Le cayó el chahuistle a Cynthia «la comaye» y a Armando Martínez, también.
Por: Isaias Alvarez
México suma 7 homicidios en lo que va del año, la misma cantidad que se vivió en todo el 2021 y aun así cuando al alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez le preguntan sobre la agresión qué Cynthia Jaime la comaye (qué de comaye no tiene nada) perpetró hacia la periodista Norma Sánchez, el edil responde como si se hubiera tomado unas pastillas de clonazepam.
A pesar de que es el tercer ataque de Cynthia a una periodista, las respuestas del presidente municipal denotan la falta de interés en tomar acciones para corregir esas conductas por parte de su personal, pareciera qué está esperando que algún otro periodista llegue a su oficina con algún hueso roto o lesión grave causada por la pérdida de estribos de la comaye.
Otro de los factores qué pudiera influir en la falta de interés por parte del presidente en solucionar este gran problema es el cobijo y protección qué le da el gobernador CDV, pues es un secreto a voces qué Armando aun con la camiseta de morena bien puesta sigue las ordenes del gobernador; pero ya les cayó el chahuistle tanto a Cynthia como a Armando, debido a que la periodista no solo se limitó a denunciar en contraloría municipal lo sucedido, sino que interpuso la denuncia correspondiente ante la FGR.
En compañía de su representante legal Norberto Morales, Norma fue a denunciar a su atacante; afuera de las oficinas de la FGR la abordaron compañeros periodistas buscando información sobre lo sucedido. Declara la compañera que la actitud de Cynthia fue escalando hacia lo agresivo debido a que la cuestionó del por qué la excluian de los boletines de prensa y no la dejaban hacer su trabajo. Norma continuó diciendo que sus comentarios no le parecieron a la directora de prensa, a lo que Cynthia Jaime le gritó: ¿quieres dinero? Procediendo a tomarla fuertemente de las muñecas y sarandearla.
Como si agredir a un periodista no fuera lo suficientemente grave, Cynthia volvió a perder el control tomándose atribuciones qué no le corresponden, fueron más de 5 ocasiones en las que la servidora pidió a la empresa Radiorama Tamaulipas qué despidieran a la periodista. Esto qué les estoy relatando también salió de la boca de nuestra compañera Norma.
Es el colmo qué, aunque se sabe que uno como periodista se tiene que cuidar de los delincuentes qué no se tientan el corazón en hacer daño, ahora también andar con el temor qué suceda lo mismo con algún funcionario público, qué no directamente se encargan de la seguridad pero que forman parte de un sistema qué se supone deben de asegurar el bienestar de la sociedad. Todo el apoyo y la solidaridad a nuestra compañera Norma y a todos los periodistas qué algún momento han vivido este tipo de lamentables sucesos.