Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Mucho ruido y pocas nueces, a eso se resume la actividad de los partidos en Tamaulipas durante el presente año electoral.
El saldo de la precampaña de las principales fuerzas ha sido paupérrimo: pobreza de ideas, mensajes aburridos, discursos simplistas. Ni el PAN ni Morena han sabido despertar el interés de la gente en sus propuestas y solo se han dedicado a frivolizar la elección con memes y videoclips chuscos. ¿Así piensan gobernar Tamaulipas?
Han tenido el tiempo suficiente para promover sus ideas y valores, por medio de los cuales puedan diferenciarse de los demás, marcar distancia y revelar su identidad. Es necesario que justifiquen el voto a su favor y contra su adversario. Pero todos, a pesar del torrente de mensajes, se confunden y parecen copias entre sí.
¿Son lo mismo PAN y Morena, o Morena y PRI, o PRI y Movimiento Ciudadano? Teóricamente, son muy diferentes; algunos, incluso, antagónicos. Pero sus representaciones tamaulipecas resultan decepcionantes en la tarea de agrupar a la sociedad en busca de un cambio político o de una mejor vida.
Los partidos son los únicos responsables del rechazo de los ciudadanos y de su mínima influencia en la sociedad, hasta el punto de entrar en una crisis institucional, en la que se duda ya de su utilidad y de su capacidad de representación.
El esfuerzo de los candidatos de llegar a la gente es el único que infunde vida al proceso lectoral en Tamaulipas, pero el papel de los partidos ha sido irrelevante cuando tienen capacidad para movilizar a las mayorías. Dinero no es precisamente un recurso escaso en estos institutos.
De menor a mayor, repasemos el presupuesto que el INE asignó a los partidos en la entidad para el proceso electoral 2021-2022. Queda patente que el dinero no es la base de una campaña exitosa, sino el ingenio.
Las cifras utilizadas aquí suman los conceptos de actividades ordinarias permanentes, actividades específicas y franquicias postales en que divide el IETAM las prerrogativas asignadas a los partidos representados en la entidad.
Por la votación obtenida en 2021, el Partido del Trabajo (PT) dispone de una bolsa de 14 millones 599 mil 092 pesos en este año, presupuesto jugoso para un instituto con escasa penetración en la entidad. En medios de comunicación y redes sociales no se encuentra mucha propaganda o una idea clara de su proyecto social, y lo más recordado de su publicidad es un video en que se burla con sarcasmo de una pareja de clase trabajadora cuya mujer, embarazada, pregunta al médico “¿Qué va a ser?”, y éste le responde “Pobre, como tú”.
Viene a continuación Movimiento Ciudadano (MC), con un total de 15 millones 296 mil 425 pesos de presupuesto para este año en Tamaulipas. Su spot más reciente es el vivo reflejo de su figura más emblemática en la actualidad: Samuel García; vemos un anuncio jactancioso, frívolo, banal, usado para presumir que gobierna Nuevo León y Jalisco. Rascarle una idea, un concepto o una visión es imposible, porque no tiene ninguno. Es un partido de caciques, con Enrique Alfaro, el citado Samuel García y su presidente nacional, Dante Delgado, como únicos jueces, a la manera de Morena o el primer PRD, donde las decisiones las toman unos cuántos.
Al debilitado PRI, antaño primera fuerza, hoy le tocan 22 millones 881 mil 303 pesos en el estado. Para un partido acostumbrado a lo grande y opulento debe ser una propina, pero le conviene aceptar que peor es nada. El tricolor solía lanzar campañas creativas para llegar a los ciudadanos, aunque después ignorara sus promesas; ese instituto ya no aparece o se le agotaron las ideas. Causa vergüenza ajena una pseudocampaña para afirmar que el presidente más guapo de México ha portado sus siglas, en referencia a Enrique Peña Nieto, cuando también le ha dado al más feo, según los cibernautas, al recordar a Alfredo Díaz Ordaz.
Mención aparte corresponde al PAN y a Morena, porque son las fuerzas políticas más grandes y deberían dar la nota en la calidad de las campañas de promoción o de afiliaciones. Pero ni ellos, que reciben la mayor cantidad de recursos, convencen de sus virtudes, de sus fines ni de sus nobles propósitos.
Acción Nacional tiene en sus manos 57 millones 661 mil 985 pesos para difundir su propuesta política en Tamaulipas. Cualquiera diría que no le tocó nada o que siquiera conoce al partido. Tan invisible se ha convertido desde que tomó la presidencia Luis Cantú Galván, joven inexperto y carente de liderazgo real. El PAN invierte ostentosamente en marketing digital y posicionamiento en redes, pero su mensaje es ñoño y a nadie le interesa, salvo a los mismos empleados del partido. Tampoco dispone de muchos asideros cuando el gobernador, miembro suyo, deja cuentas pendientes con los ciudadanos, algunas éstas de extrema gravedad.
En la cima de la votación y del presupuesto para partidos se encuentra Movimiento de Regeneración Nacional, con un fondo de 60 millones 372 mil 824 pesos para 2022. Aquí apesta a desvíos, a corrupción y operaciones ilícitas. Con ese dinero resulta increíble que Morena no tenga Comité Directivo Estatal ni delegaciones municipales dignas; incluso resulta escandaloso que adeude meses de renta, luz, agua y servicios de las oficinas ocupadas alguna vez en Victoria. Esa millonada y su estructura fantasmal son los que dan el tufo a corrupción. No se imagina uno cómo justificarán el gasto de este ejercicio fiscal. Sin considerar los spots del precandidato, que se administran de forma independiente, Morena Tamaulipas solo retransmite anuncios de sus campañas nacionales.
Este fiasco de los partidos nos hace repetir un refrán estadounidense: “No crea usted nada de lo que oiga y solo la mitad de lo que vea.”