Política

Con Urbanidad

Por: Vicente Hernández

«Que la cuarta transformación signifique justicia»
‹Andrés Manuel López Obrador›

El 20 de noviembre de 1910 da inicio uno de los más importantes acontecimientos históricos y sociales en México: la revolución mexicana, que nace del descontento por la forma dictatorial en que ejerció el poder el oaxaqueño Porfirio Díaz, situación que se prolongó durante 34 años, hasta que un hombrecito de barba peculiar llamado francisco I. Madero recorre el territorio nacional para formar un nuevo partido político que eligiera a sus candidatos de manera democrática ante la amenaza del dictador de volverse a reelegir, como respuesta Porfirio Díaz manda arrestar a don Francisco en San Luis Potosí acusado de sedición, logrando Madero escapar, refugiándose en Estados Unidos donde proclama en la fecha señalada al inicio el “Plan de San Luis” en el cual convoca a sus seguidores a tomar las armas en contra de Porfirio Díaz.
Este es por lo menos el inicio de la versión oficial del estallido social que al pasar de los años tendría gran repercusión en la vida política, social y económica de México. Pero lo curioso en esta tan glorificada revolución, es que al final de cuentas ¿quién gano? Porque Madero, Villa, Zapata, Carranza, Obregón y algunos otros fueron asesinados, y los hacendados, burgueses y el alto clero despojados de riquezas y de poder, volvieron a recuperar gran parte de lo expropiado por lo que me permití la libertad de reproducir una pequeña parte del primer capítulo del libro “Análisis de los Procesos Revolucionarios” de Fernando Mendoza (Grijalbo 1980).
“¿Qué es la revolución” responder a esta interrogante, no es una cuestión fácil, ya que las definiciones del concepto se presta a una amplia gama de confusiones.
Algunos especialistas razonablemente señalan que la palabra “revolución” es ambigua, porque si bien es cierto que sociológicamente designa un hecho histórico, transformador, que abre un nuevo horizonte a los hombres, el mismo concepto en sentido astronómico designa simplemente el movimiento giratorio y regular de los planetas. Las diferencias conceptuales se enfatizan aún más en el ámbito de la literatura popular, en donde con frecuencia se habla de revolución industrial, revolución intelectual, revolución artística, revolución moral, revolución sexual, etc, etc, Bajo esta copiosa enumeración se pretende designar el cambio violento, en las costumbres, o en los usos, de nuestras sociedades de consumo.”
El autor del citado libro omitió mencionar a los partidos políticos PRI, PRD y PARM, siendo el primero el que más ha esgrimido el concepto, y en su nombre logro gobernar durante 70 años ininterrumpidos (1930-2000) llegándose a convertir en “La Dictadura Perfecta” como bien lo definió el escritor peruano Mario Vargas Llosa, el segundo (hoy en ruinas) fue el que más traiciono su ideología, porque ni fue revolucionario ni mucho menos democrático y el tercero nació y murió sin ser autentico, tampoco revolucionario (1954-2000) debido a que durante sus 46 años de vida subsistió con las migajas que le arrojaba el PRI, al que casi siempre sirvió de comparsa.
A 112 años de haber dado inicio la revolución, hoy día se perciben aires de cambio social, con Andrés Manuel López Obrador como presidente, sobre todo después de su reunión hace días con el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, para hablar de temas bilaterales que habrán de favorecer a los dos países, entre ellos la migración, un plan antinflacionario y el de seguridad, siendo este último quizás el más importante de la agenda, ya que el crimen organizado en México esta convertido hoy día en el quinto jinete del apocalipsis, pero el descontento social es igual que en los regímenes anteriores, ya que México llego al 2018 convertido en un cementerio, porque el caldo de cultivo es el mismo; la pobreza excesiva en algunos núcleos de la población, contrastando con la riqueza excesiva de unos cuantos, la desigualdad en cargos de elección popular e imposición de funcionarios de primer nivel.
En este mismo espacio he condenado el pillaje y oportunismo de personas que con el rostro cubierto se dedican a delinquir por supuestos o reales “crímenes de estado”, pero tampoco puedo negar el derecho que tienen las masas, que contagiadas por el estado de ánimo, condenen todo lo negativo de la clase gobernante, y reclamen con energía el cambio de hombres y sistema de gobierno, y niegue toda efectividad al orden inoperante, pero cuidado si estas inconformidades no están generalizadas al resto del territorio nacional, porque entonces si, la mecha para producir un estallido social que venga a convertirse en la segunda revolución mexicana habrá de encenderse.
Esperemos que realmente se esté creando conciencia cívica entre la población y la próxima revolución sea la electoral, y las armas que empuñemos los mexicanos sean nuestras credenciales de elector, afortunadamente este gobierno cuya insignia es la llamada “Cuarta transformación”, en alusión a un ciclo histórico de larga duración que incluye: la independencia, la reforma, y la revolución, tres episodios que tuvieron como factor común la violencia política, pero ahora la referida 4T deviene de un proceso electoral realizado de manera pacifica en su tercer intento, este si exitoso luego de dos incursiones fallidas, marcadas por la presunción de fraude electoral, pero Morena es hoy por hoy, el símbolo del cambio social y político de México.

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