Política

La Comuna

De Lady Garnachas a Lady Cartier

José Ángel Solorio Martínez

Lady Garnachas, está entrando a la historia de Nuevo Laredo, Tamaulipas. A diferencia de su padre, Carlos Enrique Cantú Rosas, que llegó al mausoleo de los hombres ilustres de ese puerto por haber inaugurado para los fronterizos la alternancia política, ella se ubicó en los espacios memorables de la ciudad, por pasar intempestivamente de su delirio por las fritangas callejeras, a presumir exclusivas y caras joyas de diseñador.


El hecho ya es sabido: servidores suyos –que no servidores del pueblo– le regalaron un costoso reloj como ejemplo de su genuflexión y su encubierta petición de aumentos en sus jugosas canonjías en un Ayuntamiento que paga a sus ediles más, mucho más, que los miembros del Congreso local.
Garnachas, ya no puede, –o mas bien no quiere– ser la misma.
En campaña, se distinguió por recorrer las diversas colonias populares de la ciudad, en una fiesta digestiva de tostadas, tamales, bocoles, hot dogs, y demás expresiones de la gastronomía popular.
La modestia y la austeridad, quedaron atrás.
Ya no es la misma.
La barbera acción de los miembros del Cabildo, ya está en los tribunales. Miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la pescaron con los dedos en la puerta: cayeron en la certeza de que la jefa edilicia incurrió en un delito; ella, tanto como los ediles que pusieron en su muñeca el lujoso cronómetro.
El caso ya está ante las autoridades correspondientes.
El balón, sólo corresponde a los sabuesos de la función pública e incluso de la Legislatura cuya mayoría corresponde, precisamente a los adversarios de la mencionada dama: los panistas.
¿Qué sigue a esa oportuna denuncia?
Lo evidente: aclarar si el acto de recibir y dar un regalo –se presume que tiene un costo de más de 600 mil pesos– de esa naturaleza, es violatorio a la ley de servidores públicos.
Lo incuestionable, es el peso ético que esa maravillosa joya tiene –luego de llegar a sus manos en forma de obsequio– en la muñeca de la alcaldesa. En una presidenta priista, o en una jefa edilicia panista, –sin dejar de ser cuestionable– hasta podría verse dentro de la normalidad de una clase política que nunca ha renegado de sus orígenes fifís.
Es diferente en una servidora pública de la IV T.
La austeridad republicana, debiera ser uno de sus principios.
El gozo mostrado ante tan fino presente, exhibe a Lady Garnachas como una fan pirata de la gastronomía callejera, al tiempo de mostrarla como una mujer con claras debilidades por la vida frívola y vana de sus congéneres fifís, derechairas.
Habrá que esperar, el trabajo de los tribunales donde acudió el PRD a interponer su denuncia.
Ese tipo de conductas, válidas solo entre la realeza de huarache, son un insulto para el ciudadano que elige a candidatos que se disfrazan de pobres para hurtar su voto y ya en el cargo, sacarse el disfraz y mostrarse como realmente son: gandallas y oportunistas.
Lady Cartier, tiene mucho que explicar a su partido –MORENA– y a los ciudadanos que dice representar.

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