Política

La Comuna

Ética homofóbica y moral monástica

José Ángel Solorio Martínez

La mayoría de los diputados del Congreso de Tamaulipas, se oponen al matrimonio igualitario. Esto es: niegan la posibilidad a dos personas del mismo sexo, ante el Registro Civil, de formar una familia.
De igual forma, mantienen en la congeladora la despenalización del aborto.
¿Qué argumentos prevalecen, en la Legislatura, para ver con reticencias esos derechos de las mujeres y los homosexuales?
Los de siempre.
Las justificaciones que han esgrimido desde hace centurias: narrativas morales y no científicas. La visión dominante que cancela los derechos a esas minorías, sólo puede verse como el ejercicio de un pensamiento medieval; de una conciencia mágica y no desde la posmodernidad o desde la conciencia de las libertades.
¿Es necesario recordar que vivimos en el siglo XXI, era en que la familia tradicional imperante por más de 20 siglos, quedó hecha añicos?
¿Por qué odiar la familia homoparental?
¿Es obligado, comentar que en un país de libertades éstas se deben respetar y se tienen que ampliar y no constreñir?
¿Es tan complicado de comprender?: el matrimonio igualitario, es un derecho que tienen los individuos del mismo sexo a formar una familia.
¿Es tan difícil, entender que no por ser minorías –sujetos lésbico gay– tienen derechos y libertades como todo hombre o mujer heterosexual?
¿Por qué estar a favor del matrimonio igualitario?
Primero: el Estado, tiene la obligación de garantizar y ampliar las libertades de sus ciudadanos. Las minorías, no por serlo, deben ser soslayadas por instituciones como el Registro Civil o los Congresos locales.
Segundo: todos los ciudadanos, –independientemente del sexo– cuando asumimos un compromiso matrimonial, tenemos la posibilidad de construir un patrimonio. Ese conjunto de bienes, son propiedad de ambos –a menos que se casen por bienes separados–; es decir: esa forma de compartir compromisos y derechos, –en forma legal– garantiza una propiedad de pareja e individual, justa, equilibrada.
Otra: bajo el convenio matrimonial, ambos, tendrán acceso a los servicios de Salud del Estado. De otra manera: se ampliarían los beneficios de la pareja en dependencias como el IMSS o el ISSSTE. (Créditos, vivienda y otras prerrogativas)
Esas premisas, deberían analizarse para sacar de la hielera la Ley del Matrimonio Igualitario para Tamaulipas y no las que al parecer dominan las mentalidades de los diputados tamaulipecos: la ética homofóbica y la moral monástica.
Sobre la despenalización de aborto, es muy simple el argumento central de quienes están a favor de ello: dar libertad a las mujeres, a decidir sobre su propio cuerpo.
Ni más, ni menos.
¿Por qué demonios, y bajo qué sentencia papal, se pretende decidir en mujeres ajenas y propias, lo que hagan con sus cuerpos?
Los diputados tamaulipecos, ante la oposición para el ensanchamiento de libertades para los tamaulipecos –incluyendo, a las minorías–, bien pudieran haber representado dignamente a los miembros del jurado que llevaron al cadalso a las Brujas de Salem.

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