La Comuna
¿El fin del cabecismo?
José Ángel Solorio Martínez
¿El cabecismo –referido como el movimiento político tamaulipeco encabezado por el gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca (FGCV) desde el año 2000– ha muerto?
¿Será una tabla rasa para el gobierno de Américo Villarreal Anaya, sobre la cual erigirá la hegemonía de la IV T en la región? (Antonio Gramsci y Norberto Bobbio, podrían aportar mayores claridades al respecto)
¿Aterrizará la IV Transformación en Tamaulipas, en blandito?
¿A quién que capitaneó a un afluente sociopolítico desde hace 22 años en la zona, se puede desaparecer de un plumazo? (Vilfredo Pareto, tendría explicaciones más puntuales).
Para quienes festinan el desplazamiento del grupo de Cabeza de Vaca, en la política de la entidad, una mala noticia: seguirá en la red de poder de la comarca, por mucho más tiempo del que consideran sus adversarios.
Veamos:
1.- La estructura de autoridad de FGCV, podría estar viva, palpitante, actuante, al menos hasta el 2024. En dos Poderes del estado, estará presente: el Legislativo y el Judicial. Hasta hoy, esas dos entidades obedecen a los intereses del Ejecutivo reynosense. Y aunque no lo parezca, Villarreal Anaya, en términos concretos, tendría que compartir su poder con el Fiscal heredado por esta administración. (Los puristas dirán: no es parte del poder Ejecutivo, el Fiscal; entonces: ¿porqué se le conoce como el Fiscal Carnal?).
Esa, es la peculiaridad de la actual administración: creó una ingeniería de gobierno y de la administración pública, para acompañar como quiste al gobierno de su sucesor.
Otra parcela de mando, en donde tiene su huella digital el gobernador, es el poder electoral. ¿O hay alguna duda que esas entidades –IETAM y el Tribunal Electoral que pasarán algunos años para diluir ese legado– giran en la órbita controlada por el actual Ejecutivo estatal?
Los más de 30 alcaldes azules que deben su existencia al apoyo y al soporte del gobernador, son otra rebanada de poder envidiable. Y más cuando hace meses, se le dio a los Ayuntamientos la posibilidad legal para promover iniciativas de ley.
2.- El tejido partidista que creó con el PAN, se dispersó entre Reynosa, Mante y Tampico. El grupo Reynosa –Chuma Moreno, Ismael García Cabeza de Vaca, Gerardo Peña– por un muy buen tiempo, estará actuante al interior de la estructura azul en el estado; la corriente panista cuyo centro es Mante y Xicoténcatl, liderada por el Truco Verástegui, no ha sido liquidada –a pesar de la derrota–; al contrario: reagrupa y replantea su proyecto para continuar y en Tampico, el panismo más vigoroso del estado, con Chucho Nader a la cabeza, emergió como un factor indispensable para aventuras electorales futuras albiazules.
Si en el sentido administrativo FGCV, trascenderá su sexenio, en el plano partidista su vigencia se percibirá con mayor nitidez.
Eso obliga a Villarreal Anaya, a construir un programa para la transición –esto significa ni más ni menos: un cambio de régimen– para superar el fenómeno de la alternancia que significó un cambio de persona en el Ejecutivo estatal, y no un vuelco para renovar estructuralmente los Poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– y ponerlos al servicio de la ciudadanía y no de las élites.
No debemos gritar, el rey ha muerto; como tampoco, podemos decir viva el rey. No será sensato, ni lo uno ni lo otro.
Sólo con una comprensión puntual de lo que ha representado la alternancia –buena por un tiempo– y lo que la transición debe contemplar, podremos dar paso a la esperanza en Tamaulipas.
No tenemos tiempo, para dilapidar ese bono democrático –triunfo incuestionable– que los ciudadanos han regalado a MORENA y a Villarreal Anaya.