en Reynosa y hacerlo ganar. Sin embargo, éste se esconde ahora debido a una orden de aprehensión por el delito de operaciones con dinero de dudosa procedencia.

La ventaja de Carlos Peña es que él ganó lícitamente la alcaldía en junio de 2021. Por desgracia, traía malos antecedentes, y desde el inicio de su proceso penal ha fingido gobernar, ha mentido a la gente y ha burlado el mandato, cometiendo así un nuevo delito. Usurpación de funciones.

Burlarse de la ley y los ciudadanos para saciar sus intereses personales es la actividad que empata y enfrenta a ambos grupos, y es justo decir que no es la lucha entre el bien el mal, sino entre mal y el mal, entre hermanos mellizos, por irónico que parezca.

Los invito a analizar punto por punto la composición, los pasos y las formas de ambas corrientes para convencerse si no estamos ante un enfrentamiento entre gángsters. Solo faltan las armas de fuego, pero nadie desde el fondo de su corazón quiere violencia y muerte. No obstante, hay tanta ambición negra en el lado panista como en el de Peña Ortiz, una ausencia total de escrúpulos que es lógico pensar que surjan balas entre ellos.

Los sobornos de Luis Alejandro Espino (¡el hijo del Auditor Superior del Estado!), y la amenaza a los regidores para sustituir a Carlos Peña, son la gota que derramó el vaso en la crisis de Reynosa. Urge la intervención del Gobierno Federal o de las instituciones federales encargadas del orden para evitar un choque violento. Las víctimas de estas disputas siempre son los ciudadanos, y nadie los ayuda a recuperar el tiempo perdido en periodos de ingobernabilidad.

Y una vez en Tamaulipas, que procedan de inmediato a la detención de Luis Alejandro Espino Acosta. Es un delincuente confeso de soborno y extorsión. Horas después de la filtración de audios, subió un mensaje para liberar de culpa a sus padrinos, sin advertir que confesaba su crimen. “Reconozco que es mi voz la de un audio que fue grabado a escondidas y sin mi consentimiento… La realidad es que ante la incertidumbre de una administración municipal claramente abandonada y vulnerable, y que enfrenta irregularidades legales, vi la oportunidad de escalar políticamente”.

Hablando de esta jugada panista, la verdad, chorrea torpeza por todos lados; torpeza de elegir al hijo de Espino como sustituto de Carlos Peña; torpeza de obsesionarse con los morenistas; torpeza de atacar a un adversario cometiendo delitos.

Esta es la clase de historias que a uno como periodista lo mantiene despierto y con los dedos en el teclado. Es tan emocionante que no se quiere ni parpadear, como ver un capítulo de Los Intocables. Pero, en el fondo, es trágico y serio, y repercutirá en el estado.

Agarre aire, porque aún le faltan capítulos a esta historia de gángsters.

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