Santiago Nieto
Por Oscar Díaz Salazar
Por demás interesantes han sido las declaraciones que en los días pasados ha hecho el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaria de Hacienda del gobierno federal, Santiago Nieto Castillo, a varios periodistas de diferentes medios de comunicación.
En exposiciones claras, didácticas y, como lo ha dicho en repetidas ocasiones, muy cuidadosas de lo que nos dice, pues su condición de ex funcionario lo obliga a No revelar información que conoció en el desempeño de su trabajo, Santiago Nieto nos comparte su perspectiva del caso Cabeza de Vaca, con una visión que nos permite, simultáneamente, ver el bosque y conocer el árbol a detalle.
Señala Santiago Nieto que el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, es parte de un grupo de panistas con los que tiene varias coincidencias, entre las que destacan su paso por el Senado de la República, su cercanía al ex presidente Felipe Calderón, su participación en negocios muy lucrativos y su ambición de recuperar el control de la presidencia en 2024.
Ese grupo que logró hacerse de varias gubernaturas y otros espacios en el gobierno y la administración pública, ha visto reducir sus cotos de poder al concluir los sexenios y no refrendar los triunfos de su partido, e incluso desde antes, al no lograr imponer candidatos de su corriente política. Siendo el gobierno de Tamaulipas el último reducto de poder y fuente de recursos económicos que tiene ese grupo, para apuntalar el proyecto de ganar la presidencia.
La exposición de Santiago Nieto refuerza mi creencia en que fue el senador Gil Zuarth quien consiguió, para Cabeza de Vaca, la gubernatura de Tamaulipas, como contraprestación al voto de los senadores panistas a favor de la reforma energética que propuso el presidente Peña Nieto.
Cabeza de Vaca no tenía, nunca ha tenido, la interlocución con los personajes que definen la política en nuestro país. Su padrino, su manager, su socio, su ex compañero en la Camara alta, el senador Roberto Gil, si. Gil Zuarth, el ex secretario particular del presidente Felipe Calderón, el propietario del despacho de asesoría jurídica que recibe un millón de pesos por mes, del gobierno de Tamaulipas, el muy enamorado vecino de Mission, Texas, si tiene trato político y de negocios con los dueños del país, con la mafia del poder.
La conjunción de una decena de gobernadores insurrectos que semana tras semana se reunían a conspirar contra el presidente López Obrador, no se logró por el liderazgo de Cabeza de Vaca, que fue la figura más visible de ese atajo de conspiradores, y fue notoria la presencia de Francisco N por ser la más grosera, la más imprudente, la menos institucional, la menos respetuosa de la investidura propia y la presidencial.
Las reuniones de la alianza federalista, que integraron las fuerzas hoy dispersas del comandante Borolas, fueron actos anticipados de la campaña presidencial del 2024, campaña fallida y derrotada en las elecciones precedentes a la del relevo de López Obrador.
Santiago Nieto en lo jurídico y Alejandro Rojas en lo mediático y político, fueron los sicarios que mataron las aspiraciones presidenciales de Cabeza de Vaca, un pandillero venido a más, al que las circunstancias pusieron frente a la posibilidad de ser el candidato de una coalición de delincuentes de cuello blanco y delincuentes a secas, sin adjetivos, a la presidencia de México, cobijado con los membretes del PAN del PRI y del PRD.
Santiago Nieto, a quien Francisco N impuso el sobrenombre de Sicario Nieto, le ha puesto marcación personal al texano que tiene contados los días como titular del poder ejecutivo. El ex titular de la UIF, Santiago Nieto, que se define a sí mismo como «hombre de leyes» refiere que la justicia en México es tardada, pero existe, por lo que asegura que el aún gobernador de Tamaulipas terminara resguardado en una cárcel.