Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Hallamos una fiel descripción de los problemas actuales de Tamaulipas en un documento oficial que acabamos de revisar; está disponible en internet.
Es tan exacto como un reloj y tan específico como un microscopio. Juzguen si no la siguiente introducción:
“El rezago social y económico que vive el estado de Tamaulipas es resultado de gobiernos estatales antidemocráticos y corruptos, la falta de auténtica independencia de los poderes del estado, la ausencia de transparencia en la rendición de cuentas, la impunidad y la corrupción institucionalizadas, la represión política, la intromisión del gobierno en la vida democrática del estado y en los organismos autónomos, la cooptación de miembros del poder legislativo (y) la simulación de actos de gobierno”.
Es la traducción verbal de las imágenes que caracterizan a este gobierno. No omite, además, los errores cometidos por estas autoridades estatales:
«(Tamaulipas) ha quedado al margen del desarrollo… no existe planeación demográfica ni de desarrollo económico en la mayoría de los municipios”.
Es, en realidad, el diagnóstico de un plan de trabajo para superar las carencias económicas, sociales y políticas, y llevar al estado y sus habitantes a la paz y la prosperidad, justo lo que necesitamos en este momento.
“Nos comprometemos por un Tamaulipas de libertades, ampliando las capacidades de expresión y asociación, de iniciativa y elección, tanto económica como política, en un conjunto de responsabilidad cívica y gubernamental”.
Es una propuesta interesante, una idea poderosa, un camino urgente que los tamaulipecos debemos tomar.
Es la plataforma política de la campaña de 2016 de Francisco García Cabeza de Vaca. Tan nobles intenciones, ¿dónde fueron a parar? Nos debe una respuesta.
Por el momento, contrastando este documento con los hechos, se nos revela todo el significado de aquel dicho: “A las palabras se las lleva el viento”. Claro; hablar por hablar, así sean mensajes placenteros o buenos deseos, merece el olvido absoluto. Solo pasan a la historia las realizaciones y las obras.
Le prometió a Tamaulipas justo la medicina que necesitaba, pero no le cumplió: “Nos comprometemos a consolidar un Tamaulipas más justo, más sustentable, con igualdad de oportunidades para todos”. Y a lo largo de ese documento, presentado por su partido como la visión y misión de su gobierno ante el Instituto Electoral de Tamaulipas, ofrecía acciones realmente valiosas y hasta originales para llegar a la meta.
Lean, por ejemplo, esta perla: “Promoveremos el manejo responsable de la deuda pública, fortaleciendo los mecanismos de transparencia en el orden estatal y municipal, para evitar los excesos en que han incurrido los gobiernos anteriores”. El 8 de abril de 2020, el Congreso Local le autorizó al gobernador una megadeuda de 4,600 millones de pesos para atender la pandemia del coronavirus. Y sin embargo, hubo escasez de todo en los hospitales estatales.
En 2016 García Cabeza de Vaca parecía que realmente transformaría a Tamaulipas. Estos eran parte de sus planteamientos:
“Apoyaremos reformas para que las auditorías de la cuenta pública se hagan lo más rápido posible después de terminar el año fiscal”.
“El próximo gobierno del PAN eliminará la tenencia vehicular”.
“Atenderemos a las familias que se encuentran en vulnerabilidad, por ingresos o carencias, ampliando la cobertura de los programas sociales para adquisición de vivienda”.
“Impulsar una política económica que implique el apoyo a nuestros empresarios, un sistema tributario eficaz, así como un gobierno innovador que simplifique y homologue los procesos de la administración pública”.
“(Fortalecer) el desarrollo regional, las cadenas productivas locales, la expansión del mercado interno local, estándares de alto desempeño de las empresas locales”.
“Fortalecer la confianza en la autoridad a través de la promoción de sistemas que favorezcan la transparencia y la participación ciudadana”.
Pero nada se hizo realidad. Todo lo que ofreció en su plataforma política se convirtió en letra muerta. Él encarnaba la promesa de un cambio histórico, de un nuevo inicio para Tamaulipas después de 80 años de gobiernos priistas. Y vean en qué ha terminado todo; díganlo ustedes mismos.
Aquel cuadro que García Cabeza de Vaca y su partido presentaban como el diagnóstico estatal de 2016 (“rezago social y económico”, “la falta de auténtica independencia de los poderes estatales”, “la ausencia de transparencia en la rendición de cuentas”, “la represión política” y “la intromisión del gobierno en la vida democrática del estado”) es el que hoy vemos en 2022, pero ahora siendo él quien nos gobierna.
En entregas anteriores hemos expuesto los resultados negativos en actividad económica y en combate a la pobreza de esta administración, conforme a los datos del INEGI y el CENEVAL. Y todavía faltan más
El único que debe pagar por este fracaso en Francisco García Cabeza de Vaca. Él ofreció “los vientos del cambio”, pero fue más de lo mismo.