«Ya no encontramos cuerpos completos, a veces sólo trocitos»
CIUDAD DE MÉXICO.– Amenazada y desplazada de su ciudad de origen por exigir justicia para su hija, Flora Marcelo describe con detalle el calvario que ha vivido desde que el 15 de octubre de 2020 no encontró a Ayelin Gutiérrez, de 13 años, en su vivienda, en el municipio de Tixtla, Guerrero.Ante la exigencia de encontrarla, el agente del Ministerio Público de la Fiscalía de Guerrero le soltó la cantaleta de que, seguramente, «se fue con el novio o anda con sus amigas»; y en un momento de exaltación la misma persona le dijo: «¡No tengo una bola de cristal para adivinar dónde está su hija!»
Cinco días después familiares de Flora encontraron en una barranca algunos restos del cuerpo de la adolescene; fue víctima de abuso. A su búsqueda se habían sumado vecinos y alumnos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
«Si las autoridades hicieron búsquedas o no, no me dí cuenta; sólo sé que cuando encontraron a mi hija, llegaron para hacer el levantamiento y me hicieron firmar unos papeles. Después me enteré –por mis familiares que identificaron el cadáver– que su cuerpo no estaba completo, fue por eso que exigí a la fiscalía que se hiciera una nueva búsqueda para localizar lo que faltaba», explica.
El 21 de octubre de ese año un grupo de encapuchados, armados, a bordo de una camioneta, se llevó a la pareja de Flora que estaba afuera de las instalaciones de la fiscalía estatal. Lo torturaron para que se declarara culpable por el homicidio de Ayelin, pero al no aceptar la responsabilidad por el crimen lo dejaron en libertad con la exigencia de que la madre de la víctima tendría que dejar de pedir justicia, de lo contrario, amenazaron, ahora irían por ella.