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El regio…

Por:Mauricio Fernández Díaz

Viene de Monterrey a burlarse de Tamaulipas y su capital

Ciudad Victoria.- El regiomontano Gerardo Peña Flores le debe su carrera política a Tamaulipas, donde ha perdido cuatro elecciones de mayoría, todas en las que ha competido, pero ha jurado dos veces como diputado, uno de local y otro federal, las dos de tipo plurinominal, es decir, por dedazo.

Con él se puede crear un nuevo refrán: desafortunado en las urnas, afortunado en los escritorios. También ha sido secretario de administración estatal en dos ocasiones, y secretario del Ayuntamiento en una. Los cargos y puestos que ha cubierto en Tamaulipas han sido de primer nivel. El regiomontano fue incluso líder del Poder Legislativo local, de 2019 a 2021.

Estos campos regados por los ríos Bravo y Guayalejo, con la brisa de sus costas, desde playa Bagdad, La Pesca, Barra del Tordo y Miramar, le han acariciado como a un tamaulipeco más, pero no lo es, no la ha sido y tal vez nunca lo será.

Si su compromiso con Tamaulipas ha sido sincero es algo, para nosotros, de mera especulación. Lo real y verificado es que la gente, cada vez que él les pide el voto, le da la espalda y apoya a otro partido. Esa podría ser la respuesta a la cuestión.

Ahora que ha asumido el papel de Secretario General de Gobierno, promovido de nuevo por García Cabeza de Vaca, Gerardo Peña debe pasar más tiempo cerca de los ciudadanos, ser el interlocutor primero con la sociedad y los demás poderes para el mejoramiento de Tamaulipas; vale decir, para su grandeza.

Desdichadamente, el regiomontano no se muestra muy empático ni muy asertivo con los tamaulipecos; no los entiende o no le interesan. Es un buen burócrata que solo sigue las líneas que le dicta su superior, el gobernador del estado. Su eficiencia estriba en seguir ese guión al pie de la letra.

Y García Cabeza de Vaca se dedica maniáticamente a perseguir o denigra a Morena y sus autoridades. La consecuencia obvia es que Gerardo Peña actúe en ese sentido. Y eso es justamente lo que acaba de revelar.

Primero, el alcalde Eduardo Gattas Báez, de Ciudad Victoria, subió un video a su cuenta de Facebook para mostrar orificios de bala en unas oficinas externas que él utiliza, y con ello denunció el atentado.

Una semana antes, el presidente municipal manifestó abiertamente que había recibido amenazas de muerte. El hecho de hacerlo público ya le da, hasta cierto punto, credibilidad, lo vuelve digno de tomarse en cuenta.

Después de estos dos capítulos, la prensa acudió con Gerardo Peña Flores para saber qué trabajos había girado su oficina como responsable de velar por el orden y la seguridad, sobre todo cuando un mando, como el alcalde, está en peligro.

Y el regiomontano acudió al guión de odio y división que aplica García Cabeza de Vaca contra Morena y sus integrantes. Sin pruebas de por medio, lo juzgó sospechoso, poco verosímil y vació de fundamento. Más aún, elaboró públicamente una teoría según la cual Eduardo Gattas Báez es víctima de ataques sensacionales cuando enfrenta denuncias por corrupción o baja su popularidad.

“Me llama la atención -comenzó- que es la segunda ocasión… estuvimos juntos ayer por la mañana y no me dijo nada, y considero que cuando estás con el Secretario General de Gobierno es cuando debes hablar de todo, sobre todo de un hecho de esta naturaleza”.

Y faltando al principio de la presunción de inocencia y, por extensión, al debido proceso, restregó en la entrevista que el alcalde denunció amenazas poco después de revelarse que utiliza una camioneta de lujo propiedad de un presunto huachicolero.

“Parecería un distractor, una cortina de humo… que ya toma como práctica en este tipo de situaciones”. No queremos ni imaginar qué diría Gerardo Peña si el objetivo de un aparente atentado fuera, por ejemplo, Pilar Gómez, prima del gobernador y candidata perdedora ante Eduardo Gattas.

En este desencuentro, Gattas Báez parece haber pecado de ingenuo cada vez que ha acudido a reuniones con Gerardo Peña para sostener una coordinación civilizada, amable e institucional. Esto último es imposible tratándose de Peña Flores porque su propósito en esa secretaria es servir a Cabeza de Vaca, no a los tamaulipecos.

¿Los orificios de bala en las oficinas del alcalde de Victoria corresponden al de un atentado? Quien sabe, pero para negarlo o afirmarlo se requieren pruebas y peritajes, no grillas ni insinuaciones tendenciosas. El mismo Gattas Báez ha presentado una denuncia penal para que se investigue.

Los regiomontanos tienen muchas cualidades pero también muestran defectos intolerables; la fanfarronería y la frivolidad de sus famosos (como ciertos conductores de televisión y el mismo Samuel García, hoy gobernador) les causa no pocas veces la ruina.

Periódico Reforma publicó hace poco que Gerardo Peña Flores anda diciendo por todo Monterrey que él será gobernador. ¡Da por sentado que Cabeza de Vaca pierde el cargo y quizás la libertad, y que él ya es el elegido!

¿Maquina Gerardo contra su propio patrón? No lo juzquen con severidad: es un regiomontano.

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