Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Que a Francisco García Cabeza de Vaca no lo toleren funcionarios de Morena es bastante razonable Pero que tampoco lo quieran los del PAN es ya el tope de la corrupción política para un gobernante.
Ojalá que un día aparezca un biógrafo cargado de sapiencia y talento para escribir la tragedia del reynosense, un panista sacado en hombros por la multitud el 6 de junio de 2016, felices de tenerlo como gobernador, y luego repudiado por sus simpatizantes como el peor error que han cometido en su vida.
El caso de Francisco García Cabeza de Vaca contiene aspectos de sumo interés para cualquier investigador curioso, ya que abre y cierra un círculo de triunfo y caída en un lapso de pocos años, cuando el hombre aún es joven y parece haber apagado ya su estrella de la suerte.
Pero, viéndolo bien, esto no es cuestión de suerte sino de causa y efecto y, si hoy aquellos que lo apoyaban le dan la espalda, solo se debe a los actos que él voluntariamente cometió contra propios y extraños. Y, por increíble que parezca, eso incluye a los alcaldes de Acción Nacional.
Son 28 alcaldías gobernadas por el PAN en Tamaulipas las que van a quedar en la orfandad a partir del 1 de octubre pero, en estricto sentido, ya lo estaban desde 2021, cuando llegaron a la administración municipal. Apenas se acomodaron en la silla recibieron una sola instrucción del mandatario: “Este primer año hay que sacar la elección y nada más”. En consecuencia, no hubo arranque de obras de infraestructura y ningún apoyo a la población vulnerable. El dinero sería para otra cosa.
Morena manda políticamente en las urbes grandes del estado mientras que Acción Nacional lo hace en el “chiquitiaje”. Sin embargo, algunos municipios como San Fernando y la región de El Mante-Xicoténcatil son estratégicos para la economía primaria por su actividad agrícola; viven de la tierra. El resto, de las remesas que envían de Estados Unidos y Canadá los jóvenes migrantes.
Esta situación genera condiciones vulnerables a la población y a las familias, ya que sufren por las caídas de la producción y las de precios. Para empeorarlo todo, la pobreza se agravó como resultado de la pandemia del Covid-19.
Estos municipios rurales, la totalidad de los 28 alcaldías gobernadas por el PAN, requerían ayudas directas, despensas y apoyos económicos para paliar la crisis. Esa era la petición expresada por las familias y los alcaldes, en consecuencia, hicieron las gestiones correspondientes, pero no les llegó nada.
Pasó un mes, pasaron dos, pasaron ocho , y nada les llegó. Al contrario, tuvieron que invertir en operativos políticos para ayudar al PAN a ganar el domingo 5 de junio, pero perdieron de todas maneras. Se quedaron sin un cinco, y en Ciudad Victoria nadie les toma la llamada desde entonces.
Es aquí cuando deciden dar un paso sutil para evitar la ruina: cooperar a escondidas con el gobernador electo Américo Villarreal. A escondidas, porque aún temen a las reacciones de Cabeza de Vaca. No cometeremos la imprudencia de revelar sus nombres o el de los municipios en cuestión. Con decir que son panistas es suficiente.
Aunque parezca un movimiento fácil no está exento de peligros. Hay que recordar que el Fiscal Anticorrupción y aún el Fiscal General son peones del actual mandatario, por no hablar de magistrados y jueces. Su encargo principal es fastidiar a funcionarios de Morena, pero también lo pueden hacer a los del PAN. Con ello, Francisco García Cabeza de Vaca muestra la luz y la sombra de su carácter: para servir a la sociedad, un fiasco; para organizar terrorismo de Estado, una lumbrera.
Dice la sabiduría popular que la necesidad es madre del ingenio, y los alcaldes panistas se vuelcan a eso para burlar la cólera del gobernador. En vez de presentarse ellos mismos, mandan a sus emisarios con el equipo del doctor Villarreal para decirle que no pondrán ningún obstáculo para el éxito de su administración. En esto no hay traición ni puñalada por la espalda: es pensar en el interés de la gente, en el hambre y en la desesperación de las familias que viven con poco. El interés de Cabeza de Vaca, en cambio, es hacerle el vacío a Américo y causarle conflictos por medio de los alcaldes panistas, pero estos quieren evitar semejante suicido político.
Hay por lo menos cinco alcaldes que, de forma indirecta, han enviado su mensaje al equipo del doctor para ofrecer su colaboración y sus saludos por el triunfo electoral. Es importante aclarar que Américo no ha hablado personalmente con ninguno de ellos ni ha suscrito compromisos con nadie. Apenas transcurre la transición de poder y es temprano para reacomodos definitivos. Pero los equipos sí han recibido señales “amistosas” de parte de gobiernos municipales panistas para no ser una obstrucción al doctor.
Y así como ellos, algunos regidores también desean ser vistos con buenos ojos o al menos sin el estigma de “cabecista”, que definitivamente se convertirá en objeto de desconfianza y sospechoso al nuevo mandatario.
¿Y los diputados locales del PAN? Ellos son quizás la única línea cien por ciento leal a Cabeza de Vaca, ya que él los escogió a través de Ismael. Por lo mismo, son los menos panistas en la entidad si revisamos sus trayectorias y compromisos con la sociedad; ni siquiera hace seis años alguien sabía del Moyo o de Imelda Sanmiguel, y hoy dirigen la bancada de Acción Nacional.
De este modo, termina uno de los gobiernos que más promesas traía y más esperanzas despertó en la gente. Hará historia, por supuesto, pero de páginas negras, vergonzantes, ruinosas.
De ese infame destino buscan librarse ya los verdaderos panistas.