Se mueven militantes para renovar al PAN sin Cabeza
Por:Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Tras una cadena de fracasos, Luis Cantú entregará en octubre la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN en Tamaulipas. Deja reducida a escombros la hegemonía electoral de 2016 y de 2019; deja, sobre todo, la derrota más dolorosa, la de la gubernatura. Pero cada crisis, también, es una oportunidad para crecer.
Los números de la elección de este año muestran una buena base de ciudadanos conservadores con la cual reconstruirse. Los 642 800 votos de 2022 dan lugar a cierto optimismo para seguir compitiendo. Si bien iba en alianza, ya se sabe que entre el PRI y el PRD no suman ni 8 por ciento. Acción Nacional no está acabado, pero requiere un nuevo liderazgo que le devuelva la energía y la confianza para reconquistar la preferencia de las mayorías.
Por desgracia, eso no sucederá si Francisco García Cabeza de Vaca o uno de sus testaferros mantiene el control del partido. Ellos son los responsables del fracaso de este año y del desprestigio entre la gente. Suena el nombre de Imelda Margarita Sanmiguel, diputada local, para suceder al “Cachorro” Cantú. Pero ella es lo mismo que Ismael, e Ismael lo mismo que el gobernador: más cabecismo, continuidad, como vivir con una enfermedad crónica.
Miles de panistas honestos ven con horror otro presidente como el Cachorro o como Ismael y ya se reúnen en privado para promover a un candidato independiente, por llamarlo de algún modo. Más bien quieren a un representante del panismo clásico, identificado con los valores del partido, como la lucha por la democracia y la dignidad de la persona, causas que nunca ha abanderado el gobernador, ni su hermano, ni sus amigos.
Para tal efecto han organizado reuniones privadas, charlas de café y encuentros con amigos para pensar en alguien con buena imagen para llegar a la presidencia. Se mueven casi en la clandestinidad y han acordado negar esas intenciones si los cuestionan; ya conocen la neurosis de Cabeza de Vaca, y es preferible tenerlo engañado.
También buscan nulificar al jefe de los espías que recoge chismes de los panistas para delatarlos con el gobernador. Nos referimos a Álvaro Niño Espinoza, secretario particular de Ismael y el miembro más inútil del equipo cabecista. Es parte de una cuerda de chilangos que vinieron a ocupar los lugares de los panistas tamaulipecos y a parasitar con el presupuesto público.
De este modo, cuidándose de su partido como si de un enemigo se tratara, estos panistas inconformes trabajan en la sombra para hacerle contrapesos al favorito del gobernador y ya tienen una lista de los probables aspirantes. Es una lucha desigual que, de inicio, la tienen perdida, pero quizás puedan clocar a su representante en la Secretaría General para ponerse en equilibrio con el cabecismo dentro del partido.
El primero es Chucho Nader Nasrrallah, el alcalde de Tampico, quien estuvo cerca de la candidatura a gobernador. Tiene todas las credenciales de honor para llenar la presidencia: ser el alcalde más aprobado del país, y el panista más reconocido entre los funcionarios públicos actuales. Con él se ganaría seriedad y confianza, respeto y tolerancia. Chucho es un líder que conduce con el ejemplo, no con la amenaza. También cuenta con la simpatía de figuras nacionales del PAN, como el propio Marko Cortés.
El problema será convencerlo, pues tiene otros planes para el futuro y no quiere desgastarse con la Cuarta Transformación. Ojalá recapacite ya que podría reagrupar a todos los panistas tamaulipecos y recuperar plazas que hoy están perdidas. Muchos de los militantes decepcionados con el cabecismo han dicho: “Con Chucho, sí”.
Otro que suena en los círculos secretos de la militancia es José Julián Sacramento. Ha sido senador y candidato a gobernador. Sin excesos ni escándalos en su vida pública y privada. Más bien, ha sido un crítico acérrimo de los abusos de sus propios compañeros panistas, entre ellos Francisco Gracia de Vaca, por no respetar los principios de la corriente clásica del PAN. Más por fuerza que por ganas, el reynosense lo nombró jefe de la Oficina de Representación de Tamaulipas en Nuevo León, puesto que le quedó chico y que abandonó pronto.
Sacramento es uno de los excluidos del cabecismo, aunque el gobernador haya intentado atraerlo con un cargo secundario. Como José Julián, son muchos los panistas de convicción marginados y hasta perseguidos por el mandatario, y esta podría ser la oportunidad soñada para cobrarle todas las afrentas.
Lydia Madero también ha entrado en esta lista para recuperar al partido, y la idea entusiasma a muchos panistas, sobre todo de Victoria, dónde le tienen gran aprecio. Ha sido senadora, diputada local y ha ejercido diversos cargos en la administración federal. Incluso ya ha sido secretaria general del PAN, y no desconoce el trabajo político y la formación de militantes.
En su perfil de Wikipedia ella misma ha borrado su paso por el gobierno de Cabeza de Vaca. Por algo será. Ni siquiera completó el año, pues ocupó la titularidad de la Secretaria de Salud del 1 de octubre de 2016 al 7 de abril de 2017. En su renuncia sostuvo: “Sigo convencida de que se puede hacer una gran diferencia en poner todo nuestro esfuerzo al servicio de la población”. De eso se trata, por eso la gente la quiere de vuelta.
Ponga usted el nombre de cualquiera de estos postulantes al lado de Imelda Sanmiguel o de Ismael García Cabeza de Vaca y el chiste se cuenta solo.
Algunos han nombrado incluso a los exalcaldes de Tampico Arturo Elizondo y Diego Alonso Hinojosa, pero ellos hace tiempo que se dedican a sus empresas y sienten que su ciclo de activismo está cerrado
A pesar de las buenas intenciones de la militancia, es difícil que Cabeza de Vaca pierda el control del Comité Estatal, pues tiene chantajeados o corrompidos a la mayoría de los consejeros. Pero ni Roma fue eterna, por más que gustaran de llamarla así.
Ahora que termine su gobierno, y que caiga todo el peso de la ley sobre él, quién sabe si algo quede de su temido poder.